El avistamiento de aves se toma Putumayo

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El pajareo cobra cada vez más fuerza en el departamento amazónico, que tiene cerca del 50 % de las especies de pájaros de Colombia. Este año logró 587 registros en la jornada mundial más importante de avistamiento de aves

Boissonneaua matthewsii, una de las 750 especies de aves registradas para Putumayo.Hernán Álvarez

Para los pajareros de Colombia, esta semana es de celebración. Por tercera vez consecutiva Colombia ganó el Global Big Day, la iniciativa del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) para promover la conservación de las aves y hacer la base de datos sobre ornitología más grande del mundo.

El sábado, pajareros recorrieron los senderos de 32 departamentos del país armados con binóculos y guías de aves bajo el brazo para romper el récord de avistamiento de aves en el país. Este año, los colombianos registraron 1.590 especies en 6.419 listas, tres cuartos del total de especies de aves registradas para Colombia: 1.932.

En especial, los pajareros del Putumayo celebran porque desde hace nueve años los senderistas, ornitólogos y aficionados han explorado rutas para el avistamiento de aves y el aviturismo que han ido marcando en mapas improvisados y GPS.


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Hernán Álvarez, un mocoano de 28 años que trabaja como guía turístico, es una especie de ornitólogo autodidacta. Después de prestar servicio militar hizo un curso del Sena para ser guía turístico. Uno de sus profesores era aficionado a los pájaros y le enseñó los primeros pasos para el avistamiento de aves. Consiguió unos binoculares de segunda y desde entonces no ha parado de pajarear.

Álvarez sirvió de guía el pasado sábado para un grupo de siete personas, que incluye a dos policías de turismo del departamento, en la ruta del Trampolín de la Muerte, la sinuosa carretera que va de San Francisco a Mocoa. A pesar de los ruidosos camiones que pasan cada tanto, el grupo registró 81 especies en eBird, la plataforma de Cornell en la que se registran los avistamientos. Parece una cifra importante, pero para Hernán es poco.

Aunque tal vez los números no lo son todo. La primera ave que el grupo registró fue una Grallaria ruficapilla, a 20 minutos de haber comenzado el recorrido. “Para ver el mismo pájaro en el Cauca hay que adentrarse ocho horas monte adentro”, dice orgulloso. Para atraer a los pájaros, Hernán pide silencio. No hacer muchas preguntas, caminar despacio y observar con detenimiento son los mantras de la jornada, que comienza a las cinco de la mañana. Para atraer a los pájaros, saca su celular y reproduce los cantos que descargó de la hemeroteca de sonidos de biodiversidad colombiana del Instituto Humboldt.

Pajareo en el Trampolín de la Muerte. Putumayo. Foto: Hernán Álvarez

La indumentaria de pajarero incluye un par de binoculares, que pueden costar entre 700 y 2.000 dólares, el celular con los cantos de pájaros colombianos y dos libros: The Field Guide to the Birds of Colombia, del pajarero y artista Milles McMullan, editado por Rey Naranjo, y la Guía ilustrada de avifauna colombiana, del ornitólogo Fernando Ayerbe Quiñones, editado por WCS y agotado en algunas librerías del país gracias a ávidos pajareros como Álvarez, que carga con dos ejemplares para prestar a las personas que guía.


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“La ventaja de este año es que recibimos mucho apoyo institucional. Corpoamazonia, el PNUD y Ecopetrol, entre muchas otras. También posadas locales, como el Fin del Mundo, y la Reserva Natural Paway, en Mocoa, se nos sumaron. Además, eEste año nos acompañaron biólogos en municipios distintos: hay ornitólogos en Villa Garzón, Orito, Puerto Leguízamo, Puerto Asís, que es selva amazónica y en Valle del Guamuez, acompañando a la gente que hace las rutas para ayudarles a identificar especies”, explica Vanesa Perdomo, representante legal de Alas Putumayo, una organización que se dedica a impulsar el conocimiento científico sobre las aves del Putumayo y el avistamiento de pájaros en ese departamento amazónico.

Perdomo cuenta que los pajareros putumayenses comenzaron a organizarse a partir de un diplomado que ofreció Corpoamazonia en el marco del proyecto “Establecimiento de áreas de importancia para la conservación de las aves (Aicas)”, en 2010. La iniciativa continúa hoy y ha sido un éxito entre biólogos, pajareros y guías turísticos, que se agruparon en 2013.

“El avistamiento de aves es muy interesante porque es una manera más de que la gente del departamento pueda vivir del bosque sin talarlo. Sin bosques no hay pájaros y sin pájaros no tienen negocio”, dice Perdomo. Organizaciones como Alas Putumayo tienen guías turísticos formados en el Sena, como Álvarez, pero a veces el trabajo se complica. Hace un par de años, cuenta, un grupo de turistas estadounidenses fue al Putumayo a recorrer el departamento para hacer avistamiento en lo que prometía ser un encuentro con la naturaleza sin precedentes, pero el cielo estaba toldado y llovía sin pausa. Si hay agua o bruma, las aves no se dejan ver. Fue un pésimo día para el pajareo.

“Yo traía a esos turistas como aburridos en el carro, y había una neblina de esas que no se ven ni las luces del carro al frente. De repente vi una masa entre la bruma y era un águila crestada, un Spizaetus isidori, un pájaro muy raro. Me salvó ese día”, recuerda. Desde ese entonces, el aviturismo y la presencia de pajareros aficionados y ornitólogos de todo el mundo se ha disparado, y los resultados del GBD de este año, que se publicaron ayer, también son prueba de que las aves son cada vez más importantes para el Putumayo. Este año, el departamento quedó en quinto lugar, con 587 registros.

Tangara parsudakii en la ruta del Trampolín de la muerte. / Hernán Álvarez.

Para el Putumayo, la cifra oficial de especies de aves es 750, pero entre los pajareros se habla de 850 y 900 especies, la mitad de las que hay registradas en Colombia. Según Perdomo, los registros de especies en el departamento crecen cada vez más, y esto sería prueba de un esfuerzo por pasar del avistamiento de pájaros como hobby a una manera de ganarse la vida. Pero las condiciones todavía son complejas, pues “en el departamento no hay cómo educarse en ornitología. La universidad de aquí, que es el Instituto Tecnológico del Putumayo (ITP), ofrece ingenierías forestal y ambiental, pero nada que se especialice en pájaros”.

Los pajareros de Aicas están trabajando en una guía de pájaros del Putumayo, y para el piedemonte amazónico, en Mocoa y Villa Garzón, han registrado 750 especies. En Puerto Leguízamo han registrado 419 hasta el momento, y el inventario continúa. Incluso, en 2014, el Grupo de Observadores del Valle de Sibundoy, otra organización de pajareros y ornitólogos, sumó una especie a la larga lista de pájaros de Colombia: el buhíto de Parker (Glaucidium parkeri), que se creía que solo habitaba en Bolivia, Perú y Ecuador.

Pajareros como Hernán Álvarez todavía sueñan con capturar (con la cámara, claro) las especies raras de las que tienen noticia, pero que nunca se han dejado ver: “A mí me apasionan las tangaras, porque son las especies más coloridas y bellas. Las que más me han emocionado son el Buthraupis wetmorei, o tangara de páramo, que además está clasificada como vulnerable; el Selenidera reinwardtii, que es un tucán con collares dorados en el cuello muy hermosos, y el Celeus spectabilis, un carpintero amarillo con rufo, también bien raro”. Hay sitios que a los pajareros putumayenses les falta explorar, como el río Putumayo y la desembocadura del río Cuembí, y parte de la reserva campesina La Perla Amazónica, en Puerto Asís.

Selenidera reinwardtii. Foto: Hernán Álvarez

Fuente : ElEspectador


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