“Me dejé permear por la mirada del otro, de los más desprotegidos”: Mario Fernando Cabal Muriel, S.J.

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En ese lugar trabajó con programas de desarrollo alternativo, en la ONG Huarisacha que quiere decir en lengua Kichua: Huaira: “viento, aire”; sacha: “bosque, monte, selva, silvestre”.

“Ahí tuve la oportunidad de tener contacto con indígenas y campesinos que con su rostro generoso sembraron en mí esa semilla de esperanza que me invitó a tener contacto con el Dios amoroso”, asegura con convicción.

A sus 33 años, se ordenó como diácono, el pasado sábado 25 de noviembre, en ceremonia presidida por monseñor Juan Vicente Córdoba, S.J., obispo de la Diócesis de Fontibón, en la iglesia de San Ignacio, Bogotá.

Mario -quien se define como una persona alegre, espontánea y creativa- es tecnólogo Ambiental y licenciado en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente, está finalizando el pregrado en Teología y estudiando la Maestría en Paz y Resolución de Conflictos en el mismo claustro.


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En sus tiempos libres, disfruta escuchar música, tocar guitarra, hacer deporte, practicar biodanza, leer poesía y tratar de adentrarse en la espiritualidad, pero también le disgusta la indiferencia y el egoísmo de la gente.

Este nuevo paso hacia el sacerdocio significa para él seguir siendo testigo de ese amor generoso de Dios que sigue aconteciendo en su vida, impulsándolo cada día a seguir a Jesús y a reconocer el acontecer salvífico de Dios en su caminar.

El nuevo diacono recuerda el momento en que hace algunos años se dejó permear por la mirada del otro, es decir, de los más desprotegidos. En ese momento, decidió emprender este bello camino de la vida religiosa en la Compañía de Jesús. “De ahí entonces surge este deseo de trabajar por una sociedad más justa y equitativa, tejiendo redes solidarias, trasmitiendo el mensaje del Evangelio y sumergiéndome en el amor de Dios que me enseña día a día a buscar una sociedad reconciliada que intenta amarse en la diferencia”, precisa.

Mario colabora en la Pastoral del Colegio San Bartolomé La Merced acompañando a los estudiantes del Ciclo V y allí ha podido constatar de primera mano las necesidades que tienen las personas de adentrarse en la espiritualidad y conocer a un Dios amoroso que constantemente está invitando a la solidaridad.


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Finalmente, afirma que uno de los aspectos más significativos en este tiempo de formación, se traduce en la posibilidad que ha tenido de escuchar, acompañar y escudriñar corazones de los más sencillos. Y asegura: “Debo reconocer que Dios se ha manifestado en personas bellas que me han abierto su vida, siendo así testigo de la sobreabundancia de su gracia derramada en ellas. Queda entonces la tarea de seguir sumergiéndome así en la interioridad apasionada que me llama a autentificar el amor en obras”.

Fuente : Jesuitas


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