E n la zona de transición entre la Amazonia, los Andes y la Orinoquia se han perdido más de 100.000 hectáreas de bosque, un área que ya se ha transformado en un 57 por ciento, poniendo en riesgo una de las conectividades ecológicas más importantes del continente.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) ha logrado establecer que en los últimos años que en la zona de transición entre la Amazonia, los Andes y la Orinoquia se han perdido más de 100.000 hectáreas de bosque, siendo el departamento Putumayo la región más afectada.
Frente a esta situación, el Instituto Humboldt viene alertando para que se garantice su riqueza biológica, pues sostiene que debe ser un lugar estratégico en materia de conservación, ya que justamente a esa diversidad de paisajes, se debe su extraordinaria biodiversidad.
José Manuel Ochoa, coordinador del programa de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, sostuvo que era prioritario conocer el estado de la biodiversidad para tomar las decisiones apropiadas. «Esto nos permitirá entender mejor cómo operan las distintas presiones sobre los ecosistemas, así como cuáles son las estrategias para la generación de economías o encadenamientos productivos que se consoliden como alternativas para las comunidades locales y reducir así los impactos sobre los bosques y su biodiversidad”, apuntó.
Desde el instituto indicaron que en Putumayo han registrado un gran número de especies de flora y fauna que, aunque faltan aún muchos grupos taxonómicos por incluir, dan cuenta de su riqueza biológica. Según la entidad, existen 28.000 registros que representan 4.705 especies, de las cuales 118 son endémicas.
«Esto hace muy relevantes las estrategias de conservación que puedan ser implementadas para conservar esa biodiversidad», señalaron desde el Humboldt.
De acuerdo con los resultados de los estudios realizados, el 30 por ciento de las especies que confluyen en esta transición se encuentra en algún grado de amenaza. “Si tenemos una problemática adicional tal como la deforestación, se debería tener mucho más claro cómo esta amenaza empieza a afectar a una gran cantidad de especies”, señaló el investigador.
Si bien la meta nacional es llegar a una tasa de cero deforestación, la urgencia se concentra en cómo mitigar sus impactos sobre la biodiversidad, conocer los núcleos concretos de afectación y, a partir de allí, plantear estrategias, recalcan desde el Humboldt.
La entidad plantea que una alternativa para avanzar en esta intervención es a través de un análisis de integridad del bosque que incluya no solo a las especies y los ecosistemas, sino el buen estado de los bosques que aún se mantienen en pie y en donde sea posible la puesta en marcha de soluciones basadas en incentivos a comunidades locales.
«El objetivo es que las comunidades puedan convivir con el capital natural que los rodea en los diferentes territorios y así ayudar a frenar las presiones que tienen los ecosistemas”, afirmó Ochoa.
Según datos del Sistema de Información sobre Biodiversidad (SIB Colombia) en Putumayo se han registrado más de 1.000 especies de aves, es decir, más de la mitad de todas las especies de aves de Colombia se encuentran en ese departamento, posicionándose como un destino de primera categoría para el turismo de naturaleza.
De acuerdo con una estimación hecha por la Universidad de los Andes, el aviturismo podría generar más de 30 millones de dólares anuales a nivel nacional.
«Otra de las alternativas de turismo de naturaleza para el departamento la protagonizan los primates, dado que concentra la mayor riqueza del país al tener 14 especies es un solo lugar», destacó el instituto.
Acá les presentamos un ejemplo de sitios donde el turismo sostenible tiene un enorme potencial en esa región del país:
Una mañana en el trampolín de las aves
El escenario es el filo de la montaña cuyas pendientes pueden alcanzar los 2.300 metros de altura. Una carretera angosta, capaz de poner a prueba los nervios de cualquiera. Es la vía que comunica los departamentos del Putumayo y Nariño y que se abrió paso en los años 30.En la medida en la que se avanza, la espesa vegetación de lado y lado y la majestuosidad de los paisajes que se abren paso con cada curva, logran capturar la atención del visitante y olvidar así los profundos abismos que siguen ahí.
Grandes cascadas, árboles de distintas formas y colores,así como una amplia gama de sonidos terminan de adornar el lugar.
Después de una larga hora de camino se inicia el tramo a pie. Indispensable llevar binoculares, celular con el aplicativo listo y si es el caso, cámara.
Esperar, saber esperar en silencio y en la mayor quietud posible, es el secreto. Lo ideal es ir en grupos pequeños. El sonido de las ramas guía hacia dónde se debe dirigir la atención.
El primer paso es ubicar la rama exacta en donde se encuentra, luego enfocar los binoculares y disponerse a disfrutar de sus colores y sus formas, después debatir el nombre de la especie con libro en mano y finalmente, agregar el registro en el aplicativo móvil. En este caso, EBird.
“Hay que tener el ojo entrenado, eso es pajariar”, sostiene Hernán Álvarez, guía de aviturismo de la organización Alas Putumayo. En tres horas bien pueden identificarse 50 especies de aves. No deja de ser sorprendente la explosión de biodiversidad de una de las mejores rutas de observación de aves del piedemonte putumayense: el Trampolín de las Aves.
*Con información del Instituto Humboldt.