Fuente : Semana
Luis Alexander Mejía Bustos, director general de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia, asegura que además del «garrote», se deben promover proyectos de conservación alternativos a la ganadería y la coca. Esta corporación se encuentra apoyando el Ficamazonía.
Se acerca una nueva temporada de sequía en Colombia y se prevé que los incendios comiencen a registrarse ahora en la Amazonia colombiana, tras su arrasador paso por Brasil y Bolivia.
Las bandas criminales aprovechan el verano para prender fuego a grandes extensiones de la selva y, posteriormente, acaparar la tierra y sembrar allí pastos para la ganadería y agricultura extensiva, los cultivos ilícitos o la explotación maderera.
De las 197.159 hectáreas que se deforestaron en Colombia en 2018, según el último informe presentado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, el 70,1% de la tala de bosques se registró en la Amazonia (138.176 ha), mientras que en 2017, esa región acumuló el 65,5%. El principal núcleo de deforestación se localizó en el sur del departamento del Meta.
Ante este panorama, Luis Alexander Mejía Bustos, director de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia, Corpoamazonia, afirmó que se encuentran preparados para atender las emergencias que se produzcan en las más de 22.500 millones de hectáreas que hacen parte de la jurisdicción de esa entidad: Caquetá (9 millones), Amazonas (10 millones) y Putumayo (2,5 millones).
El funcionario destacó el hecho de que esa autoridad nacional ya no estaba sola y que esa región era hoy de interés nacional. Semana Sostenible habló con Mejía sobre la importancia de esa región para el país y la vinculación de esa entidad al Festival Internacional de Cine y Ambiente de la Amazonía, Ficamazonía, que se llevará a cabo del 3 al 6 octubre en Mocoa.
– Semana Sostenible: ¿Cuáles son actualmente las principales amenazas de la Amazonia colombiana?
Luis Mejía (L.M.): El acaparamiento de tierras es un delito que se orquesta desde otras latitudes de la Amazonia y es perverso porque la tendencia es que los baldíos del Estado, que son de todos los colombianos, logren ser primero deforestados y luego adjudicados, en una actividad que no le hace bien ni a la región ni a la selva. La ganadería desbordada y los cultivos ilícitos, son las otras dos grandes amenazas.
– ¿Desde la corporación qué se está haciendo para contrarrestar las emergencias que se avecinan por la temporada seca?
L.M.: Hay que destacar que ya no estamos solos haciendo patria en una región tan grande. Hoy esta sección del país es de interés nacional, al punto que quedó incluida en el Plan Nacional de Desarrollo, además hay proyectos de cooperación internacional apoyando directamente a las comunidades de la zona, como es el caso de Visión Amazonia, GEF Corazón de la Amazonia, y Paisajes Sostenibles de la Amazonia, entre otros. Consideramos, además, que ahora existen más vigías ambientales, más conciencia y protocolos para el manejo y control de las quemas. Hoy tenemos imágenes satelitales que nos dicen en tiempo real y directamente desde del lugar, cómo está el tema. El Ideam ha diseñado una condición habilitante y con base en eso actuamos, pues ese instituto capacitó a personas locales en Putumayo y Caquetá para que cada semana nos informen sobre el estado de los núcleos de fuego y las alertas tempranas de deforestación.
– ¿Pero se cuenta con la capacidad suficiente?
L.M.: Aún falta mucho para equilibrar la balanza, hay que ser sinceros. Garrote y zanahoria son dos temas que nosotros debemos coordinar y equilibrar. Existe una campaña llamada Artemisa, que vendría siendo el garrote, pero tenemos que promover cosas más amables en cuanto a conservación, conciencia ambiental, pero sobre todo, economías propias, negocios verdes y alternativos a la ganadería, la coca y el acaparamiento de tierras de los baldíos.
– ¿Se le ha dado a la Amazonia la importancia que merece?
L.M.: Hoy esta región es un imperativo no solo cultural, sino también para los altos tribunales que determinaron, por ejemplo, que la Amazonia era sujeto de derechos, por eso cada una de las entidades del Estado involucradas en el caso, como la Presidencia, los ministerios, el Sistema Nacional Ambiental (SINA), las corporaciones autónomas y los municipios, debemos hacer lo propio y propender por un plan intergeneracional de largo plazo para que la Amazonia viva, al igual que acciones políticas, judiciales, administrativas, de educación y pedagogía. Esto debe hacer parte las estrategias para el control de la deforestación, por un lado, y la valoración de los bosques, por el otro.
Desafortunadamente, hoy por hoy, el árbol no hace parte del imaginario valioso que hay que proteger y no tiene inserción en el tema económico, no hace parte del desarrollo rural integral y aún así nuestra región tiene el 80% de su superficie cubierta de selva, luego debemos pensar en qué hacer con el bosque para aprovecharlo sosteniblemente o simplemente para vincular a la comunidad internacional para que respalde y estimule a las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes en la labor de preservación que están haciendo de los más de 18 millones de hectáreas que hay de bosque.
– Los accionantes aseguran que poco o nada se ha cumplido el fallo que declaró a la Amazonia como sujeto de derechos. ¿Qué tan cierto es eso?
L.M.: Al inicio coincidió con el posconflicto, con la salida de grupos armados y el control territorial, con reglas de juego y «leyes» que fueron impuestas en el marco del dominio de esas tierras abandonadas. Lastimosamente la salida de estos grupos no tuvo rápidamente el control del Estado en su máxima expresión y eso permitió un aumento exagerado de la deforestación para el acaparamiento de tierras. Pero esto ocurre en todos los países donde hay procesos de paz, pues se da pie a una posterior recolonización de los territorios. Sin embargo, se ha actuado poco a poco y los resultados los presentaremos ante Tribunal de Cundinamarca. A nuestro favor tenemos que la tala de árboles en la Amazonia se ha reducido en cerca de un 10%, según el Ideam, y eso nos motiva a seguir trabajando. Además, hemos adelantando planes y acciones efectivas desde que se profirió el fallo en abril de 2018.
– ¿Usted siente que las otras instituciones han cumplido la sentencia?
L.M.: Yo creo que falta una mayor articulación entre instituciones, pero cada quien desde su campo ha ido haciendo un esfuerzo. Esperamos que esto lo hagamos no solo para cumplir la sentencia, sino para tener una conexión con la Amazonia, que es la mayor superficie del país. Colombia es amazónico con el resto del territorio andino que gobierna y debe tener el poder de proteger su selva.
– ¿Por qué decidieron vincularse al Ficamazonía?
L.M.: Pensamos que se trata de una estrategia de educación ambiental bastante cercana y ambiciosa para generar conocimiento, difundir, valorar y hacer que la Amazonia salga del entorno local y se vuelva de interés nacional, que se vuelva parte de la agenda, el pensamiento y la visión, incluso internacional. Pensamos que el cine tiene la fuerza y estructura, y sus realizadores cuentan con la capacidad de hacer global un tema como la conservación de este ecosistema.
– ¿De qué manera se vinculó la corporación al festival?
L.M.: Nosotros tenemos un proceso de educación ambiental que venimos trabajando desde hace mucho tiempo, por eso nuestro tema en este certamen será la agenda académica. Consideramos con ello, que conocer para amar, para respetar y para transformar es el escenario ideal. Creemos que la educación ambiental es un derecho de los ciudadanos y de los colectivos a participar. Buscamos internalizar los valores éticos sobre lo que significa la Amazonia para nosotros y el mundo, así como la necesidad de conservarla.