En el Centro Cultural Gabriel García Márquez, de Bogotá, se muestran 214 máscaras del Alto Putumayo.
Por: Olga Lucía Martínez Ante
Dice el indígena y artista Ángel Mario Jacanamejoy, del pueblo kamëntsá, del Putumayo, que en su comunidad, así como en los otros pueblos indígenas, “quien se dedica a hacer máscaras está escribiendo una historia”.
Y su colega artista y también indígena, Carlos Alberto Mutumbajoy, agrega que además, “la máscara ayuda a sanar, porque es energética y cuando alguien se la pone recibe la memoria de sus antepasados, de los espíritus mayores”, lo que le ayuda a curarse.
Agrega que, además, es un “símbolo de la resistencia y la resiliencia, de que sí existimos”, pues en su historia nativa se cuenta que gracias a las máscaras pudieron ocultarse del blanco y protegerse.
Ambos son hijos del Alto Putumayo, una de las regiones más hermosas de Colombia, que está en el sur del país. Y sus obras hacen parte de la exposición ‘Máscaras del Valle del Sibundoy’, que está abierta al público en el Centro Cultural Gabriel García Márquez y también tiene trabajos de William Chiqunque.
La muestra presenta, además, la colección de la Fundación BAT, entre las que se encuentran máscaras que tienen entre 70 y 120 años de antigüedad de los pueblos inga y Kamëntsá.
Los maestros están seguros de la necesidad de conocer estos trabajos, que “ratifican que nuestro arte, que muchos pensaban perdido, todavía existe”, afirma Mutumbajoy.
Saben que en su región han pasado muchas cosas, se ha presentado una gran cantidad de desplazamiento forzado y esto permite que las tradiciones, los usos y las costumbres se pierdan, pues cuentan que un buen número de indígenas incluso hoy consumen drogas y alcohol.
De ahí la importancia, dice Jacanamejoy, de que se conozca y se reconozca este legado, tan importante como el tejido y como las tradiciones orales, el baile y la música.
“En las máscaras hay género de hombre y mujer y tienen sentido de fertilidad, pero esta fertilidad no solo es para tener hijos, sino que está ligado a todo lo que se haga en la vida, que debe ser bueno”, afirma Mutumbajoy.
Los dos artistas tienen una forma de hablar pausada y tranquila, y además, creen en la necesidad de que se quiera, valore y acepte el llamado arte originario, pues a América el arte no llegó con los españoles: “Ya existían aquí unas escuelas de creación muy importantes”, comenta Mutumbajoy, sin contar con el arte rupestre que hay en varias regiones del continente.
Los artistas, desde su sabiduría, aseguran que las máscaras cobran vida. Están seguros. En una sitio de salud que tienen en Pasto, donde han tratado a varias personas con su tradición médica indígena, cuentan de una mujer estadounidense logró comunicarse con su otro yo a través de una máscara del dios sol.
El recorrido por la exposición del Fondo de Cultura Económica y después de hablar con los maestros, da otra dimensión sobre el significado de cada una de las 214 piezas que allí se muestran, clasificadas en tres tipologías: naturalistas, expresionistas y zoomorfas, que narran su sentido espiritual conectado con la vida.
Las obras están talladas a mano en cedro y comino cachajo y las más recientes, de los maestros invitados, están en el apartado contemporáneo, sin perder su sentido de identidad.
Hacerlas requiere alrededor de dos años y cada una es una historia que se da al otro. “Tienen vida por sus rasgos físicos y porque muestran estados de ánimo”, dice Mutumbajoy.
En las máscaras hay género de hombre y mujer y tienen sentido de fertilidad, pero esta fertilidad no solo es para tener hijos, sino que está ligado a todo lo que se haga en la vida, que debe ser bueno
Dónde y cuándo
Hasta el 24 de febrero. Centro Cultural Gabriel García Márquez. Calle 11 n.° 5-60, Bogotá. De 9 a. m. a 7 p. m. Entrada gratis.
Fuente : ElTiempo