Cambio de vida para los retornados de la Inspección del Placer en Putumayo.

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Por: Jesús Bernal

Habitantes de la Vereda La Esmeralda, que se convirtieron en retornados voluntarios después de siete años de haber abandonado por tercera vez sus tierras, por desplazamiento forzado, regresaron para quedarse con el apoyo de los programas del gobierno de Restitución de Tierras y de proyectos productivos. Entre tanto las autoridades de la Inspección del Placer en el Valle del Guamuéz, que fue azotada hasta el 2.005 por los paramilitares, dan parte de tranquilidad en materia de orden público.

Está por cumplirse un año de la firma final de los acuerdos de paz entre gobierno nacional y las FARC. Hemos recogidos algunos testimonios que como ha venido cambiando la situación de los ciudadanos donde la violencia se acentuó. El contraste es evidente, considerando que un equipo de periodistas que ingresaron a la región, lo lograron sin ningún temor y con reacciones con relación al proceso.

Rosa Ibanéz de Salas con su familia debió abandonar sus tierras, debido a los enfrentamientos en la región entre guerrilleros y paramilitares.  Después de siete años regresó, vive tranquila, cuida sus cultivos y vive de ellos. Nos habla de los cultivos de pimienta negra que tiene con apoyo del Programa de Restitución. “Bueno, a nosotros nos está yendo bien por lo que ya estamos cosechando, pero lo que si estamos mal es con el precio. El precio está a siete mil pesos y sólo la compran en el Municipio de la Dorada. En La Hormiga nos toca entregarla fiada y se demoran para pagarla”. (…) “El cultivo de pimienta empezamos a cosecharlo desde noviembre y de ahí cada mes o mes y medio y hasta los dos meses. En esta oportunidad de dos cosechas vendimos 300 kilos. También cultivamos, el maíz, el arroz, también el maní, el plátano y la yuca”.


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Un gestor, un promotor, un líder natural y comunitario que reclama porque el programa de Compartel fue terminado y Vive Digital no funciona porque está guardado en una escuela, le ha puesto la cara al conflicto y hoy vive para contarlo. Promovió y casi que puerta a puerta les vendió la idea a sus vecinos de la Vereda la Esmeralda de unirse al programa, para recibir casa nueva, recibir sus títulos de las tierras y beneficiarse con los proyectos productivos. Se trata de Luis Elías Benavides, quien enfrentó a guerrilleros y miembros de las autodefensas por igual.

Sobre la respuesta del gobierno dice don Elías “Desde que nosotros iniciamos yo creí en este proceso, eso sí un poco largo, pero pues que teníamos la esperanza que nos iba a volver a sacar adelante, después del conflicto que hemos vivido. Hoy en día con el proceso de paz, nosotros estamos contentos, porque eso era lo que queríamos los campesinos, que nos dejen trabajar. Nosotros lo único que sabemos es trabajar el campo y producir y con la violencia, ni eso se puede. Entonces uno se ve afectado en cuanto a la seguridad personal, la seguridad de la familia y la seguridad económica. Nosotros estamos muy contentos y agradecidos, que haya habido este proceso, de todas las personas que han participado en él y las que creen todavía en él y que están apoyando que esto termine”, refiriéndose a la terminación del conflicto interno armado.

Tres veces en cinco años, esta familia debió abandonar la tierra, circunstancia que no sería concebible ni siquiera para el más fuerte, pero la familia Salas Ibañez lo hizo. Retornaron después de siete años, luego de irse en el 2.005. Rosa Ibañez cuenta “Si, nosotros nos fuimos por los muchos enfrentamientos en esta vereda. La primera vez fue en año 2.000. Entonces nosotros estábamos yendo y regresando. Pero como los enfrentamientos siempre se presentaban, tuvimos varios desplazamientos. En el 2.005 que fue el enfrentamiento más grande, eso nos fuimos y otra vez regresamos. Regresamos por voluntad propia, porque en otras partes es duro para uno vivir. Acá teníamos la tierra para estar sembrando cualquier cosa para uno mantenerse. Somos mis cinco hijos y mi esposo y los demás de la comunidad también, pues como todos fuimos desplazados. Nosotros nos íbamos a Nariño, íbamos algunos días en La Hormiga y así”.

Para uno de los tantos hijos del Putumayo que por razones se fue desde muy pequeño para Ipiales al sur de Nariño, las cosas no han sido fáciles. Después de regresar pasados varios años, se convierte en víctima del último desplazamiento forzado de las comunidades del Placer y también debió irse. Ha regresado desde Llorente en el pacífico nariñense al Putumayo. Miguel Rosero nos cuenta como es un día de labor junto a la familia Salas. “La jornada mía, madrugo, cuando es tiempo de cosecha, a las seis de la mañana ya estoy por acá por la finca, entrando al cultivo a cosechar y las 9 o 10 de la mañana ya me toca retirarme porque cuando hace mucho sol, es muy difícil cosechar. Después, por la tarde continúo y  a veces trabajo hasta las cuatro o cinco.  Estoy con mi esposa. Ella me acompaña, con ella trabajamos. Estamos juntos en tiempo de cosecha. Cuando hay poda, también, a abonar, a encalar.  Con ella trabajamos”.


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La historia de retorno de la familia Salas Ibañez ha sido de un permanente trasegar por las tierras y caminos de Nariño y Putumayo. Rosa Ibañez se refiere a las últimas  jornadas de desplazamiento. “No, allá en Tabiedes es muy duro, por eso nos regresamos para Putumayo. Después don José Elías ya nos dijo que había un programa de sustitución de tierras, que si nosotros queríamos entrar. Pero nosotros estábamos tímidos por lo que la gente nos decía muchas cosas. No se metan a eso decían. Se van a sustitución de tierras, ustedes se van a quedar sin la tierra porque eso con el tiempo se las va a quitar. El señor Benavides insistía, hasta que nosotros entramos y no fue como la gente nos dijo, sino que es la pura verdad, el gobierno nos cumplió con el proyecto”.

Para las autoridades de policía los cambios son evidentes. Logramos evidenciar que hasta ellos mismos ya se movilizan de dos en dos, sin el peligro o temor de otros tiempos en la Inspección del Placer, Valle del Guamuéz.


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