RadioNacional – Las arawanas y los pirarucú, peces emblemáticos de la cuenca Amazónica, están en grave peligro de extinción.
Por : Gelitza Jiménez
El pirarucú y la arawana son llamados como los “fósiles vivientes” ya que deberían estar extintos, como los dinosaurios, hace miles de años. Por fortuna, en esta región selvática aún existen, pero se encuentran en grave peligro de extinción. La pesca excesiva y la contaminación de los ríos que afectan a estas especies, los han tenido a punto de desaparecer.
Para la Amazonía colombiana, la arawana y el pirarucú son especies muy emblemáticas en el territorio la cuales tienen un uso ornamental y de cultivo. Los estanques se encuentran en el vivero municipal de Puerto Leguízamo, Putumayo, en los que son estudiados frecuentemente por funcionarios del Instituto Sinchi para observar su evolución y reproducción, con la ayuda además de comunidades que se dedican a la piscicultura.
Preservación
Una de las estrategias para su preservación es la piscicultura o tanques artificiales, con el fin de generar ganancias y ayudar a la dinamización de la economía; y, por otro lado, el enfoque de pesca, para preservar el recurso en los ríos.
Otra de las iniciativas es el proyecto GEF ‘Conservación de Bosques y Sostenibilidad en el Corazón de la Amazonía’, dirigido por el Banco Mundial, en el que se pretende promover actividades de uso sostenible de la tierra a fin de reducir la deforestación y conservar el área amazónica. Esta alianza se viene liderando con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible a través de la campaña conocida como Visión Amazonía.
El pirarucú
Son los peces de agua dulce más grandes del mundo que pueden alcanzar una longitud entre 3 a 4 metros, y un promedio de peso de 200 kg. Una de las particularidades de este animal es que respiran aire atmosférico. La bióloga marina, Sofía Sepúlveda, del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), habló sobre el papel fundamental que tienen a nivel natural.
“El pirarucú es una especie que está en el punto máximo de la cadena alimenticia. Es un predador máximo de los ríos y controlador de especies, es el que mantiene el equilibrio natural de las lagunas en todo el Amazonas.
El coordinador del Sinchi local, César Bonilla, añadió que “el pirarucú y la arawana son especies muy antiguas de la región, si nos acordamos de nuestras clases de geografía, en algún momento todos los continentes estuvieron juntos, y en ese instante compartíamos especies. Cuando se fue dando la separación de esos continentes estos peces llegaron a la cuenca Amazónica y a África, y que hoy por hoy, tienen características muy similares. Estos dos grupos son muy sensibles porque no son fáciles en su reproducción en medios artificiales, como la piscicultura”.
La arawana
La arawana es conocida como el pez dragón y es muy apetecida en el continente asiático. Su particularidad es que los machos conservan en la boca entre 180 a 250 crías. Otra de las características que los hacen llamativos, son sus barbillones, sus escamas gruesas, sus aletas y colores esplendidos. Son especialmente de uso ornamental, ya que su consumo es poco agradable.
“Enseñamos a las comunidades de Puerto Leguízamo a la conservación, preservación y generación de recursos a través de cultivos. Es un pez dócil, se alimentan de insectos, caracoles, grillos, culebras, cucarrones y pichones de aves. Su tallaje puede medir entre 90 a 105 cm en criaderos; en el río Amazonas está entre los 105 a 115 cm”, indicó Guber Alfonso Gómez Hurtado, funcionario del Sinchi.
Para los asiáticos, las arawanas son animales de la buena suerte. Por tanto, se ha dado un gran auge de compra de estos alevinos en el exterior, a los que se llegaron a exportar más de 500 millones en el último año desde la región amazónica.
“Hacemos el levante de las arawuanas hasta los dos años, dándoles el alimento concentrado para tener ese crecimiento esperado. En la etapa reproductiva, formamos las parejas en diferentes usuarios”, señaló Bonilla.
Actualmente, en Puerto Leguízamo, Putumayo, el Sinchi local y las comunidades trabajan arduamente para la preservación de estas especies amazónicas. Primeramente, iniciaron con los cultivos de arawuanas ya que la pérdida de un pez adulto le cuesta al municipio apróximadamente $400 mil pesos; mientras que un pirarucú oscila por los $700 mil pesos.