RadioNacional – Esta metodología pretende reivindicar las tradiciones de los pueblos afro a través de bullarengues, tamboras, currulaos y abozaos.
“‘La Cátedra para la Paz’ es la mejor herramienta con la que contamos las comunidades afrodescendientes del sur de Colombia para rescatar nuestras tradiciones, reducir la discriminación racial y promover la convivencia en los pueblos afrocolombianos del bajo Putumayo”, expresó Luz América Rentería Palomenque, docente de la institución educativa José María Hernández y emprendedora del municipio de Leguízamo.
Con dicha metodología que incluye bullarengues, tamboras, caderonas, currulaos y abozaos entre otros aires de la música afrodescendiente, la educadora busca reivindicar las tradiciones afro que los identifica en los 10 consejos comunitarios de la región, asentados en La Tagua, Sencella y Mecaya.
“Son muchas las costumbres que nos identifican. Lastimosamente al ser relegadas se desconocen y con el paso de los años se pierden. Por eso a través de dicha cátedra que impartimos desde los salones de clases reviviremos aquellas bonitas tradiciones de las cuales; una de ellas tiene que ver con el chigualo, rito fúnebre que se desarrolla en torno a la muerte de un menor de edad”, explicó.
En esa ceremonia dedicada a la velación de un niño, se baila y se canta porque según las tradiciones de los pueblos afrodescendientes, esa criatura es un angelito que de manera fugaz llegó a casa, contagió a sus habitantes de alegría y se marchó efímeramente para siempre.
“Para nosotros todos los bebés fallecidos tuvieron una muerte dulce y es en esos cultos en los que florecen nuestras tradiciones que además incluyen arrullos, rondas, bailes, juegos, chistes y cuentos para despedirlo con regocijo de este mundo”, afirmó.
Para Luz América esos rituales que para muchos colonos son mal vistos, son únicos porque sabe que están llenos de esperanza y sobre todo de solidaridad en los momentos más difíciles de la vida.
Emprender con arte
Emprender es otra herramienta contenida en la ‘Cátedra para la Paz’, desde la cual Luz América lidera la confección y el uso de atuendos propios de los pueblos afrocolombianos.
“En Leguízamo y en otros municipios de Putumayo se está dejando a un lado nuestra vestimenta. A nosotros nos encanta la ropa colorida, las prendas que reflejan alegría y que nos brillar ante los demás”, manifestó.
“Una de las prendas de vestir más preciadas es el turbante, así lo confirman nuestros sabedores quienes jamás se cansarán de afirmar que en la cabeza está la parte espiritual de la mujer, virtud que también nos recuerda que ella es el talón de Aquiles de la familia. Pero, además, parte de la historia cuenta que a los conquistadores les disgustaba tanto la forma de nuestro cabello que obligaron a las esclavas a cubrir su cabeza con telas”, indicó
En otros apartes de la historia se dice que muchas mujeres trenzaron sus cabellos para guardar en ellos semillas y no perderlas al escapar de sus opresores.
Parteras, antiquísima tradición
Las matronas son otras insignias del pueblo afrodescendiente y su pérdida sería catastrófica para su cultura. De las parteras, aquellas mujeres que en medio de las dificultades perviven en los pueblos afrodescendientes de la Amazonía colombiana quedan muy pocas, muchas de ellas son adultas mayores y a Jhon Jairo Valencia representante de la Asociación Etnocultural Orishas le preocupa su repentina partida.
A través de un censo que se adelanta con el enlace departamental en salud, el líder afrodescendiente asegura que en el departamento del Putumayo quedan alrededor de 40 parteras.
“Todas las matronas superan los 70 años y si no se difunde esta antiquísima tradición, esta práctica que ha sido el soporte de las mujeres que están a punto de dar a luz desaparecería por completo. Ellas son nuestro mayor tesoro y en el Valle del Guamuez está nuestra joya a quien cariñosamente la llamamos mamá Cochita, quien está arribando a los 80 años y para nosotros como pueblo afrodescendiente es urgente recuperar su sabiduría para que esta sana tradición no quede en el olvido”, dijo.
Mientras en 2 municipios de la región se concentra el 50% de la población afrodescendiente, la cual sobrevive a partir de la modistería, la gastronomía y las artesanías, en 8 poblaciones del departamento de Putumayo habitan alrededor de 10.000 afrodescendientes, de los cuales Jhon Jairo Valencia, representante de la Asociación Etnocultural, precisa que 3.500 de ellos que corresponden al 30% del total de dicha población, residen en el municipio de Orito.
Otro 20% habita en Puerto Limón jurisdicción del municipio de Mocoa, en donde residen alrededor de 2.000 afrodescendientes, en tanto que en el asentamiento de Puerto Colón en el municipio de San Miguel vive el 15%, es decir cerca de 1.500 afrocolombianos.
En el Valle del Guamuez residen alrededor de 1.200 afrodescendientes correspondientes al 12% del total de la población, al tiempo que en Villagarzón, Puerto Guzmán, Puerto Asís y Leguízamo se concentran por lo menos 3.000 afros, correspondiendo al 30% de dicha población.
“En gran parte de la Amazonía colombiana predominan vestigios de los pueblos afrodescendientes y por eso los afrocolombianos al igual que los Ochiras o deidades del Panteón Yorua en África, debemos ser verdaderos portadores del conocimiento afro”, manifestó el dirigente social.