Así funciona el negocio de las abejas sin aguijón

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En el sur de Colombia se mueve a toda marcha una iniciativa que busca en las abejas nativas y silvestres una forma de emprender, construir paz y conservar el medioambiente.

La Serranía de los Churumbelos es un área protegida muy cerca a los municipios de Villagarzón y Puerto Asís en Putumayo, y Piamonte en Cauca. Foto: Conservación Internacional Colombia

Meliponicultura. Así se llama la cría y manejo de abejas sin aguijón. Un proceso milenario al que le apuestan las comunidades de Mocoa, Puerto Guzmán, Puerto Asís y Villagarzón en Putumayo. Se trata de la producción de miel, cera, propóleo y demás productos derivados de estos insectos fundamentales para el equilibrio natural. En el país la meliponicultura es una industria incipiente, pero cada vez toma más fuerza. Sin embargo, pocos saben de las abejas silvestres o nativas, y mucho menos de su posible mercado. Según Germán Lotero, meliponicultor, en Colombia hay un inventario de alrededor de 120 especies de abejas sin aguijón, meliponas, es decir no pican, como las africanas, lo que reduce el riesgo y los costos al trabajar con ellas.

En los bosques de Putumayo, en plena Amazonia, se encuentra un número considerable de estas abejas. Álvaro Toro, meliponicultor y ambientalista de corazón vio este potencial. Este hombre de tez morena, mediana estatura y paso lento ha estudiado durante años las colmenas, las colonias, las piqueras y la terminología y la ciencia que encierra producir una buena miel de melipona.

Hace casi seis meses decidió seguir el ejemplo de estos insectos y en medio de un trabajo colectivo con otros meliponicultores de la región formaron la asociación Meliponas del Sur. Una agremiación que con el apoyo de la alianza Naturamazonas le apunta a lanzar muy pronto su marca Mieles de la Amazonia y llegar a mercados internacionales.


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Una de las características de las abejas meliponas es su forma de construir la piquera o acceso a la colmena.

“La meta es en menos de un año tener cerca de 1.400 núcleos; o sea, colonias. Con eso ya podemos empezar a tener ingresos importantes. Porque haciéndolo así sin saber mucho, en un año estamos sacando un kilo de miel de angelita, que vendemos en goteros y puede costar hasta $1 millón”, afirma Toro. La miel de las abejas sin aguijón ha servido durante años en medicina tradicional para tratar enfermedades oculares, respiratorias y digestivas. Eso la hace un producto muy apreciado que alcanza precios varias veces más altos que la miel de las abejas con aguijón o africanas. Es difícil establecer un precio medio de venta. Existen datos que indican cotizaciones a nivel local e internacional que van desde US$5 hasta US$80 por 375 gramos. La presentación más común viene en botellas de vidrio o en goteros de 20 mililitros.

Una apuesta que crece

Junto a Toro, otras 40 personas dedicaron parte de sus fincas y bosques a criar las abejas silvestres. En estos predios ya tienen alrededor de 600 colonias. Lida Osorio también pertenece a la asociación Meliponas del Sur. Comenzó a tener cajas con abejas hace tres años. Sin embargo, no había visto en ellas una alternativa de vida. “Cuando tuve las primeras, la verdad es que no sabía. Pero, hace unos meses cuando asistimos a la capacitación de Naturamazonas me disparé. Sueño con tener un espacio y que vengan los niños de los colegios y poderles enseñar la importancia de las abejas”, cuenta mientras revisa sus 16 colmenas. Las meliponas no solo producen de mieles de altísima calidad. También son unas polinizadoras excelentes. Gracias a ellas persisten cultivos como el tomate, la berenjena, el ají, el café y el aguacate, entre otros, que garantizan la seguridad alimentaria. Algunos estudios realizados por revistas de agroecología indican que la venta y alquiler de colonias para polinización puede convertirse en un agronegocio rentable. En Brasil, por ejemplo, el rango de precios de venta de una colonia de meliponinos fluctúa entre US$4 y US$160, dependiendo de la especie, la región, el objetivo del comprador y el estado de la misma.

En Colombia hay meliponicultura en varias regiones. La Amazonia es un lugar privilegiado por su variada riqueza de flora: árboles frutales y maderables especiales para que estos insectos polinicen sus flores y esparzan el polen entre plantas diferentes. En Antioquia también hay experiencias similares. Los meliponicultores son sociales, como los insectos con los que trabajan, por esto van compartiendo su conocimiento. Así lo ha hecho Lotero en Antioquia. De la mano del Ministerio de Agricultura, va enseñándoles a más meliponicultores cómo tecnificar sus cajas, dejar la forma rústica de producir y avanzar hacia mieles más limpias que se conservan mejor en los empaques. Así lo hacen Toro y Osorio, junto a sus demás vecinos. Guiados por el equipo técnico de Naturamazonas, llevan los registros que les permiten saber cuáles árboles son más resistentes a la variabilidad climática y pueden darle mayor estabilidad y alimento a las abejas, así como su sistema de reproducción que les permita garantizar una diversidad genética. Cada día aprenden algo nuevo. Cada día van construyendo sus cajas nuevas con madera incautada y donada por Corpoamazonia, entidad que también expidió una resolución para legalizar la actividad de la meliponicultura en el sur de la Amazonia colombiana. Se trata de la Resolución 1246, sin la cual no hubiera sido posible fomentar la actividad de la meliponicultura de manera legal.


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Mieles de la Amazonia

Aunque aún no han sacado su primera producción, los meliponicultores de Putumayo avanzan a pasos de gigante. En la zona ya han dictado 20 ciclos de capacitación, que significan 250 personas entrenadas para hacer todo el proceso requerido para producir miel y sus derivados de buena calidad. Como dice José Vicente Rueda-Almonacid, coordinador científico y administrativo del programa Naturamazonas, son guardianes del bosque y, por ende, de la extraordinaria biodiversidad que estos contienen.


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