Por: Alice Driver
Como otras líderes indígenas latinoamericanas, la defensa que hace la colombiana María Nidia Becerra de los recursos naturales le ha costado varias amenazas. Pero ella está decidida a seguir defendiendo su territorio de las mineras.
María Nidia Becerra Jacanamejoy , una líder indígena colombiana de 29 años, ha dedicado su vida al activismo ambiental, centrándose en la protección de las tierras de su pueblo, el Inga, frente a las compañías mineras.
Elegida gobernadora Inga tres veces, Becerra trabaja con la comunidad de Yunguillo, una reserva en el departamento de Putumayo, en la Amazonía colombiana, para lograr la expansión de su territorio. Concretamente quiere quintuplicar sus tierras, lo que representa la continuación de un proceso de reclamo de su pueblo que ha durado 30 años, uno más de los que ella tiene.
Ese hábitat, que está amenazado por intereses comerciales y proyectos de infraestructura, es también el hogar de muchas especies vulnerables, incluyendo el oso de anteojos. Pero, al igual que otros destacados activistas de la región, Becerra ha continuado su trabajo a pesar de las implacables amenazas de muerte.
“Actualmente la unidad nacional de protección me ha asignado un esquema de protección, un vehículo y escoltas sin armas», explica consciente de los riesgos que entraña su labor.
De acuerdo con Global Witness, 185 activistas ambientales fueron asesinados en 2015, y más de la mitad de esas muertes fueron en América Latina.
A principios de mes, en Honduras encontraron el cuerpo de Lesbia Janeth Urquía, compañera de la activista Berta Cáceres, que fue asesinada en marzo de 2016. Tanto Urquía como Cáceres, quien en 2015 ganó el Premio Goldman que reconoce el trabajo de los activistas del medio ambiente más influyentes en el mundo por su lucha contra la construcción de una presa hidroeléctrica en tierras indígenas, eran activistas del Comité Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).
Por otro lado, la indígena peruana Máxima Acuña, ganadora del Premio Goldman 2016, también ha recibido amenazas de muerte por su trabajo para bloquear el proyecto de una mina de oro en la zona rural de Perú.
En el caso de Becerra, ha sido víctima de cuatro ataques directos en su contra. Sus enemigos incluso repartieron en los espacios públicos de su comunidad folletos con la leyenda: «¿Cuánto tiempo le queda a la gobernadora?».
Su trabajo denunciando los proyectos de extracción de oro que amenazan las áreas clave del río Caquetá, donde las empresas han utilizado mercurio, cianuro y otros químicos que envenenan el agua, le han costado varios sustos. El 21 de abril del 2015, dos hombres armados en motocicletas la detuvieron y le advirtieron que no debía continuar con su trabajo de conservación. Debido a que cuenta con evidencias de las amenazas , el gobierno de Colombia le asignó guardias las 24 horas. Sin embargo, esto trae sus propias complicaciones, ya que es más difícil para ella para visitar el área en cuestión sin llamar mucho la atención.
Pero además, a las mujeres indígenas como Acuña y Becerra les toca enfrentar el sexismo y el racismo sistemático. “Precisamente, entrar como mujer para liderar un proceso fuerte y en una época no tan apropiada me permite saber que las mujeres estamos al borde de muchos factores que nos impiden trabajar”, le dice Becerra a Univision Noticias.
Según relata, en ocasiones ha tenido que tomar un papel de sumisión con el fin de conversar con otros líderes, pero en general cree que su género le permite tener un mayor acceso a la perspectiva de quienes a menudo se pasan por alto : mujeres y niños.
En 2014, fue elegida la primera mujer gobernadora de Yunguillo. «Me han elegido por tres años consecutivos, ni siquiera un hombre ha logrado hacer eso», señala Becerra. Su éxito en conseguir protección jurídica de los territorios indígenas ha inspirado a otros grupos indígenas de Colombia para buscar lo mismo para sus tierras. Ella ahora trabaja con un grupo diverso de líderes indígenas para ayudarles a navegar en este proceso largo y difícil, y así crear corredores protegidos que enlacen diferentes territorios indígenas.
«El sueño de mi pueblo Inga, como resulta, es el sueño de muchas comunidades», señaló Becerra, «Pero incluso mi propia gente a veces me dice ‘gobernador(a) si ellos lo dejaron en masculino, sería interesante dejarlo en masculino también, su sueño es un sueño imposible. No se puede lograr eso’ «.
Sin embargo, Becerra está más que preparada para navegar el largo proceso político que conduce a la protección del medio ambiente de una de las regiones con mayor biodiversidad de Colombia; y piensa tomar las lecciones que ha aprendido y aplicarlas para ayudar a los demás. Hablando de su trabajo en Colombia, Becerra expliaó: «Las amenazas van y vienen, y me he acostumbrado a ellas porque entiendo que, dado que soy joven y mujer, representar mi pueblo no es tarea fácil».
«Siempre habrá misóginos, pero lo más importante es que me siento bien trabajando por mi comunidad», dijo Becerra. “Yo sé que tengo una misión y que esa misión es liderar el proceso.”
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