Son 1.200 tejedoras de vida que dejaron atrás sus miedos y ahora lideran procesos de paz territorial. Noticias Caracol las acompañó.
“En las grandes ciudades han visto la violencia a través de los medios de comunicación, pero no han vivido lo que vive una mujer allá en El Placer, por ejemplo, que le tocó disfrazar a sus niñas para que los paramilitares no las vieran y no las violaran”, dice Nancy Sánchez, coordinadora de tejedoras de vida.
Ella conoce como nadie las esquirlas lacerantes de la guerra en el Putumayo: 177 mil víctimas registradas padecieron todas las violencias posibles en medio siglo.
“Como madres cabeza de hogar que quedaron viudas (las tejedoras de vida) empezaron a sobrevivir de muchas formas, son organizaciones que se crearon para responder a la guerra y para que el tejido social no se rompiera”, añade Sánchez.
Junto a estas valientes mujeres, Noticias Caracol llegó hasta La Carmelita, una de las 20 zonas veredales transitorias, donde 350 reincorporados las reciben con música y teatro.
En medio de la algarabía brotan las reflexiones. Norbey Ramírez, que estuvo 28 años en armas, pide “que se acaben los odios, los rencores, las venganzas”.
Pero son los niños de la posguerra quienes siembran esperanza. Iván Alfonso, por ejemplo, tiene 50 días y una chompa de la FARC que lo guarece del frío. Su madre, Marta Medina, lo concibió en La Carmelita.
“En vez de uno tener un fusil, pues tener un niño, ¿no?”, dice.
Aunque las sombras de la guerra ya no se pasean como antes por esta zona, las 25 mil hectáreas de coca siguen amenazando el tránsito tranquilo a la civilidad.
Disidencias de las FARC se reagrupan, mientras las bandas criminales maniobran para perpetuar el negocio. El Estado sigue en deuda y la paz territorial que promueven las tejedoras de vida peregrina todavía caminos pantanosos.
“Hay que ser consciente de que pasar de la vida de monte a una vida en la sociedad civil no es fácil, esas mujeres y hombres también de las FARC merecen tener una oportunidad”, sostiene Friedrich Kircher de la Fundación Caritas, encargada de administrar 22 mil millones de pesos que donó la Unión Europea y la Embajada alemana para desarrollar proyectos con enfoque de género en esta región.
Y es que Kircher lo tiene claro, las mujeres “tienen un liderazgo hermoso, hacen más fáciles alianzas, no se chocan tanto como los hombres, en lo ideológico, en lo político, no son tan fácilmente corrompibles como los hombres, saben que tienen un hogar para levantar y eso ha generado responsabilidad”.
Tomado de : CaracolTV