Vinieron los “millennials” que enfrentan la crisis climática

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Jóvenes líderes defensores de derechos humanos y medio ambiente de Asia, África y Latinoamérica estuvieron en Bogotá y Putumayo, conocieron el caso colombiano y renovaron alianzas internacionales.

El grupo de jóvenes activistas, y sus pares colombianos, que visitó el país la primera semana de agosto para fortalecer sus investigaciones para enfrentar la crisis climática en el sur global. / Cortesía Santiago Ardila – Dejusticia

Por : Nelson Fredy Padilla *

A pesar de los dramas que enfrentan, son jóvenes optimistas. Llegaron a Bogotá el 1º de agosto como becarios de un programa al que se presentan centenares de aspirantes de todo el mundo y solo 18 son seleccionados para venir a Colombia desde hace siete años. En 2019, la convocatoria del VII Taller Global de Investigación-Acción fue para líderes en la defensa del medio ambiente dedicados a buscar soluciones a la crisis climática.
(Más: El año pasado estuvieron los activistas de derechos humanos de las peores guerras).

Primero, se pusieron al día sobre Colombia, incluidas la paz, la guerra, la política y la realidad medioambiental, narcotráfico de por medio, con la ayuda de expertos como Rodrigo Uprimny y César Rodríguez Garavito, reconocidos profesores, abogados y fundadores del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia), así como de la subdirectora de esa entidad no gubernamental, Diana Rodríguez, experta en justicia ambiental. Luego viajaron al Putumayo para conocer la selva del segundo país más rico en biodiversidad del mundo y también el segundo donde más defensores del medio ambiente son asesinados, 24 en 2018, según el informe de Global Witness (Lea aquí los detalles de ese informe).


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En Mocoa, la profesora de la Universidad de Pensilvania Kristina Lyons, investigadora del ecosistema amazónico, los puso al tanto de los cambios del clima por factores como deforestación, minería y contaminación, y les explicó las razones de la avalancha que arrasó parte de esa ciudad en 2017. Otra lección resultó de que estuvieron atrapados por lluvias dos días en el aeropuerto. Regresaron a Bogotá y participaron en un taller de narrativa basado en sus experiencias de vida y en el que exploraron su potencial a partir de las técnicas de escritores como el estadounidense Cormac McCarthy, por su novela La carretera, y el colombiano William Ospina, por su trilogía sobre el Amazonas y El año del verano que nunca llegó. Enseguida cuentan lo que hacen en sus países:

JOYCE TAN, Filipinas:

El país más peligroso para defender el medio ambiente es Filipinas, donde mataron a 30 activistas el año pasado. Está en Colombia como abogada investigadora de Dejusticia para litigios estratégicos sobre cambio climático. Fue profesora en el Ateneo de Manila para Derecho Ambiental Internacional y Cambio Climático, y tiene una Maestría de Ciencia en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad de Edimburgo, Reino Unido. Trabajó con el Banco Asiático de Desarrollo como consultora en educación en derecho ambiental en 14 países de Asia. Es especialista en políticas de cambio climático y gestión de desastres y fue miembro de la delegación filipina en la 21ª y 22ª Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas.

ALYA EL MARAKBY, Egipto:


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Antropóloga, investigadora de la ONG Plataforma de Justicia Social. Desde El Cairo trajo la fotografía de un dique, una de las obras de la Gran Represa del Renacimiento, que será la hidroeléctrica más grande de África y podría generar una guerra por el agua, pues el 85 % del río Nilo fluye por las tierras altas de Etiopía, donde quieren represarlo, atraviesa Sudán y llega a Egipto, donde la preocupación es que sus vecinos lleguen a racionar el cauce. Las consecuencias son impredecibles tanto a escala ambiental, como social y política. Las negociaciones apenas empiezan y Egipto tiene en contra que en los años 60 hizo algo parecido al construir la represa de Asuán. “Investigo las diversas formas de política ambiental y cómo se ven afectadas por las dinámicas de gobierno. Trabajamos en garantizar la preservación de los derechos sociales y económicos bajo condiciones de cambio climático”.

ALAN CARVAJAL, Chile:

“En Limarí, mi provincia, se aceleró la desertificación entre el desierto de Atacama y el Valle Central de Chile. Hay disminución de lluvias y derretimiento de la nieve en las montañas. Esto ha reducido el agua para abastecer a la población en la temporada seca. Desde el siglo XIX se deforestó la flora para agricultura, minería y ganadería, fenómeno agravado por cultivos de uva, paltas y cítricos. A mayor tecnificación más demanda del agua, que ahora se encuentra en manos de privados. El Estado nos abastece con camiones, lo que es insuficiente. La situación crítica nos afecta en lo emocional, cultural y social, y pone en riesgo la vida misma. Por eso, como abogado, asesoro las demandas de las comunidades en defensa de sus derechos”.

BETZABETH BRACHO, Venezuela:

“En Maracaibo, estado de Zulia, la urbanización Ciudadela Faría, de 27 edificios, estaba repleta de basura. La falta de tratamiento de residuos contribuye a la contaminación de aire, suelo y acuíferos. No cuenta con calles asfaltadas, lo que imposibilita la movilidad de camiones recolectores. Los habitantes optaban por dejar sus residuos en lugares inadecuados. Debido a la necesidad de educar en materia ambiental y fomentar la corresponsabilidad, surgió la fundación La Papelera Tiene Hambre, de la cual soy coordinadora. Con el programa ‘Vecino Sustentable’ y jornadas de recolección mejoramos la clasificación de basuras y el impacto ambiental. Crearemos bosques urbanos para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar el clima local”.

ALEJANDRA DONOSO, Chile:

“Cerca a la capital está en construcción hace diez años un proyecto para generar energía eléctrica entubando el río Maipo y sus cuatro afluentes. Es la hidroeléctrica Alto Maipo, emplazada en la precordillera de Santiago, sobre un acuífero no suficientemente estudiado, que alimenta a toda la región de agua potable. El caso llegó a Defensoría Ambiental, la organización donde trabajo, de la mano de cuatro mujeres defensoras de sus ríos, sus cerros y su forma de vida, cansadas de tantos años de puertas cerradas en la nariz. Tomamos el caso —apenas en curso— para salvar el río, evidenciar el mal funcionamiento de los órganos del Estado en su rol de protección del medio ambiente y aportar argumentos a los tribunales para que se haga justicia”.

NATASHA GUTIÉRREZ, Perú:

“Mis padres migraron de la sierra peruana hacia un descampado de Lima en los años 80, como miles de familias. Hoy es San Juan de Lurigancho, el distrito más poblado del Perú (un millón de personas). Ningún gobernante planificó la incorporación de estos habitantes, que se asentaron en desiertos, cerros áridos y cauces de ríos. Allí construyeron sus barrios y demandaron al Estado la instalación de los servicios básicos, que solo obtuvieron después de largas luchas y muchos años de espera. Estas zonas, según los expertos, no son idóneas para la construcción de viviendas, debido a la mala calidad de los suelos y su ubicación. En 1998 se produjo el fenómeno de El Niño, un evento climatológico que altera el clima y produce intensas lluvias. Hubo desborde de ríos, deslizamientos e inundaciones. Esta tragedia la volvimos a vivir en 2017 con el fenómeno de El Niño Costero. Muchos limeños nos organizamos para apoyar a las familias afectadas y ahora desde Proética fiscalizamos, con apoyo de veedurías, los recursos oficiales para la reconstrucción”.

BRUNO MARTINS M., Brasil:

“Mi familia llegó a Goiás, centro de Brasil, en el siglo XVIII. Mis hermanos y yo nacimos en la misma finca, a orillas del río Claro. En el bosque de la parte alta nace el agua que mi tatarabuelo guió hacia el balcón por un tronco abierto de un árbol de aroeira. De ahí sacamos para los molinos de granos, tomar, lavar, bañarnos. Hace dos meses mi abuelo me llamó a contarme que el agua se puso roja. Deforestación de los campos por cultivos de soja y cambios en el régimen de lluvias traen desechos y pesticidas, oxidando el agua y haciéndola no apta para consumo. Mi abuelo, de 87 años, dice que abramos un pozo, pero el subsuelo también será afectado. La solución es reforestar las tierras altas para mitigar efectos, pero implica un impacto sobre la tierra de los vecinos, cuyo precio se ha vuelto especulativo”.

ASMA KAOUECH, Túnez:

“El clima de Túnez está cambiando. En septiembre de 2018 conducía mi automóvil para asistir a una conferencia en la ciudad mediterránea de Nabeul. Comenzó a llover torrencialmente. Tenía miedo. Llamé a una amiga que vive allí y me dijo que todo se había cancelado porque el hotel se había inundado, que pasara la noche en su casa. Temí por mi vida, llegué a salvo y la lluvia no paró en toda la noche. Hubo cinco víctimas y arrasó puentes, carreteras, automóviles y casas. Se registraron cantidades de lluvia equivalentes a seis meses de precipitación en nuestro país. Con el grupo de Facebook “Salvar Nabeul” reunimos a más de 30.000 personas para canalizar ayuda a las víctimas, pero faltan políticas públicas para reducir la vulnerabilidad de las comunidades”.

NEHA KURIAN, India:

“Vengo de Kerala, el estado más al sur de la costa oeste. Un angosto trecho rico en diversidad, bordeado por montañas al este y por costa al oeste, densamente poblado. El año pasado enfrentamos el peor desastre por inundaciones generadas por el cambio climático y que se llevaron 500 vidas. Los 14 distritos quedaron en alerta roja, y carreteras, puentes y edificios terminaron derrumbados. Diez pueblos lakh fueron desplazados a campos de auxilio en un mes. Yo estudiaba en Ginebra (Suiza), y a través de una brigada en línea ayudé a coordinar el envío de materiales de emergencia. Hicimos un informe para mejorar la gobernanza ambiental con mapeo de cuencas hidrográficas, pues ninguna de las 53 represas en los 40 ríos del Estado cuenta con plan de emergencia”.

ADRIANA POU HERNÁNDEZ, México:

“Las energías solares y eólicas son claves para avanzar hacia una sociedad más sustentable. Sin embargo, esa transición energética en México trae defectos de fábrica:   Se diseñó en las esferas del poder, bajo el modelo capitalista que concibe los recursos naturales no como un bien común, sino como una explotación por terceros en beneficio de la economía. Esto ha hecho que los megaproyectos se concentren en regiones con buenas condiciones para energía renovable, pero provocando fuertes impactos socioambientales. El más cercano a mí es en la Península de Yucatán, donde  se han documentado múltiples casos de despojo territorial y destrucción de hábitats. Yo defiendo a las comunidades indígenas y campesinas afectadas”.

YURSHELL RODRÍGUEZ, Colombia:

“Tengo 24 años, soy del grupo étnico raizal afrodescendiente, estudiante de la maestría en ingeniería ambiental de la Universidad Nacional. Hago parte de los 25 jóvenes y niños que interpusimos la primera tutela sobre cambio climático en América Latina, que resultó  en la sentencia donde la Corte  Suprema de Justicia ordena la protección de la Amazonia. Reserva de Biosfera SeaFlower, así  se le declaró en el año 2000 al Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina por parte de la UNESCO. Y desde entonces hace parte de la Red Mundial de Reservas de Biosfera. En mi hogar, la isla de Providencia, tenemos la maravilla de vivir en la tercera barrera arrecifal más larga del mundo y la primera mejor cuidada, como solemos decir allá. Desde muy chiquita he compartido un amor profundo por la naturaleza y el mar, siendo partícipe de programas de limpieza de manglares, corales y de monitoreo de playas. Es la región del país que está en mayor riesgo por el cambio climático. Veo cómo los corales de mi isla pierden su magia y se diluyen sus colores; cada vez hay menos peces y las macroalgas empiezan a vestir de verde los pálidos esqueletos del coral. El calentamiento del agua puede causarles la muerte si no se logra estabilizar la temperatura en su rango de tolerancia. Por esto quiero encontrar maneras de mitigar el cambio climático desde el ejercicio de la investigación. El futuro para los habitantes de mi isla será incierto; solo la recordarán en cien años por medio de fotos de sus maravillosas playas, arrecifes y atardeceres. Ya no habrá vida en la barrera arrecifal, porque el panorama es desalentador: para 2070 la temperatura de esta zona aumentará 1,4 grados y las lluvias se reducirán 32%, según los cálculos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM). Además, hay una lucha de resistencia por la expropiación de nuestro territorio por el fallo de la Corte de La Haya en 2012. Hablarán de mi bella isla en pasado, sí, en pasado porque un modelo de desarrollo tan infinito en este planeta tan finito volverá mi hogar un recuerdo bajo el agua como la mítica Atlantis o como varias islas del archipiélago de Salomón en el Pacífico”.

ROMOLA ADEOLA, Nigeria:

“Hace poco tuve que escribir un informe sobre una crisis entre pastores y agricultores y proponer soluciones para resolverla. Me di cuenta que uno de los asuntos claves del proceso fueron los recursos naturales limitados por el estrés climático en la región del Sahel. Dada mi experiencia en la academia,  intento concientizar a la gente sobre las migraciones que esto produce.  La escasez de agua dulce, así como lluvias insuficientes, han forzado a los pastores a moverse hacia zonas de agricultores, lo cual ha llevado a la violencia y al desplazamiento. En Ghana se van hacia el sur hasta los llanos de Accra-Keta. Una mayoría se queda en lugares como el Brong Ahafo del este y partes de la región de Ashanti. En Sudán del Sur esto se ha agudizado entre los Murle y Lou Nuer”.

SANA FARRUKH, Pakistán:

“Lahore, la ciudad de los jardines”, es la ciudad con la mayor contaminación del aire en el mundo, causa de una alta tasa de mortalidad y riesgos de salud irreversibles(Muestra una imagen de un vendedor de mazorcas y su hijo en medio de la nube de contaminación cotidiana del aire)  ante la inacción del Gobierno, que no solo ignora la crisis de salud pública, sino contribuye a una emergencia de salud global.    Nos enfrentamos al cambio climático todos los días y nos impregna nuestros pulmones. Al mejor amigo de mi padre una simple infección ocular casi logra cegarlo: los irritantes en el aire, empeorados por el invierno, hicieron que la infección creciera y se volviera resistente a los medicamentos. Mis primos tuvieron que solicitar costosos filtros de aire para las aulas de sus hijos. Es la realidad de los pakistaníes de clase media alta, que tienen  atención médica y cuyos hijos pasan sus días en colegios con aire acondicionado. El mayor impacto es para los menos privilegiados. En Justice Project Pakistan intentamos que el gobierno, la justicia y la propia comunidad hagan algo al respecto”.

PRATRICK KARMACHRYA, Nepal:

“Nepal es un país montañoso, sin litoral, cuya economía puede ser caracterizada como agraria, basada en remesas y donde más de tres cuartos de la población es dependiente de tierras agrícolas y bosques como pilar de su economía. Aunque es solo el 0.1 % de la Tierra, Nepal alberga 2 % de las plantas de floración, 9 % de las aves y 4 % de los mamíferos. Ocupa el puesto 25 en riqueza de especies y tiene 118 tipos de ecosistemas de bosques. Es cuarto lugar en vulnerabilidad al cambio climático, 11 frente a  amenazas sísmicas -en 2015 sufrió un terremoto- y 13 en inundaciones debido a sus frágiles, empinadas y plegadas montañas. La calidad del aire de su capital, Katmandú, es cinco veces peor que el estándar de la Organización Mundial de la Salud. Los glaciales del Himalaya se están derritiendo. Sequía o exceso de lluvias, inundaciones, deslizamientos, son impactos visibles que afectan a comunidades con bajos niveles socioeconómicos”.

LUCIEN LIMACHER, Sudáfrica:

“El día está caliente. Estoy en la región del Eastern Cape de vacaciones con mi familia, necesito agua, camino hacia la casa y no hay. Me informan que la represa que abastece  a la ciudad se ha secado y que la municipalidad tiene que traer agua desde un pueblo pequeño en camiones. Cojo el teléfono y empiezo a llamar frenéticamente para averiguar cuánto tiempo va a durar esto. Estuvimos sin agua cinco días y tuvimos que comprarla en almacenes para vivir durante esos días. Desde 2016 las regiones de Western Cape, Eastern Cape y Northern Cape han enfrentado las peores sequías en la historia. La Municipalidad de Cape Town instauró un nivel 6B de restricción de agua sobre los residentes. Vivo en Johannesburgo y científicos afirman que lo  de Cape pasará allá. Como abogado,  litigo contra las corporaciones que son facilitadoras del cambio climático”.

MAHDI KHODAEI, Irán:

“Mi país está localizado en una región con un índice de precipitaciones por debajo del promedio mundial, lo  que significa que sufre de escasez de agua. Tras la revolución de 1979, en un afán por el desarrollo, no permitió a los expertos considerar los escasos recursos hídricos dentro de la planeación. Hoy, a raíz de la construcción de más de cien represas, ríos y lagos se han secado y los problemas se multiplican. Las autoridades han desviado el agua desde provincias con más reservas, pero allí se enojaron y  dañaron las infraestructuras.   Consideran afectadas su agricultura y ganadería, y no quieren tener el mismo destino que las provincias en sequía. El gobierno asegura que el proyecto no es dañino, pero al tiempo autoriza en estas regiones la mayor parte de las industrias de acero”.

MILDRED M. MELÉNDEZ, Puerto Rico:

“Los cambios en las zonas inundables tras el desastre provocado por el huracán María, la sedimentación, el mal manejo de nuestros recursos naturales, la falta de protección de los manglares y arrecifes de coral, la contaminación del suelo marítimo-terrestre y la falta de aplicación de una política pública consistente ante los eventos atmosféricos y el calentamiento global son nuestros problemas. Tras el paso de huracanes como Irma, se han adoptado políticas erradas; por ejemplo, en  el Caño Martín Peña, donde propusimos una investigación para recopilar la información  sobre incongruencias en los permisos otorgados de construcción. Es elTal y como señala la organización Ayuda Legal Puerto Rico, “la crisis económica, la austeridad y el aumento en la desigualdad han desplazado al 14 % de nuestra población en la última década.     hogar de ocho comunidades que han vivido décadas sin medidas sanitarias, en medio de  enfermedades”.

CARLOS OLAYA, Colombia:

«El 25 de abril de 2019 se realizó un despliegue militar para capturar a 14 personas en una zona rural del San José del Guaviare, municipio del departamento del Guaviare, Colombia, cercana al Parque Nacional Natural Chiribiquete. Transportados en helicóptero, los militares llegaron hasta la vivienda de los capturados y los condujeron hasta el casco urbano de San José. Fueron judicializados ante un juez por los delitos de invasión en área protegida, daño ambiental, concierto para delinquir, entre otros. Se les acusaba de haber invadido el Parque Natural. Los capturados aceptaron los cargos y fueron liberados, dejados a la deriva. Tres días después, el actual gobierno celebró este operativo como el inicio de una nueva campaña: la Campaña Artemisa. Se trata de un programa coordinado desde las fuerzas militares para frenar la deforestación. ¿Quiénes eran los 14 capturados? Aunque el gobierno no ha sido claro con esto, según un informe que realizó una Comisión de Verificación que visitó la zona intervenida (compuesta sobre todo por organizaciones campesinas y oenegés aliadas) eran campesinos empobrecidos que habitaban en la zona antes de que fuera área protegida. La Comisión tomó algunos puntos de GPS para georreferenciar las fincas y encontró que estas fincas ya existían en 2017, mientras el Parque fue ampliado sobre ellas en julio de 2018. Los campesinos alegan que llegaron al lugar 27 años atrás y que en el operativo se realizaron muchas arbitrariedades: sus viviendas fueron quemadas, sus animales de sustento desaparecieron, fueron dejados a la deriva después de 24 horas de captura, sin ningún recurso para procurarse un lugar dónde residir; todo esto a pesar de que no conocieron ninguna orden judicial que legalizara autorizara estas acciones, así como no contaron con una adecuada asistencia legal. Este operativo no ha sido el único ni el primero. Seis meses antes, otra intervención similar fue realizada en el Parque Nacional Natura Picachos, en el municipio de San Vicente del Caguán, Caquetá; esta vez capturaron a 5 personas e intentaron decomisar 600 vacas. Y, el 25 de junio, dos meses después de que el gobierno lanzara la Campaña Artemisa, se reportaron otras dos quemas de casas y desplazamientos de campesinos, en otra vereda de San José del Guaviare, que no fueron tan publicitadas. Todo esto ha ocurrido mientras que no se conoce ningún operativo similar contra los poderosos actores ilegales que están agenciando la deforestación. Es un hecho que hasta el Estado colombiano lo ha reconocido: hay élites económicas y políticas que están aprovechando la salida de las Farc de estos territorios, después de la firma de los Acuerdos de Paz de La Habana, para apropiarse de grandes cantidades de tierras a costa de los bosques amazónicos».

* Editor de El Espectador, profesor del Taller Global en géneros periodísticos y literarios.

Fuiente : ElEspectador

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