Negocio de Frutas Amazónicas es un nicho poco explorado por la industria

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Son pocas las empresas que se han dedicado a la distribución de nombres como el arazá, copoazú, cocona, entre otros.

Redonda, cabe en una sola mano, pesa cerca de 800 gramos, de corteza amarilla y rodeada de un par de hojas verdes. Una persona de ciudad que está haciendo mercado, puede asumir esta descripción como si estuviera en frente un limón meyer, o incluso una naranja tangelo en fase de maduración. Sin embargo, así es una de las frutas más populares de la región amazónica, el arazá.

Como él, están la uva caimarona, macambo, copoazú, cocona, aguaje, umarí, camucamu, asaí, copoazú de monte, bacurí, carambola, acerola, cacao maraco, pildoro, anoliso, y la más conocida porque Brasil la hizo muy popular, la guaraná. Todas forman un grupo de más de 15 frutas que son nativas de zonas exóticas cuya altura está entre 100 y 300 metros sobre el nivel del mar.

El problema de ellas es que el hecho de ser frutos representativos de la amazonía colombiana, las ha mantenido a una extrema distancia de las grandes y medianas capitales. Por eso, para la mayoría de personas sus nombres son totalmente desconocidos y nada familiares a las guayabas, o referencias cítricas, pese a que algunas son de la misma especie.


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Según cálculos de la Asociación Hortifruticola de Colombia (Asohofrucol), las exóticas equivalen a no más de 3% del negocio que mueven las frutas nacionales. “Por esto es que son muy pocos los productores que se han dedicado a mantener 100% de los cultivos y así organizar una producción nacional. Hay algunas especies que requieren ciertos cuidados si se decide cultivar en suelos que no son los nativos”, explicó Álvaro Palacio, presidente del gremio.

Las pocas empresas que aparecen registradas ante cámaras de comercio en Antioquia, Valle del Cauca y Cundinamarca, trabajan con comunidades indígenas y nativas que están establecidas al interior de los bosques y selvas de Caquetá, Guainía, Guaviare, Meta, Putumayo, Vichada, Amazonas y Vaupés. Allí se realiza la recolección de frutas así como su procesamiento para extraer las pulpas y enviarlas a capitales.

Los movimientos no se comparan con las grandes corporaciones de distribución de frutas típicas como el banano, las fresas o las naranjas, pues las que están dedicadas al negocio de las especies exóticas tienen ventas que van desde casi $100 millones a no más de $2.000 millones al año y, apenas este año empezaron los procesos con ProColombia para empezar a exportar a Europa y EE.UU.

Alejandro Álvarez, cofundador de las empresas Selvática, Bioguaviare y Selva Nevada, las cuales se dedican al comercio de frutos amazónicos, distribución de pulpas para restaurantes o consumidor final y producción de helados con estos sabores, explicó que la oferta no está muy desarrollada.


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“Para las personas de las grandes ciudades, los nombres de estos frutos son ajenos y esto genera que el mercado no sea estable. Por eso es que ha resultado clave el trabajo de lugares como Wok, que mantienen en sus cartas algunos jugos, batidos o recetas que tienen como base los extractos de arazá, por mencionar solo alguno”, dijo.

El negocio ha sido tan poco explorado que no se considera como una gran industria dentro de las ventas totales de las frutas que produce Colombia. Además, el hecho de ser cultivos que son nativos de zonas alejadas a las grandes urbes las ha cargado de mitos.

Antes de que se hablara del Proceso de Paz, siempre se vio a los territorios de la región amazónica como pisos a los que era imposible llegar por el conflicto armado. Sin embargo, en ciudades como San Vicente del Caguán, el cuidado de matas de arazá, cocona o cacao maraco, ha sido una tradición y forma de sustento para pequeños campesinos de la zona.

“El problema es que por los mismos ideales de violencia que hay en zonas como esta, también ha sido difícil decidir cultivar las frutas en departamentos como Cundinamarca, pues las semillas a veces son decomisadas por las autoridades en las carreteras del país por el mismo desconocimiento y temor a que sea un producto ilícito”, explicó el experto en agricultura de la Ciudadela Amazónica Don Bosco, Pedro Antonio Obando.

En cuanto a los empresarios y agricultores que se dedican a cultivas estas frutas, entre los beneficios que han encontrado en la explotación de esas especies, está el buen precio que paga un restaurante o un consumidor final por ellas. Las referencias exóticas son de consumo de nicho, esto quiere decir que quienes las demandan no tienen problema para pagar ciertas tarifas, teniendo en cuenta que nombres como el copoazú, camucamu y asaí superan los $20.000 por kilo.

Estos precios se ven afectados, además, por otros factores como el traslado de las frutas, pues, en su mayoría, estas deben venderse en pulpa ya que hay restricciones a algunas semillas impuestas por el ICA, por lo que no se puede entregar la fruta en su estado natural.

Y como muchas tienen temporada de cosecha entre tres y seis meses al año, se debe invertir en la conservación en cuartos de frío para cumplir los objetivos de abastecimiento.

Su valor, finalmente, también se calcula con base en las propiedades que tienen para la preparación de jugos, mermeladas o emulsiones. En el caso del camucamu, su demanda se debe a sus propiedades antioxidantes, razón por la cual minimiza el riesgo de enfermedades cerebrales y hasta mentales. De igual manera, otra de las más buscadas que es el copoazú, pues, al igual que las frutas de su especie, cuenta con altos indicadores de vitamina C, fósforo, pectina y calcio.

Curaca busca exportar a Estados Unidos este año
La principal estrategia de las empresas que están dedicadas al negocio de distribución de frutos amazónicos, es estar en contacto con las comunidades indígenas. Bajo ese modelo, Juan Santiago Gallego fundó Curaca y La Chagra, dos compañías que están próximas a cumplir cinco años en el sector.

Hoy, reciben pulpa de fruta proveniente de la amazonía colombiana para llevarla a cuartos fríos de Medellín y desde allí, empieza el proceso de comercialización hacia Bogotá y la Costa Caribe. Según explicó Gallego, con el tiempo que llevan sus empresas, la expectativa es empezar a exportar este año hacia Estados Unidos.

¿Cuáles son las especies que están comercializando?
Hay que tener en cuenta que cuando se habla de los productos exóticos se puede trabajar con frutos amazónicos tradicionales de la región y secos. En el primer caso, tenemos uva caimarona, macambo, arazá, copoazú, cocona, aguaje, umarí, camucamu, asaí, chontaduro, borojó, copoazú de monte, bacurí, guama, piña, zapote, carambola, acerola, ají malagueta, ají ojo de pez, y ají pipí de mono. Y del lado de los secos, contamos con castaña, sacha inchi y marañon. Podríamos hablar, incluso, de una tercera categoría que son insectos como la hormiga arriera, la hormiga cabezona y el mojojoy.

¿Cuánto movieron en frutas el año pasado y qué metas hay?
Empezamos con menos de una tonelada, el año pasado fueron más de cinco y ahora, para cerrar, estaríamos cerca de las 10 toneladas.

¿Con estas cifras ya miran hacia procesos de exportación?
Es complejo. Por ahora, estamos en los procesos de legalización de fruta para exportar. Por lo pronto, miramos Estados Unidos por algunos festivales que hay allí y nos permitan dar a conocer estas frutas. Según lo que hemos visto es que por la tendencia de consumo saludable y temas relacionados, serían buenas opciones ciudades como Nueva York, Chicago y Los Ángeles, que es donde están los mejores restaurantes. Sería muy bueno si el mismo Ministerio de Agricultura empezara a apoyar este sector que tiene un buen futuro.

Fuente : Agronegocios


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