Emisoras en frecuencia de paz

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ElTiempo – Desde el pasado viernes están al aire seis nuevas señales en varios territorios del país.

El numeral 6.5 del Acuerdo Final del Proceso de Paz habla de hacer pedagogía sobre lo firmado en busca de una paz estable y duradera, a través de emisoras de paz que narren lo que está plasmado en el documento, sus avances e implementación, pero que a su vez cuente esos territorios. Y con la llegada de seis nuevas señales la semana pasada, el número asciende a 11.

Las primeras (inauguradas en 2019 y 2020) fueron las de Ituango (Antioquia), Chaparral (Tolima), Convención (Norte de Santander), San Jacinto (Bolívar) y Fonseca (La Guajira). Las nuevas están en Algeciras (Huila), Puerto Leguízamo (Putumayo), Arauquita (Arauca), El Tambo (Cauca), Bojayá (Chocó) y Florida (Valle).

Sus periodistas fueron víctimas del conflicto armado desde alguno de sus dolorosos ángulos, pero también personas resilientes que ahora, a través de una señal y un micrófono, nos describen sus territorios y sus noticias, nos hablan de su cotidianidad, sus necesidades y cultura. Además de periodistas, son los productores de sus espacios, que se oyen por Radio Nacional, que hace parte de RTVC Sistema de Medios Públicos.


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Se tiene previsto que sean 20 emisoras, y como dijo Álvaro García, gerente de RTVC, en este diario, sus periodistas “son personas trabajando en proyectos muy interesantes que quisiéramos vincular a otros espacios”. Hoy les contamos quiénes son algunos de ellos, que hacen de la paz su mejor frecuencia.

Martha Rentería, Puerto Leguizamo, Putumayo

Martha Rentería, Puerto Leguizamo, Putumayo
​Indígena del pueblo murui, del Putumayo, cree en la palabra. “A través de ella, enseñada por mis abuelos, he defendido mis argumentos. Con la palabra se transmite el pensamiento de mi pueblo para vivir en armonía, ayudar al otro, no hacer daño a la naturaleza porque a ella pertenecemos, y trabajar en grupo. Esta se hace realidad mediante la oración, el canto, el dolor, la alegría y la paz”.

Tejedora de canastos tradicionales de su comunidad, cuenta que en su resguardo, Jiri Jiri, “durante este tiempo hemos enterrado a nuestros sabios y jóvenes”.

Como periodista de orden público y víctima del conflicto, pues perdió a su hermano, aprender a narrar la historia de su territorio desde su dolor “ha sido un proceso de reconciliación conmigo, con las personas que en algún momento me hicieron daño y con el Estado, que llegué a culpar por el abandono del territorio. Hoy esto me permite tener argumentos, pero sobre todo la capacidad para entender las desigualdades sociales que se viven en la región. Todo eso me hizo fuerte, consciente y sensible a una realidad que entre todos debemos superar. Hoy la página es diferente, con un nuevo color, con grandes oportunidades para ayudar a sanar las heridas del conflicto, con esperanza y, en ese sentido, se deben escribir las nuevas historias en la emisora”.


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Rubén Darío Zúñiga, El Tambo, Cauca
El Tambo es un hermoso municipio caucano muy golpeado por el conflicto armado. Y allí, Rubén Darío Zúñiga se ha desempañado como periodista de radio, prensa y medios digitales en temas de paz y orden público.

Estar hoy en la emisora de paz de este municipio “es una oportunidad valiosa para comunicar desde el territorio. Oír las voces de quienes en algún momento vivieron momentos difíciles por el conflicto armado es un factor esencial que contribuye a la resiliencia. Una emisora de paz no es solo una apuesta comunicativa sino una ventana hacia la reconciliación y ayuda a construir una mejor nación y fortalece la democracia”, dice.

“Como periodista me ha correspondido en el Cauca entrevistar a muchas víctimas del conflicto: una guerra que no se pidió, pero se ha vivido. Y hablar con ellos ha sido edificante y doloroso al mismo tiempo. Las historias que se esconden en los rostros de campesinos, indígenas y afrodescendientes no las alcanzan a imaginar en las grandes ciudades. Son vivencias de desarraigo y de pérdida total de sus sueños. Entender eso es clave porque ayuda a comprender, quizás, crudamente, la magnitud de la guerra y la importancia de una nación en paz. Y lo más importante: esta guerra no se puede repetir, no podemos dejarla repetir”.

Leilín Candela, Arauquita, Arauca
Contadora pública, porque en su momento no pudo estudiar periodismo, sino esta carrera, y también contadora de historias, Leilín Candela une, muchas veces, sus dos profesiones.

Ganadora del Premio Simón Bolívar en la modalidad de radio por un reportaje “sobre las comunidades de Arauquita y Saravena que se oponen, aún, a la exploración y explotación de petróleo en su territorio” hace parte del equipo de la emisora de paz de Arauquita, Arauca.

Dice que lo más importante de este proyecto “es la voz que se les da a las comunidades más olvidadas que no han sido escuchadas, pero que tienen mucho para contar, especialmente en temas relacionados con la reconciliación de los habitantes de su territorio. Vivir en medio del conflicto ha enseñado a muchas comunidades una convivencia que vale la pena ser narrada al país”.

Desde tan lejos –agrega– también cuenta que esta región debe ser narrada con “la música, que es fundamental para contar el llano. El joropo siempre ha mostrado la belleza de esta tierra, de los paisajes, de los llaneros. Esta es una parte muy importante de nuestra narrativa como región, de nuestros oficiones y tradiciones”.

José Luis Murillo, Bojayá, Chocó
“El ser sobreviviente (de la tragedia de Bojayá, ocurrida en el 2002 y que dejó 98 dolorosas muertes) me ha permitido contar las historias desde adentro, no solo desde mi alma transformada, sino desde el territorio, entendido este como un todo, en el que confluyen flora y fauna, selvas, vivencias y relatos de la gente de río o de agua, como se nos denomina”, dice José Luis Murrillo, de la emisora de esta población chocoana.

Su fin, desde el micrófono, es “visibilizar el territorio y lo que lo integra, la gente, su cultura, las luchas sociales y sobre todo la relación con el territorio. Nuestros ríos y selvas guardan la memoria de quienes los hemos habitado, dejando nuestras huellas”.

Por la emisora, dice, contará maravillosas historias: “La influencia de la medicina tradicional en nuestro municipio, que ha permitido la supervivencia de un pueblo donde el acceso a la salud es difícil por la geografía y la falta de un hospital y puestos de salud; las historias de los jóvenes que sobrevivieron a la masacre siendo niños y ahora lideran procesos sociales y organizativos del municipio; el baile del tambeo, del corregimiento de Puerto Conto, con su transmisión de saberes y tradición oral, y las alabadoras de Pogue, que con sus cantos acompañan los ritos fúnebres”.


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