Que vuelvan las promotoras de salud rurales, hoy el campo las necesita

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Alexander Africano

Por: MG. JOSÉ ALEXANDER AFRICANO MACIAS

Recordando lo hermoso que es el campo, vino a mi mente dos mujeres que marcaron mi época y que hoy por hoy como se les extraña, me refiero a las PROMOTORAS DE SALUD RURALES, para los jóvenes que no lo saben, fueron mujeres de origen rural seleccionadas para hacerp arte de los equipos de salud, en la década de los años 70. Fueron capacitadas en prácticas para la higiene personal, lae ducación en salud, el saneamiento ambiental, los primeros auxilios en el hogar, el mejoramiento de vivienda y la vacunación. Se pretendía que mediante la acción educativa y la activación comunitaria se disminuyeran los indicadores de enfermedad y muerte de los territorios rurales.

De igual manera, las promotoras jugaron un importante papel en el acercamiento de ofertas institucionales no solamente sectoriales, y el fortalecimiento de la organización comunitaria a través de asambleas y convites dirigidas a la generación de soluciones concretas a las problemáticas comunitarias observadas y a fortalecer la organización comunitaria para la gestión de respuestas en aspectos relacionados con el mejoramiento de vías de acceso, la mitigación de riesgos ambientales, la realización de jornadas de saneamiento para el manejo correcto de basuras y aguas residuales. Las acciones desarrolladas expresaron una clara intención de articulación entre las temáticas de salud, sociales y ambientales, mediadas por la participación de las comunidades.

Cuanto recuerdo a “Aurora” y a “Pastora”, dos promotoras que se ganaron el respeto con su traje y un recipiente o termo de color gris con naranja donde cargaban sus elementos, si bien eran el terror de los niños y niñas por aquellos de las inyecciones, también eran las amigas de todos y ocupaban un lugar importante en las comunidades desde el respeto hasta finalmente la admiración.


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Como me gustaría ver de nuevo a las promotoras rurales en la actual pandemia en zonas rurales, recibiendo un salario yen contraprestación realizando su trabajo con su termómetro, con su recipiente, haciendo prevención, cuidando de todos, recomendando, exigiendo. Todos sabemos que en algunos casos hay puestos de salud rurales hoy por hoy con horarios de oficina. El punto es que necesitamos las promotoras que vivan en el campo como antes, es disponibilidad salva vidas, eran quienes conocían las rutas y el que hacer hasta llegar al centro médico, en fin puedo asegurar que personas que conocimos promotoras de salud hoy estamos vivos gracias a ellas.

Surge entonces una propuesta al Gobierno Nacional y las entidades territoriales (gobernaciones y municipios), estudien la posibilidad de rehabilitar las promotoras de salud rurales para ayudar a mitigar la pandemia, el costo beneficio es rentable si hablamos de salvar vidas humanas, sobre todo la de los abuelos y abuelas para que se nos vaya tan rápido el saber.

 Y es que lo crítico es que por estos días tan complejos he puesto atención no solo al sector urbano sino desde una mirada integral a lo rural, donde hemos creído estar mejor protegidos de la pandemia del COVID-19; por eso éste análisis personal busca crear conciencia en las personas para que prevengamos la propagación del virus y detengamos la partida de nuestro mas importante baluarte: nuestros viejos campesinos y campesinas y rescatar como propuesta la reivindicación de las promotoras de salud rurales.

Una vez se supo de la pandemia en el año 2020, la mayoría de personas empezaron a llevar a los niños y niñas a donde los abuelos y abuelas, lo mismo sucedió con familiares adultos, eso fue importante pues hizo que se reforzaran los lazos familiares, seguramente hubo un “amor perdido” que fue recuperado hacia el campo y cada fin de semana las visitas a las fincas se hicieron más frecuentes (aún persisten). No discuto bajo ningún punto de vista el amor por la familia.


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El asunto aquí es que una vez se viaja de la ciudad al campo, pareciera que estuviéramos en otro planeta, al estar al aire libre ya no es necesario el tapabocas, ni las medidas, es decir la “relación” es del ciento por ciento. Para no ir tan lejos, veo como familias que se dirigen en sus vehículos todos usan el tapabocas, una vez llegan a donde los abuelos automáticamente desaparecen como por arte de magia y se abalanzan los nietos a abrazar sus seres mas queridos, lo propio hacen los hijos. Aquí ya empezamos a ver las fallas en la autoprotección, en la bioseguridad y demás.

Adicionalmente, si vamos de la ciudad con una simple gripa, no nos importa sentarnos en la sala, o en la cocina, o en otro lugar a conversar sin tapabocas con el pretexto de que no es nada de gravedad. En este punto debo hacer un llamado enérgico a los jóvenes y por qué no a todos, y es que recuerden que una de las condicionantes del virus es que e asintomático, significa eso que seguramente vamos a contagiar el ambiente y sobre todo a los ancestros sin necesidad, simplemente por que estamos en el campo. Les recuerdo que sin estigmatizar la población adulta mayor debido a sus complicaciones y enfermedades de base hacen parte de los más vulnerables.

Importante los remedios caseros de los abuelos, el eucalipto, el matarratón y otros por estos tiempos, pero tengamos en cuenta que hay complicaciones de tipo infeccioso que deben ser tratadas por un especialista y en un centro médico como es el caso de hospitales. Con los abuelos es importante tener a la mano un termómetro, aprenderlo a usar para el control de la fiebre, además que se debe constituir en un elemento en la actualidad indispensable en la casa como el alcohol y el lavado de manos.

Importante indicar que a nuestros campesinos por una razón tal vez de tipo cultural  se les dificulta ir a un centro médico, luego seguramente hay casos positivos que nunca serán reportados a las entidades de salud, eso pasa en la urbe también. Ni que decir de las tiendas en la ruralidad donde por la excesiva confianza un fin de semana se presenta aglomeraciones para ingerir bebidas embriagantes, es menester que, en cada conversación, en cada chiste, estamos impulsando el contagio, en tal virtud las medidas deben permanecer independientemente si se está o no en la ciudad o en campo. En tal virtud se hace necesario mantener una postura de autocuidado desde el uso habitual del tapabocas constantemente que en zona rural en ocasiones se hace cada vez más complejo.

Por lo expuesto, reitero mi interés de ver nuevamente ver generando empleo a enfermeras o enfermeros rurales, todos enfocados en prácticas educativas de prevención enfocadas en la salud tanto física como y hasta espiritual, sé que hay excelentes seres humanos, capacitando alas familias ampesinas sobre la importancia en estos tiempos de pandemia. Verlos recorrer los caminos con su termómetro, su oxímetro, enseñando como se usa, tomando presiones, temperaturas, con su botiquín o termo terciado, forjando y soportando el trabajo comunitario desde la prevención frente al COVID, verlos en sus charlas de charlas de autocuidado, de capacitación a población joven de los diferentes sectores rurales, en tantos aspectos de salud, en fin de la mano de los cuidadores de nuestros territorios; ojalá y se cumpla.

“La desaparición de las promotoras de salud rurales va en detrimento de los procesos sociales y comunitarios en la gestión dela salud en el campo”


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