Agencia de Noticias UNAL – A la luz de estos datos, el profesor de la Facultad de Ciencias Económicas, Carlos Suescún, advierte que el 80 % dedicado a pastos sirve para mantener ganado en forma extensiva, por ello en el país las vacas tienen más hectáreas para pastar que un campesino para cultivar.
De hecho, el CNA-2015 también revela que el inventario bovino es de 21,4 millones de cabezas, mientras que el equino es de 1,2 millones y el porcino de un millón. De esta clasificación pecuaria es bien sabido que el ganado bovino es el que requiere de un área considerable en pastos.
Al hacer cálculos con estos datos, el profesor Suescún encuentra que en Colombia cada vaca tendría 1,57 hectáreas para pastar. Muy poco al contrastar con las extensas fincas que disponen para 50 o 100 vacas en los alrededores de Montería (Córdoba).
La razón es que el 53,8 % del inventario bovino en Colombia está en fincas de menos de 50 hectáreas, es decir, son vacas de medianos y pequeños propietarios. Ello muestra que más de la mitad de las vacas del país están pastando en minifundios y microfundios, agrega el experto.
No obstante, advierte, mientras el grueso de los habitantes del sector rural que tienen una Unidad de Producción Agropecuaria (UPA) menor a 5 hectáreas, representan el 70,9 % del total y apenas ocupan el 2,4 % del área productiva (un millón de hectáreas), es decir un promedio de 1,4 hectáreas por residente. En contraste, hay vacas que pueden pastar en áreas superiores a las 3,5 hectáreas cada una, y se ubican en fincas de más de 500 hectáreas, las cuales representan el 0,4 % de las UPA y que abarcan el 65,1 % del área productiva.
El panorama del CNA-2015, comenta el experto economista, evidencia una realidad ya conocida y denunciada: alta concentración de la tierra, conflicto entre uso y vocación, pobreza, escasa organización social de las comunidades rurales y brechas sociales persistentes.
“Hasta en las estadísticas habían olvidado al sector rural”, señala el docente, al recordar que hacía más de 40 años el Gobierno no adelantaba un censo rural.
La información recopilada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) es la radiografía de una población sin acceso a garantías mínimas de derechos, que combinado con una tendencia exponencial al envejecimiento, acarreará con el paso del tiempo mayores problemas para la población, a menos que se hagan esfuerzos significativos por transformar tal situación, sostiene el experto.
Según el censo, la superficie agrícola corresponde principalmente a cultivos permanentes (5,3 millones de hectáreas), o sea el 74,8 % del total de área con uso agrícola. Estos en gran cantidad son cultivos como caña de azúcar, palma aceitera y caucho, entre otros agroindustriales, los cuales totalizan 3,4 millones de hectáreas.
En cultivos transitorios y asociados, donde se clasifican productos como hortalizas, tubérculos, algunas frutas y, en sí, una importante proporción de alimentos, se utilizan 1,8 millones de hectáreas. Esta producción es realizada sobre todo por economías campesinas. Así mismo, en el campo colombiano se tiene un total de 2,7 millones de productores, de los cuales apenas el 26,8 % (724 mil personas) son residentes.
Para el profesor Carlos Suéscun son sorprendentes y preocupantes las cifras en materia poblacional del sector rural. El CNA-2015 establece que aproximadamente 2 de cada 3 personas son hombres, y en la mayor proporción se encuentran en edades de 40 a 54 años. Esto significa que se está achatando cada vez más la pirámide poblacional en niños y jóvenes, y es un punto de inflexión histórico del sector rural, para transformarse en una pirámide invertida.
La afectación es notable en apenas 10 años (comparando con el Censo Poblacional de 2005), lapso en el cual se da una migración mayor de las mujeres, niños y jóvenes de áreas rurales a urbanas. Esto se explica en gran medida por la falta de oportunidades para la población y escasos niveles de bienestar.
Igualmente, se puede especular este fenómeno demográfico en factores como los mejores indicadores de educación en las mujeres (la deserción es menor en mujeres que en hombres), las limitaciones de medidas para garantizar un retorno efectivo de población desplazada (Ley 1448 de 2011), y por supuesto el rigor del conflicto armado que sigue ocasionando desplazamientos de la población. Indagar de manera profunda en estos y otros factores explicativos es una labor de investigación pendiente, recomienda el académico.
Los problemas o conflictos de estas tendencias demográficas radican en la necesidad de mayores medidas de atención a la población mayor, las restricciones al crecimiento económico, entre otros aspectos pertinentes a la política pública, puntualiza el investigador.
(Por: Fin/MLA/APBL)
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