A El Placer lo persigue nuevamente la violencia

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ElEspectador – A pesar de los esfuerzos de construcción de paz de la comunidad del Valle del Guamuez, el territorio enfrenta ahora el reclutamiento forzado de jóvenes por grupos narcotraficantes y disidencias de las Farc.

En medio de la espesa selva del Putumayo y las polvorientas calles, los habitantes de El Placer aún no han superado las secuelas del conflicto armado que sufrieron hace un par de décadas y sufren una nueva ola de violencia que ha producido más desplazamientos forzados. / Agencia Anadolu

Han transcurrido casi 22 años desde que las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) perpetraran la masacre de El Placer (el 7 de noviembre de 1999), una localidad del Valle del Guamuez, en el bajo Putumayo, y sus habitantes continúan siendo víctimas de violencia armada, narcotráfico y abandono estatal. Tras un breve periodo de relativa calma, en los últimos años se volvió a fortalecer la presencia de los grupos armados ilegales en el territorio.

“En los años noventa eran fuertes los grupos armados de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), pero no era tan delicado como cuando entraron los paramilitares en 1997, eso sí fue algo duro. Recuerdo tanto que el 7 de noviembre de 1999 estaba en la casa cuando se escuchó la balacera. Ese día simplemente alcancé a mirar una cantidad de gente que estaba tirada en la calle, entré a esconderme dentro del baño y se me ‘borró el casete’. Al mes y 10 días me desperté en el Hospital del Perpetuo Socorro”, recordó Elizabeth Mueses Guerrero, de 60 años.

Ese domingo de noviembre de 1999, día de mercado, cientos de lugareños estaban reunidos en la inspección de El Placer, cuando 38 miembros del Bloque Sur Putumayo de las AUC incursionaron e iniciaron un tiroteo indiscriminado que duró aproximadamente dos horas y resultó en 11 personas asesinadas. Este fue el inicio de una disputa entre paramilitares y guerrilleros por el poder territorial, económico, político y social en la zona.


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Por los siguientes siete años, el Bloque Sur Putumayo situó una base paramilitar en el casco urbano de El Placer, mantuvo el monopolio de la fuerza y controló el negocio de la producción de hoja de coca.

De acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica, “la previa hegemonía de las FARC en la región y las características geográficas y estratégico-militares de la zona, así como los intereses contrainsurgentes y económicos de las AUC definieron los repertorios de violencia desplegados por el bloque paramilitar y la relación que instauró con la población de El Placer”. Pero, en general, los habitantes del Valle del Guamuez fueron estigmatizados como “guerrilleros de civil”.

En el 2000, Mueses se desplazó a Ipiales (Nariño), en donde vivió hasta el 2003. Según la mujer, vivir en la ciudad fue demasiado difícil y por eso retornó al Valle del Guamuez, específicamente a la vereda Brisas del Palmar, en donde también la alcanzó el conflicto armado. Luego de un enfrentamiento entre bloques de las Farc y las AUC, contó 87 muertos tirados en el andén de su casa.

“No sabía por dónde entrar, me tocó pasar por encima de los muertos. Al día siguiente vimos cómo abrían los cuerpos, les metían piedras y los cosían para tirarlos al río. Y los intestinos los enterraron al lado del potrero en la finca de mi mamá. Eran momentos tan difíciles, todavía siento temor”, dijo.


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En el 2010 regresó a El Placer y con otros líderes representativos del pueblo conformaron la Asociación Víctimas con Futuro Inspección El Placer sin Violencia, en la que se agrupan víctimas de 15 veredas del departamento de Putumayo.

“Empezamos a unificar el dolor, la angustia, la tristeza de muchas mujeres víctimas de la violencia, homicidio, secuestro, extorsión, desaparición, despojos de viviendas, violencia sexual y cosas que nos habían pasado”, agregó Mueses.

José Miseno Chapid Quenguan, de 52 años, tiene una historia de vida similar en tragedia y resiliencia. En el 2000 abandonó a causa de la violencia su predio en la vereda Los Ángeles, Valle del Guamuez, en el que vivía desde 1995, cuando el dominio sobre el territorio lo tenían las Farc.

“En noviembre de 1999 llegaron los paramilitares al pueblo a desalojar a las Farc, llegaron matando al que encontraban. En un ratito mataron a 11 personas inocentes, diciendo que eran guerrilleros porque corrían, pero cualquiera sale corriendo de solo escuchar los tiroteos”, rememoró Chapid.

Por siete años su predio estuvo abandonado, mientras él permanecía en Orito, otro municipio de Putumayo. Desde que regresó, hace unos 13 años, se ha dedicado a la siembra de palmito y pimienta.

En enero de 2016, durante un balance del proceso de restitución de tierras en La Hormiga —cabecera municipal del Valle del Guamuez—, el entonces presidente Juan Manuel Santos pidió excusas a nombre del Estado colombiano. En ese entonces, el mandatario aseguró: “Yo quiero hoy aquí, sin que nadie me lo pida, como presidente de la República, como jefe de Estado, pedir perdón por esa masacre de El Placer”.

Los habitantes del Valle del Guamuez que fueron entrevistados por la Agencia Anadolu coincidieron en advertir que aunque el Acuerdo de Paz suscrito en 2016 entre el Gobierno de Santos y las Farc mitigó la violencia en el municipio, progresivamente los grupos armados han retomado parte del control territorial. Esto implica, entre otras cosas, el reclutamiento de jóvenes por parte de las economías ilegales.

La situación en el Putumayo es preocupante debido a la disputa constante entre organizaciones narcotraficantes por el control de las rutas fluviales del departamento. En la actualidad, el Ejército de Colombia ha confirmado la presencia de la Estructura 48 (autodenominados Comandos de la Frontera) y la Estructura Carolina Ramírez, ambos clasificados por el Gobierno como grupos armados organizados residuales, que están principalmente conformados por combatientes disidentes de la desmovilización de las Farc.

“¿Dónde están los 70 u 80 estudiantes que se gradúan anualmente? ¿Cuáles son las oportunidades para estos jóvenes? Ahora cuando empieza nuevamente la guerra, otra vez estos jóvenes se vuelven a ver involucrados, no queremos que pase nuevamente lo que pasó hace 21 años”, concluyó Mueses.


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