Es doloroso ver, sentir, y pensar en el hambre, la ansiedad, la soledad, la desesperanza de los habitantes de calle que llegan hasta los umbrales de los restaurantes y cafeterías, caminan las calles hurgando entre las basuras sin que el Estado, representado en las alcaldías se ocupe de manera efectiva de ellos.
En el caso de Mocoa, capital del departamento del Putumayo, no se vislumbra ningún avance después de más de dos meses de haberse realizado una reunión de autoridades en la que se definió que se debía buscar un operador con músculo económico para atender el tratamiento social, médico-siquiátrico y afectivo de quienes padecen esa condición.
Pero de ahí no pasó, todo se quedó en anuncios y nada de ejecución, mientras a diario aparecen otras víctimas de la desolación y la escasez de atención para estas personas abandonadas a su suerte en las calles.
En el imaginario de la gente está la creencia de la llegada de estos seres vulnerados y vulnerables procedentes de municipios vecinos o que se ‘multiplican’ porque aprovechan la generosidad de los mocoanos, eso es lo que se cree y está por verse si es así, lo cierto es que cada son más y duele verlos y adivinar su tristeza y dolor por la falta de alimento y lo más grave, la falta de una política seria y efectiva para su tratamiento.
Es muy posible que la actual administración municipal ‘deje pasar’ este evidente fracaso de gestión como si no existiera y haga lo más fácil: dejar a la administración que se posesionará el 1 de enero del 2024, la responsabilidad y compromiso de ayudar a estas personas y hacerle el gran favor a la ciudad capital de no tener esa muestra de falta de humanidad circulando maloliente por las calles.