Talleres Construyendo País: la forma de Duque para gobernar en las regiones

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De izquierda a derecha, Wilmar Barbosa (alcalde de Villavicencio), Karen Abudinen (consejera para las Regiones), el presidente Iván Duque y Marcela Amaya (gobernadora del Meta). Foto: Cortesía Consejería Presidencial para las Regiones.

En su primer año como presidente, Iván Duque hizo 34 talleres en los 32 departamentos del país, a los que llevaba a sus ministros para escuchar a la comunidad y prometerles cómo atenderían sus necesidades.

Esta estrategia, llamada Construyendo País, es muy similar a la de los consejos comunales que le sirvieron como vitrina a Álvaro Uribe para mostrar los avances de su Presidencia y para hacer la puesta en escena de su forma de gobernar: desde su microgerencia hasta la verticalidad en la que decidía.

Duque también utiliza los talleres regionales como el espacio para mostrar qué tan avanzado está el ‘cumplinómetro’ de su Gobierno.

La estrategia de llevar al Presidente y a los ministros a región les gusta a algunos mandatarios locales porque sienten que sus departamentos tienen peso en la política nacional. Pero varias organizaciones sociales consideran que sirven poco por el límite de tiempo que tienen para mostrar los problemas de su región, porque no siempre el Gobierno cumple lo que promete o porque no incluye los temas más álgidos.


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El punto extra de visibilidad y popularidad
En sus discursos de posesión y de inauguración de la legislatura del Congreso, Duque ha mostrado su estilo de Gobierno, en el que se ciñe a mostrar promesas y avances puntuales.

En ese estilo, los talleres sirven para prometer cosas específicas en las regiones, ponerles un plazo límite y apretar a los ministerios para que cumplan.

Por otra parte, escuchar directamente a más de 80 personas en cada lugar le da más cancha sobre las realidades que enfrentan los departamentos.

“Se aprendió a conocer el territorio, la Colombia profunda, la realidad en la que vivimos, y a sacar políticas públicas que beneficiaran y que mejoraran la calidad de vida”, asegura Karen Abudinen, consejera presidencial para las regiones.


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Esto es importante porque uno de los puntos más débiles de Duque es el conocimiento de las realidades nacionales.

Casi toda su trayectoria profesional ha sido afuera, llegó al país apenas en 2014 después de estar en Estados Unidos desde 2001, y en sus cuatro años como senador se enfocó más en cuestiones nacionales macro, especialmente económicas, que en las necesidades micro, que fueron uno de los motivos del éxito de Álvaro Uribe en la opinión como presidente.

Además, los talleres le sirven para mostrar en región lo que está haciendo, lo que el mismo mandatario resume en la frase “pasar del escritorio al territorio” y que Abudinen califica como “la mejor manera para hacer rendición de cuentas a nivel región”.

¿Cuánto vale un taller?
Esa estrategia tiene eco en los mandatarios locales.

Por ejemplo Manuel Eduardo Ocoró, alcalde de Orito en Putumayo del Partido de La U, siente que los tres viajes que ha hecho el presidente Duque al departamento y el taller Construyendo País de Mocoa muestran que los escucha y visibiliza a Putumayo ante todo el país.

“Que visite el departamento significa que sí estamos en el pensamiento del Gobierno y del Estado”, asegura.

No es en vano entonces que la Presidencia priorice las promesas de los talleres y que por ello exista toda una estructura encargada de hacerle seguimiento a dichos compromisos.

El método comienza días previos al taller, cuando las comunidades y los mandatarios locales se reúnen en unas mesas temáticas a priorizar qué problemáticas le presentarán al presidente y su gabinete.

Ya en el taller, ellos hacen sus peticiones, luego responde el Presidente, y posteriormente cada Ministerio pasa al tablero a explicar en qué se compromete.

Esas promesas van desde ambulancias para los hospitales públicos e inversiones en aeropuertos regionales hasta pavimentaciones de vías interdepartamentales y reuniones con mandatarios locales.

Por lo general, los ministros se comprometen con ayudas o inversiones que están relacionadas con las políticas de más largo plazo de Duque porque el mismo taller está dividido en 22 temas que tienen que ver con los ejes del Gobierno de legalidad, emprendimiento y equidad.

En ese sentido, hay muchas propuestas encaminadas a hacer festivales de innovación o fondos para emprendedores, siguiendo con la línea de la economía naranja. Luego, cada promesa tiene su chequeo.

“Semanalmente, los ministros me tienen que pasar cuáles son los compromisos (que hicieron en el taller) y qué han cumplido. Tengo un equipo de cuatro personas para hacerle seguimiento al cumplimiento de cada uno de los compromisos”, detalla Abudinen.

Del otro lado, cada Ministerio tiene una persona encargada casi que exclusivamente a responder por las promesas que salen del taller.

Carlos Baena, viceministro de relaciones laborales en el Ministerio del Trabajo y excongresista del Mira, explica que además de hacer el seguimiento, esa persona viaja a la región antes del taller con la Consejería para las Regiones, para ayudar a prepararlo y escuchar las inquietudes que van surgiendo en las mesas temáticas en las que se divide la gente del lugar.

Esa mezcla del ‘cumplinómetro’ y la presencia en región le ha dado resultado al Gobierno en las encuestas. Mientras la popularidad del presidente Duque ha caído del 42% al 29% en su primer año de mandato, los talleres Construyendo País se mantienen como una de sus políticas que más gustan con un 68% de favorabilidad, según la Gallup Poll de junio de este año.

Y aunque la mayoría de los encuestados creen que los talleres ayudan a solucionar los problemas de las regiones, no todos piensan igual y critican especialmente la metodología.

Los tiempos de la chicharra
Los talleres comienzan con una avanzada de la Consejería que llega dos o tres días antes del evento principal.

Según Abudinen, en ese tiempo identifican los problemas del lugar. En eso concuerda con los seis asistentes a cuatro talleres a los que entrevistó La Silla Vacía. Como dice uno de ellos, en ese tiempo “la gente de Bogotá” se reúne con los que quieran asistir para explicarles cómo funciona el taller, cuántos minutos tienen para hablar y cómo coger el micrófono.

Por ejemplo, antes de la llegada de Duque a San José del Guaviare, en diciembre de 2018, la Consejería convocó a los interesados a participar en el taller y les pidió que se inscribieran en una mesa según su tema de interés, como explica Carlos Alberto Romero, coordinador de Asojuntas en Guaviare.

En cada mesa discuten los temas que presentarán en el taller pero tienen que priorizarlos directamente ellos, pues el vocero que escogen en cada mesa tiene de dos a cinco minutos para hablar. El tiempo depende de la cantidad de las mesas que haya: a menos mesas, más tiempo para presentar las propuestas.

Pero nunca tienen más de cinco minutos. Y al finalizar el tiempo, suena una chicharra que imita el cantar de un gallo.

“En esos tres minutos uno dice lo que alcance a decir. Luego, le ponen la chicharra esa y los más osados se roban 30 segundos o un minuto más, pero siempre es incómodo”, dice Romero.

Allí que surge el primer reclamo de las organizaciones.

La Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida decidió no participar en el taller que hubo en Mocoa en mayo de este año porque para ellas tres o cinco minutos era muy poco para presentar todas las problemáticas de las 65 organizaciones de mujeres que reúnen en Putumayo, explica su presidente, Fátima Muriel.

“Además, solo nos daban espacio para una sola vocera a pesar de que las tres subregiones del departamento tienen características muy diferentes. Las del Bajo están más afectadas por el conflicto armado mientras que en el Alto Putumayo no tienen coca ni actores armados. Por eso, propusimos que hablaran tres mujeres pero Presidencia dijo que no, que solo una y que tenía que sintetizar todo”, dice Muriel.

Por su parte, Abudinen defiende la necesidad de un vocero como el método para evitar que el taller sea “una espiral interminable de conversaciones” y se trate, en cambio, “de una manera eficiente, eficaz y efectiva para escuchar a la comunidad”.

Quienes sí decidieron hablar en ese taller de Mocoa fueron los representantes de la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Opiac), que en ese momento, llevaban en minga 30 días.

Por eso, cuando hicieron su presentación pública en el taller, le pidieron al Presidente que enviara una comisión de ministros y otros altos funcionarios para discutir sus 64 solicitudes.

Minutos después, la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, le respondió públicamente a la Opiac: “estaremos aquí con la Dirección de Planeación Nacional, el Ministerio del Interior y todas las entidades del nivel nacional para realizar las prioridades de inversión de acuerdo a los compromisos establecidos en el Plan de Desarrollo”.

Sin embargo, Robinson López, coordinador de derechos humanos y paz de la Opiac, asegura que a la reunión, que fue 11 días después del taller, no llegaron ni ministros ni viceministros. Ellos esperaban, por ejemplo, al viceministro del Ministerio del Interior para la Participación e Igualdad de Derechos, Juan Carlos Soler; pero este no fue, como consta en el acta de la reunión.

De allí surge la otra queja de las comunidades, que sienten que las promesas algunas veces se hacen para bajarle la presión política a las coyunturas, como la minga en este caso.

“El taller fue un espacio para intentar calmar nuestras exigencias, prometiéndonos una reunión. Pero el Gobierno quedó mal porque no envió a los funcionarios que pudieran concertar propuestas estructurales, sino a un equipo técnico sin capacidad de tomar decisiones”, expresó López.

Las promesas: ¿en palabras o en hechos?
Otro de los problemas que se repiten es que no todos están conformes con el ritmo que tardan las promesas en hacerse realidad.

Los datos de la Consejería indican que en el primer año de Duque cumplieron 602 de los 1.327 compromisos que el Presidente y los ministros adquirieron en los talleres. Aunque la consejera Abudinen nos dijo que de estos han verificado en terreno 230 promesas cumplidas, correspondientes a 13 de los 32 departamentos.

Por bien que suenen las cifras globales, en región las personas se concentran en sus necesidades puntuales, y de ahí las quejas.

Por ejemplo, en Guaviare se han cumplido ocho promesas desde finales del año pasado, cuando se realizó el taller. Estas incluyen programas para microempresarios, inversión en escuelas, la  actualización de los planes de ordenamiento territorial y un “emprendetón” para fomentar la innovación en el departamento.

Pero no hay nada respecto a dos de las necesidades más profundas: la pavimentación de la carretera que une a la capital con los otros tres municipios, y el fortalecimiento de los programas para sustituir las hojas de coca por cultivos legales.

“En las mesas preparatorias, los comunales planteamos que no se fumigara en Guaviare y que, en cambio, se declarara al departamento como plan piloto de sustitución voluntaria. Pero yo siento, personalmente, que en los talleres el Gobierno no recoge los temas que no le interesan”, dice Romero.

En esta misma línea, la alcaldesa de Policarpa, Nariño, Claudia Cabrera, asegura que no se han cumplido varias de las promesas más importantes que salieron del taller Construyendo País que hubo en Pasto (después del de Mocoa).

Por ejemplo, Duque se comprometió a hacer un consejo de seguridad en Pasto antes de agosto de este año y no lo ha hecho, según la alcaldesa.

“Lo grave es que un mes después del taller se cumplió lo que preveíamos: los Gaitanistas y las disidencias de las Farc se enfrentaron a plena luz del día. Luego, el Eln y las disidencias pusieron banderas y graffitis para anunciar que estaban unidas. Yo bajé las banderas y se las voy a entregar al Presidente, porque no sé si no cree lo que denunciamos o no sé qué pasa”, dice la alcaldesa Cabrera.

Los talleres de Mocoa y Pasto fueron los números 30 y 31, respectivamente, de los 34 que se han hecho. Es decir, fueron dos de los últimos y han pasado solo tres meses desde entonces.

Amagá, en Antioquia, fue uno de los primeros municipios que visitó el Presidente con un taller. Los datos de la Consejería indican que a agosto de este año se habían cumplido 25 de los 39 compromisos prometidos.

Pero el concejal conservador León Fabio Gaviria dicen no se ha cumplido una de las promesas fundamentales para el municipio: la renovación del alcantarillado, que tiene más de 40 años, y comenzó en 2016 pero quedó a medias cuando el contratista suspendió las labores sin más ni más.

“El Gobierno se comprometió en el taller a que eso estaría listo en marzo de 2019, a más tardar. Pero mandaron otro contratista que solo trabajó tres meses y se fue. Actualmente, el 25 por ciento de las obras siguen sin terminarse y produciendo malos olores en el municipio”, explicó Gaviria.

Abudinen es clara en explicar que apenas van en el primero de tres años y recalca que los compromisos hechos en Construyendo País son de máxima importancia porque son las promesas que el Presidente le hace a las regiones.

De hecho, en este segundo año los talleres se enfocarán más en ser una rendición de cuentas de las promesas ya hechas, donde mostrarán qué han hecho en cada región del país.

Otra novedad es que el nuevo ciclo de Construyendo País comenzará con talleres en las capitales y, posteriormente, continuarán con municipios que hagan parte de los Programas de Desarrollo de Enfoque Territorial (Pdet) que creó el Acuerdo de Paz.

La metodología también tendrá un cambio importante pues ya las mesas temáticas no elegirán quién hablará ante el Presidente, sino que será una plataforma en línea la que elija al azar las personas que intervendrán en el taller. Esa plataforma escogerá los nombres de una lista a la que se inscriban previamente todos los interesados.

El reto más grande estará en las promesas porque hasta que no se cumplan del todo, en las regiones seguirán existiendo los malestares que algunas organizaciones sociales apuntan. Esto ocurrirá a la par de los beneficios que los mandatarios locales tienen al ser escuchados y al mostrar en los talleres los resultados de su gestión. Y mientras en lo local se dividen las opiniones, el Gobierno se seguirá impulsando con los talleres para mostrar su gestión.

Fuente : LaSillaVacia


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