Por: Silvio López Fajardo.
Mientras se aviva el fuego y el cabildeo de la esperada paz, la ilusión de la misma se ha mantenido en cola por un memorable medio siglo, ofuscación bañada de sangre de miles de inocentes hermanos colombianos, quienes cayeron en el calor del frío fusil forastero, ingenio humano que ha serenado las ideas y las voces de la revolución social putumayense.
Con respecto al anterior contexto, el Putumayo ha sido un laboratorio de la guerra y ahora es la oportunidad que sea un laboratorio de la paz, de la cual poco o nada sabemos, en cambio de la guerra, hasta los niños desde el juego adoptaron esta forma frágil de vida, que ha puesto en riesgo la existencia de ciertas comunidades indígenas de la Amazonia y el resultado de más de 220 mil víctimas colombianas masacradas por la escasa violencia.
Por los anteriores antecedentes,ahora son los victimarios que buscan el manoseado perdón filantrópico de las víctimas y la reconciliación con la sociedad. Lo cierto y puro es que la simple clemencia de las víctimas no es garantía de paz, tampoco el silencio de las metralletas tartamudas.
Ahora el Estado bajo unas migajas románticas del gobierno y las FARC, pretenden que las victimas olviden, lo que no se puede olvidar y que tal vez podrían perdonar sus acciones violentas. Por lo tanto, este rumbo de la paz, ya en las calles, en los medios se habla del proceso de paz. Pero realmente se ha mitificado que el pos acuerdo, viene tío rico con su bolsa millonaria, parece que a la penumbra del día le nace al Putumayo una nueva bonanza económica que nos va a sacar de la olla loca.
Por otra parte, tal vez los candidatos colombianos al premio Nobel de la paz, sea honorable este premio si y solo si, cuando la última madre fallecida de dolor en vida, pueda tener en sus brazos el alma y el cuerpo lo que en vida fue o es el hijo o hija de sus entrañas. Padres del alma, quien finalmente lograrían descansar bajo un duelo natural del abrazo espiritual de Dios y como quien dice, retraídamente dormirían en Paz.
Por lo tanto seria siniestro, deshonroso y agonizante para los colombianos que las partes del conflicto interno, quienes han derramado la sangre de sus propios hijos de nuestra patria se les recompense, se les aplauda en toda el faz de la tierra. Por ende para ganarse el premio Nobel de esta naturaleza, se debe poseer facultades únicas para mendigar la guerra, matar un poco de civiles, policías, soldados, guerrilleros, paramilitares, mujeres, niños o jóvenes, entonces se los felicitación los falsos positivos y se lo premia, es quien ha ganado el respeto digno de todos los colombianos y se merece lo que su merced no se merece porque usted nada más y vilmente es bueno o buena.
Pero lo importante del premio Nobel, por el logro de la paz, es que un fusil vagamundo y taciturno no busque renacer en la muerte pérdida, sólo porque pienso, digo o hablo diferente a Usted.
Sin embargo, es cierto que la Paz es una bendición en la que todos desean refugiarse. Abrigarnos como cuando nuestra madre nos trajo al mundo, Desde luego cada putumayense y colombiano queremos la paz, con trabajo digno, con tierra para el que la quiera producir, la paz con salud digna sin miramientos de estratos, una educación obligatoria hasta la universidad y en ese momento tal vez podamos alcanzar la paz, si y sólo si respetamos la Casa Común o madre tierra como madre de la humanidad, bendecidos porla sangre que corre en sus quebradas y ríos, a la que debemos toda la admiración infinita del bosque y de todo ser viviente que se arrastre, nada o vuele.
Finalmente quiero decir que sí queremos una paz verdadera, se debe recuperar la confianza política y gubernamental, así mismo se reconquiste el levantamiento de luchas populares que ha sido una respuesta a la construcción de nuestro país, que se vea que la muerte violenta no nos atisbe en las esquinas de nuestros pueblos sagrados, que sea la Constitución Nacional sea la bitácora mágica de la verdadera paz.
Por lo tanto se le pide a todo el pueblo putumayense, especialmente a todos y todas a quienes elegimos popularmente para establecer criterios de unidad social, y en este caso los entes territoriales sean los obligados constitucionalmente a administrar estos recursos de la PAZ, para que esos pocos dineros o migajas de la paz que pretenden entrar al Departamento del Putumayo, sean sagradamente custodiados por personas que les duela este territorio, que deseen el verdadero cambio para el Putumayo.
Por otro lado se observa que los dineros del pos acuerdo de paz, pueden tener el resultado de los dineros de Regalías Petroleras, con una lectura real de gestión de los gobernantes es negativa, a razón cierta que estos recursos podrían estar manoseados talentósamente por la burocracia y se inventan las trabas en la gestión de los recursos y luego el mismo Estado (DNP) manifiesta que cierta alcaldía o gobernación no ha sido capaz de gestionar recursos de regalías y así posiblemente continuara marginalmente el proceso de Pos acuerdo.
De esta manera que en nuestra Casa Mayor o nuestro Putumayo será nuevamente asaltado por la guerra o aun en la buena fe, O será el mambeo y los dineros de la paz, un mito de utilidad pública o derecho fundamental para los putumayenses?
23 Febrero 2016