“Ven y Juega”, una estrategia en territorio para la construcción de paz

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La Fundación Makikuna, del Putumayo, ha realizado una importante tarea de protección de niños, niñas, jóvenes y adolescentes, en una región afectada por el conflicto armado, utilizando el deporte y la actividad física, que ha dado importantes resultados. Segunda charla del Simposio Deporte, Desarrollo y Paz, avances del sector del deporte para el desarrollo en América Latina

Por Angela Lucia Montenegro

Gestora Cultural desde hace 15 años, Scout y soñadora. Coordinadora de proyectos de la Fundación Makikuna, del Putumayo.


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La Fundación Makikuna ha fortalecido los entornos protectores de la niñez mediante deporte, con un fuerte enfoque social; reduciendo todo tipo de violencias; fortaleciendo las habilidades en los niños, niñas y jóvenes de nuestro país; logrando con el tiempo las transformaciones sociales y espacios para la integración local en el departamento de Putumayo, donde el contexto de riesgos se mantiene, como efectos del conflicto armado; denotando las condiciones de vulnerabilidad y los riesgos de protección a los cuales están expuestos, como reclutamiento, psicoactivos, microtráfico, trata de personas entre otros. 

Ven y Juega se inició como un proyecto financiado por el Comité Olímpico Internacional-, la Fundación Olímpica para Refugiados, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, y fortalecido por el Comité Olímpico Colombiano – COC, que para el año 2024 ha transitado a ser una estrategia que constituye una respuesta de protección a los derechos de la niñez y la adolescencia, en contextos de riesgos en el departamento de Putumayo, a través de la participación ciudadana, el deporte y la cultura. El proceso fortalece y crea espacios de formación extracurriculares, entendiendo la afinidad por el deporte, el movimiento y la actividad física que prima para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Los grupos conformados son los primeros espacios de integración social a través de la formación deportiva y la formación en danza fomentando la integración de la población migrante y población de acogida en zonas donde los riesgos de protección son muy elevados, generando espacios inclusivos, participativos y protectores. El trabajo se lleva a cabo con un equipo cualificado en deportes, mecanismos para la protección y fortalecimiento comunitario. Además, en aras de ampliar la capacidad de acción y atención del equipo profesional se han desarrollado convenios con universidades nacionales, para la vinculación activa de la academia. Todo este equipo interdisciplinario diseñó e implementó una metodología flexible y adaptada al contexto, beneficiando a más de 1.150  familias participantes, en los municipios de Mocoa y Puerto Asís. En vista del impacto logrado por estas acciones y de las necesidades presentadas en el Putumayo, en temáticas de protección para la niñez, sostener el proceso se convierte en un reto y una necesidad para continuar con la generación y el fortalecimiento de entornos protectores, donde se generaren espacios de aprendizaje integrales, desarrollando habilidades físicas, deportivas, corporales, de lenguaje, liderazgo, y fortaleciendo habilidades para la vida que desde sus recursos propios direccionen sus proyectos de vida. Los participantes del proyecto son portadores idóneos de la amistad, el respeto y la excelencia, como valores olímpicos, que se complementan con responsabilidad, disciplina, solidaridad, inclusión, alegría y mucho más, que sin duda alguna se replican en los espacios de aprendizajes y experiencias con sus pares. 

Resultados del proceso desde los cinco propósitos complementarios: 

1. Promoción de las prácticas deportivas y dancísticas. Bajo este propósito se logró consolidar un promedio de 30 grupos de trabajo, y para el último año, tres grupos adicionales con niños, niñas, adolecentes, madres, padres y líderes comunitarios, con quienes se desarrollaron un aproximado de 950 sesiones de formación deportiva y artística. Se registró una participación constante que permitió la continuidad del proceso, para llegar a 1.780 niños, niñas y adolescentes, aproximadamente, vinculados a entornos protectores en sus comunidades e instituciones educativas. Desde el acompañamiento psicosocial realizado en las sesiones deportivas y dancísticas, los temas fueron: referentes valorares, convivencia y protección, promoción de derechos y prevención de riesgos. 


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En el tiempo de implementación se fortaleció el trabajo con padres, madres de familia y líderes comunitarios, desde el componente deportivo y psicosocial, como una estrategia de sostenibilidad, reflejada en planes de acción comunitarios, que sirvieron para fortalecer los entornos protectores y destacar el trabajo con mujeres comprometidas para la protección de la niñez. Cabe resaltar que en su mayoría son madres cabeza de hogar, que dedicaron el tiempo de acompañamiento a la formación de NNAJ (niños, niñas, adolescentes y jóvenes), tiempo para la formación propia y tiempo para el trabajo comunitario, que significó para su experiencia tener una red de apoyo y espacios seguros para su rol de cuidadoras. 

Bajo esta línea se desarrollaron festivales deportivos y de danzas en cada municipio, bajo la metodología de protección de NNAJ e integración social. Se logró vincular escuelas de formación privada y los NNA participantes de “Ven y Juega” como anfitriones y replicadores de la experiencia en el juego. 

2. Fomento de habilidades para la vida en los NNAJ participantes. Se logró trabajar con grupos de líderes y lideresas dentro de instituciones educativas, para fortalecer la convivencia escolar; desarrollando sesiones de formación en liderazgo juvenil, derechos de la niñez, acceso a rutas de atención, salud sexual y reproductiva, convivencia, entre otros. Desde el trabajo entre pares se fortaleció la cohesión, transformación social y construcción de entornos protectores, logrando con actividades lúdicas, de integración y reflexión,  incidir en espacios de participación comunitaria, escolares  y deportivos,  en las Instituciones educativas y  barrios, para prevenir factores de riesgo, desplegar habilidades para la vida y aprendizajes en valores sociales y democráticos, forjando en los niños, niñas y adolecentes participantes, el poder de sí mismos para gestar cambios en sus vidas e inspirar liderazgos positivos, y posicionar sus voces para la construcción de espacios sanos e incluyentes. 

3. Fomentar la inclusión social. Con el desarrollo de la metodología del proyecto se fomentó la inclusión social a través de la participación diferencial logrando vincular a NNAJ por su edad, género y diversidad, con acciones afirmativas para eliminar brechas de acceso a oportunidades deportivas, de acompañamiento interdisciplinario y de acceso a derechos. 

4. Promoción de la cohesión social desde una perspectiva de trabajo comunitario. En el marco de este propósito se realizaron metodologías propias a través de juegos de integración, mingas comunitarias, espacios de diálogo, planes de trabajo, que fortaleció el trabajo entre pares, con padres, madres de familia y comunidad, para avanzar en la erradicación de la xenofobia, mediante la creación de espacios de sensibilización, para el fortalecimiento de la cohesión social y coexistencia pacífica enfocado en grupos deportivos, dancísticos, liderazgo y comunidad en general, para la promoción de la convivencia.

5. Rehabilitación de infraestructuras deportivas. Se recuperaron y rehabilitaron dos escenarios deportivos municipales y se logró fortalecer el trabajo comunitario e institucional desde el deporte y el arte, posicionándolos como escenarios de integración social al servicio de NNA y comunidades. La falta de esta infraestructura sigue limitando las oportunidades y se convierte en una agenda importante para incidir, desde el nivel nacional.

Sin duda alguna, estos procesos logran contribuir al desarrollo social, económico y humano, promueven la salud y el bienestar en NNAJ y sus familias. El deporte es y seguirá siendo un agente positivo para la movilización comunitaria y sus realidades en territorio.


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