Etnoeducación: la salvación para la lengua de los Murui-Muina en Putumayo

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RadioNacional – En Leguizamo, Putumayo, con proyectos de etnoeducación, indígenas de la comunidad Murui Muina buscan fortalecer las lenguas que están cayendo al olvido.

En cada salón de clase los estudiantes participan de las clases transversales mientras los docentes imparten conocimientos sobre la lengua Murui Muina

María Camila González Gómez

Mediante clases magistrales, los indígenas del pueblo Murui-Muina, asentados en Leguizamo, departamento de Putumayo, encontraron la mejor fórmula para que la cultura y las tradiciones continúen vigentes en el tiempo.

El centro educativo MonaTó+ (Criatura del cielo), está ubicado entre la espesa selva y el río Putumayo, en límites con Perú y Ecuador.


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En el MonaTó+ se enseña la lengua materna, iniciativa que lideran profesores bilingües y que beneficia a más de 200 niños y adolescentes, que asisten a las clases presenciales.

“Nuestra institución se destaca por buscar que prevalezcan las costumbres; a través de la pedagogía realizamos eventos de comida tradicional incluyendo las áreas de matemáticas, ahí se conoce el peso, medida, circunferencia (…) los niños participan con gusto probando la comida tradicional y buscamos que nuestras costumbres como la danza, los cuentos narrados por las abuelos y abuelas del cabildo no mueran”, afirma Yenny Mezquita Muñoz, profesora de básica primaria en el MonaTó+

Invisibles

Según Abelardo Castillo Nofuya, rector del centro educativo, pese al interés del proyecto la infraestructura de la institución se queda pequeña para atender las necesidades de todas las comunidades aledañas, pues se trata de un espacio carente de condiciones donde se atiende población en condición de vulnerabilidad, víctimas del conflicto armado y desplazados de las comunidades veredales aledañas, producto de la violencia que se mantiene en la zona por el control de grupos al margen de la ley.


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Daniel Uran Hernández tiene 13 años, está en el grado octavo y hace año y medio estudia en esta institución educativa, luego de salir de la vereda donde estaba viviendo con sus abuelos.

“Me gusta la lengua que enseñan y además aprendemos las otras materias. Cuando vayamos a la universidad podemos tener el privilegio de hablar esa lengua”, dice orgulloso.

Intercultural

A su vez, Castillo enfatiza que “estamos en un contexto de diversidad cultural y primeramente es atender esa población desde el pensamiento indígena del pueblo Murui”.

En este colegio con énfasis etnoeducativo se construye un modelo de aprendizaje propio con visión intercultural. Confían que esta es la forma de mantener vivas las mismas costumbres que parecen borrarse con el tiempo.

Allí no solo aprenden la lengua materna, también tejen artesanías y sus cuerpos se mueven al ritmo de las danzas tradicionales. Hay voces que cantan, manos y labios que conservan historia, contenidos que son transversales en las asignaturas que son impartidas.

Jose Luis Perdomo, docente etnoeducador, pertenece al resguardo indígena Santa Rita, pueblo Murui Muina. Resalta la importancia del modelo educativo propio que lo denominan “Yofuera k+r+ga+” que traduce ‘canasta de educación histórico ancestral e intercultural’.

Además, afirma que “la importancia de la educación en el MonaTó+ es como fortalecer y revitalizar los principios de nuestro pueblo que se han venido afectando por diversas situaciones que hemos pasado en los territorios; la idea es mostrar una identidad propia basada en el contexto que vivimos”.

Junto con este centro hay cuatro sedes más: Tucunare, Aguas Negras, Lagarto Cocha, Samaritana y MonaTó+, la sede principal, en donde 230 niños aprenden las lenguas Murui con cuatro variantes: mɨka, mɨnɨka, bue, nɨpode.

Mayra Fernanda Valencia Prada es una niña de 12 años que llegó hace poco desde el Huila y no pertenece a ninguna comunidad indígena, estudia en el MonaTó+ porque quiere aprender la lengua materna, pues le parece importante “porque uno puede hablar con los abuelos y hablar con harta gente que sabe la lengua, si uno le coloca motivación puede aprender. El profe nos enseña el abecedario y a manejar la lengua, nos hacen dibujos en el tablero y aprendemos”.

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Apuesta por la identidad

De esta labor hacen parte 11 profesores quienes pertenecen a comunidades indígenas y que, en su mayoría, son bilingües (castellano y lengua nativa).

En este lugar se busca la articulación de la oralidad con la escritura, es decir, poner a escribir a los niños y los profesores las narraciones de los mitos, anécdotas lugareñas, historias de vida, dentro de eso se hace énfasis en la escritura de algunas palabras de la lengua para que los niños fortalezcan la lengua nativa.

Miler Euclides Paredes Magallanes pertenece a la comunidad indígena Murui Muina y desde hace seis años recibe la etnoeducación.

“Mis padres me enseñaron y acá refuerzo a través de dibujos y actividades, hablamos, aprendemos a decir nuestros nombres de nuestros papás, colores y números”, cuenta.

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Desde primaria se enseña el idioma Murui Muina con especies naturales propias de la región.

El ‘Mambeadero’

El modelo busca despertar ese interés por conocer las raíces y articular la realidad a través de estrategias pedagógicas en donde los docentes hacen investigación propia. Aquí también participan los sabedores quienes comparten conocimientos que ya se están perdiendo.

Este modelo cuenta con dos estrategias; la primera, a partir de enseñanzas por proyectos pedagógicos culturales donde los profesores han desarrollado habilidades técnicas; y la segunda, la vinculación de la realidad con la estructura, es decir, construir narrativas de hechos reales o hechos mitológicos que permitan afianzar la educación propia y reconstruir la historia narrada por ellos mismos.

David Santiago Moreno Mojica pertenece a la comunidad Murui Muina y hace seis años asiste al MonaTó+. A él lo “motivó a estudiar el aprendizaje de las lenguas, los tipos de juegos para aprenderlas, y las ventajas que uno tiene. Mis abuelos me inscribieron aquí, mi abuelo es el de territorio y debe aprender para guiar a las personas en el monte, ellos hacen un ritual para hablar con el Dios Moo Buinaima para que los ayude en el viaje que hagan”.

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En la maloca se deciden los proyectos educativos relacionados con las lenguas maternas de Leguizamo.

Aporte a la paz

Abelardo Castillo confía que desde esta iniciativa se genera la construcción de paz en el territorio. “Estoy convencido que es una educación para la paz y un trabajo para reconocer nuestra identidad propia, reconocer nuestras raíces, el significado de la madre tierra, del agua, del aire, es reconstrucción del entorno, es reconciliación”.

Después de los hechos de violencia que se han vivido en este territorio, se busca narrar una nueva realidad, fortalecer espiritualmente a los estudiantes para que sean artífices de una nueva visión de paz y de armonía con el entorno, conociendo a su vez esos actos que permitieron que los ancestros perduraran por tanto tiempo con sus costumbres, su medicina y el buen vivir.


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