De Amerisur

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Con referencia al artículo “A la Brava”, firmado por el periodista Pablo Correa, cuyo titular, con sumario y una fotografía, ocupa la casi totalidad de la primera página en la edición impresa del pasado 6 de enero de 2017, con llamado a la sección Tema del Día, en la página 2 donde el título cambia de «A la Brava» por «Los guardianes del yagé, acosados por una petrolera», deseamos hacer las siguientes aclaraciones en aras de la verdad.

1.    El artículo en mención ya había sido publicado a las 9:36 p.m. del 5 de enero de 2017 por la edición digital de www .elespectador .com en la sección Nacional bajo el antetítulo «Conflicto ambiental y social» y con el título «Los guardianes del yagé, acosados por una petrolera», todo ello bajo la firma responsable del comunicador Pablo Correa.

2.    Entendemos como apenas natural y consustancial al atafago del ejercicio de la actividad periodística, la existencia de algunas imprecisiones en el texto del artículo. Así, se cita incorrectamente el nombre del resguardo, al llamarlo «Bellavista» cuando en realidad es «Buenavista». O, se hace un entrecomillado de un acta del 16 de marzo de 2016 para citarla como si fuera del 2015.

3.    En ese mismo orden de ideas, encontramos explicable el sesgo que se oculta tras afirmaciones que el redactor esconde en sus licencias poéticas para presentar su nota periodística en contra de una empresa extranjera legalmente constituida en la República de Colombia. O exponer la opinión subjetiva del autor en un artículo que se supone debe ser informativo. No consideramos necesario aquí discusiones sobre el mito de la «objetividad» periodística.


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4.    Pero aunque el periodista pueda ser subjetivo en sus apreciaciones o sui generis en su estilo de  redacción, hay algo que si no puede hacer: Faltar a la verdad.

5.    El artículo por el que hacemos un llamado de atención tiene una titulación que supera el sesgo subjetivo o la mera imprecisión para convertirse en una afirmación contraria a la verdad y, en ese contexto, lesiona la imagen corporativa y, por tanto, genera daño reputacional a la compañía Amerisur Exploración Colombia.

6.    En efecto, el titular de la edición impresa, al que el periódico decidió dar el importantísimo despliegue de la casi totalidad de la primera página del día 6 de enero de 2017, se reduce a una sola frase: «A la Brava». Y a continuación, para que no quede ninguna duda de qué se trata ese supuesto comportamiento violento y a quien sindica de hacerlo, anota el siguiente sumario, para llamar al lector a seguir el artículo en la página 2: «El pueblo indígena Siena, que habita en Putumayo, rechazó la explotación petrolera dentro de su resguardo. La empresa británica Amerisur continúa con su plan. «El ejercicio de este derecho fundamental (la consulta previa) no conlleva el derecho al veto» dice su representante. /Tema del día p.2″.

7.    Al desarrollar el informe periodístico en la página 2, se utiliza un antetítulo que dice: «conflicto ambiental y social» y luego se titula: «Los guardianes del yagé acosados por una petrolera». A continuación se inserta el siguiente sumario: «El Pueblo Siena, que habita en el Putumayo, fue declarado en peligro de extinción en 2009. Su comunidad se reduce a 2.600 miembros. La empresa Amerisur, que cotiza en la Bolsa de Londres, sueña con el petróleo que se esconde bajo su territorio».


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8.    No es cierto, señor Director, que Amerisur Exploración Colombia Limitada haya actuado, esté actuando vaya a actuar en la República de Colombia «A la brava» y tampoco es cierto que la empresa esté «Acosando» a quienes el periodista Pablo Correa llama los «Guardianes del Yagé».

9.    La connotación de violencia y arbitrariedad que significa la expresión «a la brava» está definida por el diccionario de la Academia de la Lengua como «1. locución adverbial. Por la fuerza, sin consideraciones ni miramientos». Semejante afirmación como titular, asociada a la actuación de Amerisur, es manifiestamente mentirosa y causa un severo daño a la reputación empresarial de la Compañía. Tal como lo señala el artículo, la empresa cotiza en la Bolsa de Londres y ello significa que cualquier información falsa -como la del titular- afecta la imagen corporativa al enviar el mensaje expreso de que se trata de una empresa que actúa «a la brava» es decir, como lo anota el diccionario: a la fuerza. Y la fuerza y la arbitrariedad son exactamente lo contrario al derecho y a la justicia.

10.    El desarrollo del artículo en la página 2 de la edición impresa empeora la acusación contra la empresa. El titular «A la brava» de la primera página lo desarrolla en la página 2 señalando que Amerisur «acosa» a la comunidad del Pueblo Siena. Ese verbo denota una acción violenta y abusiva. Se trata, dice el diccionario de la Academia de la Lengua, de «perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona». La precisión y alcance del vocablo en materia jurídica es aún más grave y siempre asociado a la violencia. Así por ejemplo, lo usa el artículo 21OA del Código Penal para referirse al acoso sexual. O la ley 101O de 2006 al definir el acoso laboral.

11.    Esa titulación del artículo, que viene desde el día anterior en la edición digital, no es solo falsa sino absolutamente injusta. Amerisur es una empresa cumplidora de todos sus deberes conforme a la Constitución y a la ley colombiana. Y en lo que tiene que ver con su relación con las comunidades del sector que nos asignó el gobierno de la República de Colombia, todo se ha manejado mediante procesos de concertación lo cual, por supuesto incluye al Resguardo Buenavista.

Prueba de ello es que con esta comunidad indígena se desarrolló un proceso de Consulta Previa, el cual tuvo una duración aproximada de un año y dos meses, en los cuales se brindaron todas las garantías; se establecieron escenarios de confianza y respeto donde se pudieran adelantar verdaderos diálogos interculturales amoldados a las particularidades sociales y culturales de esta comunidad. En suma, se propiciaron espacios apropiados para que el Resguardo Buenavista ejerciera de manera efectiva su derecho a la participación, buscando siempre poder establecer concertaciones y acuerdos para armonizar la integridad étnica con las iniciativas industriales y comerciales de la empresa. No obstante que inicialmente. el proceso de Consulta Previa se protocolizó sin acuerdos y que la Dirección de Consulta Previa del Ministerio del interior conceptuó que ello no se convertía en un veto  al proyecto, la comunicación, interlocución y confianza entre ambas partes se mantuvo en las mejores condiciones, lo cual posibilitó que se abriera un nuevo espacio de dialogo que arrojó como resultado la suscripción de un acta de acuerdos con fecha 16 de marzo de 2015 .

12.    Finalmente, señor Director, déjennos señalarle que nuestra petición, busca única y exclusivamente que se honre por parte de El Espectador el compromiso de verdad que hace parte de la tradición centenaria del periódico. Tal como el propio Diario lo resaltó en el editorial del pasado 13 de enero de 2017 que tituló «En la batalla de la credibilidad». La verdad, es el único compromiso real que tiene el periódico con sus lectores, entre los cuales nos honoramos de estar.

13.    No aspiramos a nada más, señor Director, que a lo que Ud. señala en el editorial referido. Solo pretendemos que se aclare la verdad para que no se siga causando daño a la empresa Amerisur Exploración Colombia señalándola de actuar en la República de Colombia «A la brava» o de estar «acosando» al Pueblo Siona.

Finalmente señor Director, nos permitimos advertir a modo de aclaración general, que el proyecto «Programa de Adquisición Sísmica 2D del Bloque PUT 12» por sus condiciones particulares, no requiere la expedición de una licencia ambiental y su ejecución no se ha iniciado a la fecha. Estos hechos fueron debidamente puestos en conocimiento del periodista Pablo Correa, en el oficio que de buena fe, fue remitido por AMERISUR en el cual se absolvieron los interrogantes por él planteados previa a la publicación del artículo.

CARLOS ANDRÉS MARTÍNEZ BONILLA. Gerente General Amerisur

Fuente : http://www.elespectador.com/opinion/columna-16


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