‘Burbuja ambiental’, la esperanza de progreso del sur de Colombia

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Un proyecto para mitigar deforestación en zonas del país. Ya cuenta con apoyo internacional.

La Amazonia colombiana forma parte del pulmón del mundo y representa el 28 por ciento de las zonas declaradas en protección especial, varias de ellas consideradas patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Entre estas zonas de protección es de singular interés el Parque Nacional Natural Serranía del Chiribiquete, ubicado en los departamentos de Caquetá y Guaviare con 4,5 millones de hectáreas, considerado la ‘Capilla Sixtina’ de la Amazonia por sus 75.000 imágenes rupestres grabadas en los muros de 60 refugios y que representan escenas de caza, pesca, danzas y batallas, relacionadas con el culto al jaguar, símbolo de poder y fecundidad.


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Es de vital importancia resaltar las funciones insustituibles de la Amazonia. Entre muchas otras, garantizar la estabilidad y sustentabilidad del clima mundial, ya que sus selvas aseguran el ciclo biológico del agua lluvia, así como la rica biodiversidaddel mioma amazónico, que alberga una infinita despensa ecológica y de materia prima farmacéutica para la humanidad. Estas características únicas exigen especial responsabilidad y cuidado con la preservación y protección del patrimonio amazónico.

A pesar de la importancia de la Amazonia para el mundo entero, de su riqueza y del inmenso potencial que tiene en el Caquetá, alcanzaron a transcurrir 23 años desde el secuestro del político Rodrigo Turbay Cote sin que ningún otro líder de la región se empeñara en reforestar la selva con el fin de cuidar y explotar esa fuente inagotable de productividad. Fue, curiosamente, un general de la república quien tuvo el tesón de sacar adelante ese urgente propósito.

Se trata del brigadier general César Augusto Parra León, quien como comandante de la Sexta División del Ejército Nacional desplegó metódicas acciones que se han convertido en la promoción y el cuidado de la naturaleza, así como un efectivo muro de contención contra la violencia en los departamentos del sur del país, donde se encuentran el mayor número de amenazas provenientes de las disidencias de las Farc y los renegados del acuerdo del teatro Colón.

En uno de los territorios más afectados por el conflicto armado, el general Parra logró sentar en la misma mesa a actores que fueron contradictores irreconciliables y ahora concurren al desarrollo de los departamentos mediante estrategias regionales como ‘Pasión Amazonas’, ‘Pasión Caquetá’, ‘Pasión Putumayo’, el ecoturismo y la ‘Burbuja ambiental’.


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Mediante un trabajo silencioso logró que esos grupos antagónicos se convirtieran en protagonistas de una labor conjunta, disuadiéndolos a fin de que transformaran esas energías contradictorias en insumos útiles y consensuados para trabajar unidos por un territorio con suficientes potencialidades y recursos para todos, siempre y cuando lograran ahuyentar sus más recurrentes demonios: la violencia y su combustible, el narcotráfico.

Con diplomacia concilió las posiciones de algunos mandatarios, quienes manifestaron públicamente no estar de acuerdo con la erradicación obligatoria de cultivos ilícitos y la fumigación con glifosato, apoyando lo acordado en la mesa de La Habana, limitada a la sustitución voluntaria y concertada, incluidos quienes no obstante hacen parte de proyectos de sustitución y han reincidido en actividades de siembra de ilícitos, que prometieron abandonar voluntariamente.

A los invasores de las áreas protegidas, páramos y parques naturales, a los explotadores mineros ilegales, a los taladores de bosques primarios, cultivadores ilícitos y otros, los comprometió con el cuidado del medioambiente mediante su programa ‘Burbuja ambiental’, con la que se mitigan los efectos de la deforestación y la minería ilegal, involucrando a autoridades civiles, actores y promotores de esa problemática, así como a los ambientalistas y protectores del agua y el territorio.
Intentan controlar la devastadora cifra del Ideam, según la cual la deforestación en la Amazonia colombiana para 2016 alcanzó 70.074 hectáreas, mientras que para 2017 creció hasta alcanzar 219.973. Siendo Caquetá y Putumayo, a nivel internacional, los departamentos más afectados por la destrucción del bosque primario.

Es de vital importancia resaltar las funciones insustituibles de la Amazonia. Entre muchas otras, garantizar la estabilidad y sustentabilidad del clima mundial

Este proyecto ha recibido el apoyo de países como Noruega, Alemania y Estados Unidos, los cuales se comprometieron a disponer recursos económicos para proteger la Amazonia colombiana de los tradicionales depredadores y la reincidencia de agentes del narcotráfico.

Desde la cosmovisión de Rodrigo Turbay Cote, con su idea del Instituto de la Biodiversidad Amazónica, creado por ordenanza de la Asamblea del Caquetá, con el que se buscaba el aprovechamiento de las hierbas y plantas de la Amazonia para la investigación y producción a escala de medicamentos y cosméticos; nunca se volvió a hablar de una megaestrategia tan acertada y esperanzadora.

El Instituto de la Biodiversidad Amazónica, concebido por Turbay Cote, estuvo a cargo del científico Hugo Honigsberg, reconocido entonces como una autoridad mundial en el tema, pero no pudo concretarse debido a la antropofagia de algunos paisanos politiqueros y envidiosos que, durante el secuestro de Rodrigo por las Farc, denunciaron ante la fiscalía al profesor Honigsberg y estuvieron a punto de meterlo en la cárcel.

Este hecho motivó que Honigsberg abandonara el proyecto y manifestara, hasta su muerte, que nunca más quería saber del Caquetá y sus gentes. De esa manera fue como sepultaron este promisorio proyecto, que hoy en la Amazonia brasileña genera miles de empleos y desarrollo para esas regiones.

Cuidar y preservar nuestra porción de Amazonia, debe ser el aporte de Colombia al equilibrio ecológico del universo. No podemos perder los esfuerzos realizados por estos dos líderes, quienes lograron motivar la ciudadanía a involucrarse en su conservación incentivando el sentido de amor y pertenencia por el territorio y comprometiendo los diferentes grupos de la sociedad a desarrollar actividades de reconciliación con la naturaleza y con ‘el otro’.

Sin lugar a duda, Turbay y Parra nos dejan trazado el camino para desactivar las prácticas de la economía ilegal, aprovechando adecuadamente nuestros recursos, que son autosuficientes para generar empleo y bienestar para todos.

Fuente : ElTiempo


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