Yagé: El peligro de la comercialización de una tradición

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AgendarPropia – Por: Judit Alonso.

La apropiación de la medicina sagrada del yagé o la ayahuasca para la cura de enfermedades neurodegenerativas inquieta a las comunidades amazónicas en Colombia, quienes ven sus saberes amenazados.

“Los ingas, los kofanes y los sionas de Colombia somos de la cultura del yagé, que es la base fundamental de nuestra espiritualidad”, relata Gabriel Muyuy, líder Inga de Putumayo. 

El yagé o la ayahuasca, una mezcla de plantas que crecen en la selva y que se utilizan en rituales sagrados, fortalece su espiritualidad. “Se hacen sesiones bajo la coordinación de los taitas, de los chamanes, de cada uno de los pueblos y lo utilizamos para la protección, el fortalecimiento espiritual y también para el tratamiento de enfermedades que se derivan de aspectos espirituales y que la medicina facultativa, la medicina no indígena, no cura”, explica el líder Inga.


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Sin embargo, los beneficios curativos del yagé pueden provocar que una tradición ancestral amazónica de Colombia, Brasil, Ecuador y Perú se convierta en una práctica comercial. Hallazgos de investigaciones científicas para enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson que toman como base el yagé plantean un riesgo para estas comunidades. 

“Para nosotros todo lo que sea investigación es perjudicial. ¿Por qué motivo? Porque han violado los derechos, al consentimiento libre e informado, o una consulta previa y empiezan a investigar y luego aparecen como dueños de la investigación, de la construcción del documento y dueños de las plantas medicinales”, denuncia Miguel Evanjuoanoy Chindoy, miembro de la Unión de Médicos  Indígenas Yageceros de la Amazonía Colombiana (UMIYAC).

Esta es la planta base de preparación de la medicina ancestral de yagé de los pueblos indígenas amazónicos. Foto: Agenda Propia.

Creada en 1999, esta organización cuenta con la participación de cinco grupos indígenas: Inga, Siona, Kofan, Koreguaje y Kamentsa. Su objetivo es preservar la selva tropical, así como defender la cultura y su medicina ancestral. 

Ingeniero ambiental de profesión, Miguel  Evanjuoanoy adquirió el conocimiento de la medicina ancestral desde niño, a través de su padre, médico naturista en el resguardo Inga de Yunguillo, en Putumayo, quien lo obtuvo gracias a su relación con los mayores.  “Ese conocimiento lo adquirió tomando remedio con los abuelos, estando con ellos, saliendo a la selva a buscar esas plantas medicinales”, cuenta el joven sobre su progenitor.


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Ahora su preocupación radica en que dicho conocimiento acabe en malas manos.

“La ciencia cada día empieza a formatear, a cambiar el concepto de la medicina, a decir que la substancia del yagé es una sustancia psicodélica, que es alucinógeno, contiene DMT, pero, sin respetar, ni escuchar a los pueblos”, critica. Ello conlleva graves consecuencias. “Hace que la medicina tan milenaria de los pueblos originarios pierda la esencia y con la pérdida de la esencia de la medicina se pierda la cultura”, considera Miguel Evanjuoanoy.

Yageceros de la Amazonía Colombiana. Foto: archivo personal de Miguel Evanjuoanoy Chindoy.

Lo mismo ha pasado con otras plantas como la coca y el tabaco, que según Miguel Evanjuoanoy han sido criminalizadas. “¿Por qué motivo? Por las mismas investigaciones y las malas prácticas que han generado con estas plantas sagradas de los pueblos originarios”, dice.

En el caso del yagé, un grupo de científicos brasileños publicó, en 2018, los resultados de una encuesta que sugiere que la ayahuasca dosificada en un ambiente apropiado, puede ayudar en el tratamiento de la depresión. Otro artículo científico dio a conocer que la ayahuasca fue utilizada en el tratamiento de adicciones, como en el caso del Instituto de Etnopsicología Aplicada Amazónica (IDEAA).

Un riesgo al alza

La investigación con yagé ha aumentado en las últimas décadas debido a diversos factores: “Un notable interés por parte de ciertas organizaciones u ONGs, corporaciones interesadas en financiar investigación científica sobre estos temas, principalmente en los países del Norte Global (países desarrollados), mientras que en los países del Sur Global (en vía de desarrollo) han sido más bien determinados gobiernos quienes han incentivado la investigación a partir de recursos públicos”, aclara Alhena Caicedo, profesora asociada del Departamento de Antropología de la Universidad de Los Andes de Colombia, en entrevista con el medio alemán DW.

En esta entrevista, Alhena Caicedo destaca las investigaciones de países como España, Canadá, Brasil y Uruguay. “También tiene que ver con un impulso de la circulación de la ayahuasca en un sentido más comercial y la generación, paralelo a los avances científicos, de una economía alrededor del consumo”, agrega.

Por ello, la Unión de Médicos Indígenas Yageceros de la Amazonía Colombiana lanzó un comunicado alertando de la apropiación de sus simbologías, usos y costumbres por parte de personas y empresas. “Hemos visto que lo único que están haciendo con la investigación es verdaderamente empobrecer más a los pueblos. Lo que están haciendo es extraer la información, documentarse y como ha pasado siempre: invadir, extraer todos los recursos que tenemos como pueblos y convertirlo en otra industria”, aseguró Miguel, en una entrevista otorgada, también a DW.

El desarrollo de una actividad vinculada con la planta sagrada puede acarrear consecuencias perjudiciales para la Amazonía tanto a nivel ecológico como social, advierte la antropóloga Alhena Caicedo apuntando a riesgos de apropiación cultural, derechos de la propiedad intelectual y patentes, entre otros. 

Bosque amazónico del Putumayo, lugar de donde los indígenas recogen las plantas para preparar sus medicinas tradicionales.
Foto: Edilma Prada / Agenda Propia.

Vivir para resistir 

“Es preocupante que la medicina del yagé esté cambiando de esencia porque la ciencia está intentando industrializarla, llevársela y patentarla. Eso nos pone en alto riesgo a las comunidades indígenas porque desde la invasión de territorios que sufrimos hace más de 500 años, seguimos en esa lucha constante en defender esos conocimientos y todos los derechos que tenemos  los pueblos indígenas”, subraya Miguel Evanjuoanoy.

Para evitarlo, la lucha se centra en la defensa del territorio y su patrimonio cultural. No obstante, ésta se ejerce sin apoyo gubernamental ya que no existe una ley específica que proteja los valores espirituales y culturales del yagé. Por este motivo, la medicina tradicional debe preservarse tanto desde el ámbito particular y colectivo. De esta manera, se pretende evitar una catástrofe.

“Vendrá el genocidio para los pueblos indígenas y eso es lo que no queremos porque el Amazonas es el pulmón del mundo, de toda la humanidad, de todos los seres vivos. ¿Y en ese pulmón del mundo quiénes viven? ¿Quiénes lo están conservando? ¿Quiénes lo están protegiendo? Estamos los pueblos amazónicos, entonces si se nos extermina, toda la humanidad está destinada a sufrir esas tragedias”, alerta Miguel.

A pesar de ello y teniendo en cuenta que los saberes indígenas pueden aportar a las soluciones de muchos problemas que aquejan al mundo, el miembro de la Unión de Médicos  Indígenas Yageceros de la Amazonía Colombiana (UMIYAC) tiende un puente para el diálogo con el ámbito científico. “El acercamiento que queremos tener es para dialogar y que haya respeto hacia las culturas indígenas, hacia sus plantas medicinales y que escuche a los pueblos originarios porque somos los que verdaderamente conocemos”, recuerda Miguel Evanjuoanoy Chindoy.

Nota. La serie sonora documental Voces de la Amazonía ¡Escucha, la memoria habla!, fue producida en un proceso de co-creación con periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de la Red Tejiendo Historias (Rede Tecendo Histórias), bajo la coordinación editorial del medio independiente Agenda Propia


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