«Escuché Kalimán con mi abuela», un encuentro entrañable con la radio

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La cita era inaplazable. No había mejor compañera que ella para vivir esa experiencia que por algún tiempo se habría prolongado.

RadioNacional – Diego CuervoA

-¡Corran que ya va a empezar!

Todos, sin importar la hora, dejaban a medias sus oficios para conectarse con un viaje sonoro alrededor de la radio. La cocina, la sala o los patios se convertían en punto de encuentro para conocer una nueva aventura de Kalimán, el hombre increíble, al lado de su compañero fiel: el inseparable Solín.


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Así me contó mi abuela cómo se vivían esos particulares encuentros en los años sesenta, época en que aquella radionovela alcanzó su máximo auge en Colombia y otros lugares del mundo. Reuniones llenas de parafernalias en los que el agua de panela, la arepita o el pan adornaban los minutos.

Pero esta vez me tocaba a mí. Por fin iba a saber quién era Kalimán y cuáles eran los súper poderes de ese mítico personaje del que poco o nada conocía y al que solo había visto en revistas o imágenes de internet.

-Abuelita, ¡volverán a transmitir Kalimán en la radio!

– Ay Dieguito no me mames gallo, eso lo dieron hace mucho tiempo. Con decirte que yo lo escuchaba cuando era una niña y todavía vivía en Barranquilla.


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– En serio, lo van a transmitir de nuevo en Radio Nacional a las 7 de la noche. Una sonrisa emanó de su rostro y recuerdos florecieron en sus ojos. Mi abuela Sofía, de 69 años, es barranquillera de pura sangre, y aunque llegó a la capital hace más de 30 años, aún se le salen expresiones como “tronco e’ problema”, “cipote vaina” o “ajá y tú qué”.

La cita era inaplazable. No había mejor compañera que ella para vivir esa experiencia que por algún tiempo se había prolongado.

-En mis épocas se escuchaba Kalimán con guarapo y arepa de maíz. ¿Mañana con qué la vamos a escuchar?, preguntó la abuela.

-Aquí con este frío abue, será café con leche, quesito y pan.

Evidentemente una merienda muy distinta a la de la costa Caribe de nuestro país, -el frío es el culpable- pero, al fin de cuentas, reunirse en familia alrededor de la radio era lo primordial sin importar el aperitivo que hubiera en la mesa.

“Caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños, implacable con los malvados”. Una de las frases célebres de este personaje que fue creado por el mexicano Modesto Ramón Vásquez y el cubano Rafael Cutberto Navarro. Su primera emisión en Colombia tuvo lugar el 16 de septiembre de 1963 y, desde aquel día, su historia, la del pequeño Solín y los malvados que enfrentaron, se quedaron en la memoria de los colombianos.

Llegó la hora, 7 p.m. marcaba el reloj. El radio estaba listo, mi abuela, mi madre y yo sentados uno al lado del otro en el sofá con una cobija en las piernas. Otra vez el frío era el culpable.

La voz poderosa del narrador de la serie nos sumergió de inmediato en la historia. Kalimán debía enfrentarse al terrible Miklos, quien quería apoderarse a como diera lugar de una importante fuente de energía.

-Abue, pero ¿cuáles son los poderes o las armas de Kalimán?

-Contundentemente respondió: su inteligencia y sabiduría.

Y sí. Acostumbrados por estos tiempos a ver en películas súper héroes con sofisticados artefactos o poderes sobrenaturales, Kalimán combate a sus enemigos con otras tácticas. Su fuerza y resistencia física son el as bajo la manga, pero también la suerte juega a su favor de vez en cuando.

Ante esto, las risas afloraron por momentos mientras seguíamos escuchando el capítulo. Mi abuela no quitaba los ojos del radio, o los oídos mejor, en una muestra que, para mí, era la esencia máxima de como las historias en la radio nos pueden sacar por un momento de la realidad, cualquiera que fuera.

De otro lado, Solín y sus particulares intervenciones siempre envían un mensaje humildad y solidaridad, especialmente con su amigo. Algo que también se había quedado en los recuerdos de la abuela.

-Es chistoso pero muy buena gente. Muchos niños que escuchaban la serie no precisamente “querían ser Kalimán”, sino Solín. Recordaba ella.

La historia continuaba y fuimos entendiendo –incluyo también a mi madre- contra qué peleaba Kalimán, qué lo movía a combatir, cuáles eran sus ideales, pero por supuesto, como cualquier mortal, cuáles eran sus miedos.

Al final, el terrible Miklos planea su macabro plan para conquistar el mundo con una formula científica. Kalimán y Solín, con serenidad y paciencia, como reza su más recordada frase, tendrán que combatirlo para salvar a la humanidad.

-¡Me acordé de mis tiempos mozos! No solo cuando escuchaba Kalimán, sino cuando leía ‘los paquitos’ en Barranquilla. En la capital del Atlántico a los comics se les conocer como paquitos.

Y claro, allí no terminaba todo. Bastó un minuto, después de terminar la emisión, cuando otros recuerdos se apoderaron de su mente. En compañía de otra agua de panela y más quesito, me contó de Arandú, otra de las radionovelas que escuchaba.

Las novelas de Corín Tellado en la Revista Vanidades, los tomos de ‘El Santo, el enmascarado de plata’ y los apartados de la Revista Selecciones titulados ‘La risa, remedio infalible’, también fueron recordados.

Estas novelas, series y revistas seguramente serán recordadas por muchos. En las décadas de los sesenta y setenta acompañaban el diario vivir de hombres, mujeres, niños y niñas. Amenizaban las tertulias, hacían de los quehaceres algo más llevadero o acompañaban la soledad.

Luego de aquel encuentro con mi abuela -y mi madre como testigo-, pude corroborar que alrededor de la radio no solo se tejen y se cuentan historias, sino que también se reúnen las familias, los amigos o conocidos para recordar lo que nos identifica como sociedad, como país.

Kalimán ha vuelto a la radio colombiana para, entre otras cosas, recordar que alguna vez fuimos niños, jóvenes. Para unirnos por unos minutos -por escasos que parezcan- en la sala o alguna habitación de la casa y dejar volar la imaginación, la ideas, y por qué no, los sueños de cómo nos imaginamos el mundo en un futuro.


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