‘Utopía’ le ‘roba’ campesinos a la guerra y los vuelve ingenieros

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Foto: Héctor Fabio Zamora / EL TIEMPO En Yopal está la finca del programa Utopía, de La Salle. En el último año de estudios los beneficiarios proponen un proyecto para sus comunidades.
Foto: Héctor Fabio Zamora / EL TIEMPO
En Yopal está la finca del programa Utopía, de La Salle. En el último año de estudios los beneficiarios proponen un proyecto para sus comunidades.

ElTiempo – Sin que todavía haya empezado el posconflicto, un importante número de hijos de la violencia rural encontró una verdadera oportunidad para alejarse de la guerra y estudiar una carrera universitaria, a la que eventualmente les habría sido imposible acceder.

Muy lejos del ruido de los fusiles y del riesgo del reclutamiento forzado, estos campesinos tienen la oportunidad de estudiar ingeniería agronómica en Yopal, en la Universidad de La Salle; de dormir en una cama y de tener acceso a las tres comidas. Es más, tienen la opción de aprender inglés o francés con profesores llevados desde Bogotá.

Todos hacen parte del proyecto Utopía, que actualmente beneficia a 220 estudiantes de 91 municipios de las zonas más violentas del país y todos, de alguna manera, afectados por el conflicto.

La iniciativa es una idea del rector de la universidad, hermano Carlos Gabriel Gómez, quien, luego de diseñarla durante varios años, la presentó como una apuesta por los jóvenes que han sido víctimas de la violencia y como un aporte a la paz de Colombia.


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Funciona como un internado, donde los muchachos no solo reciben clases, sino que tienen la comida y la dormida. Solo pagan unos 170.000 pesos cada cuatro meses.

Para estudiar en Utopía el requisito básico es ser campesino de una zona afectada por la violencia; eso sí, que no haya pertenecido a ningún grupo irregular.

De acuerdo con el hermano Gonzalo Achury, encargado del proyecto, Utopía comenzó con una inversión inicial de 40.000 millones de pesos en la finca de 980 hectáreas que la Universidad había comprado en Yopal para que sus estudiantes de veterinaria y zootecnia pudieran hacer prácticas.

Las directivas del claustro decidieron que allí se debería dictar una carrera que fuera afín con los temas del campo y que sirviera de apoyo para el posconflicto.


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Se decidieron por la ingeniería agronómica, pues entendieron que es una carrera universitaria que les puede abrir muchas puertas a los campesinos y les da herramientas para desarrollar el campo.

¿Cómo funciona?

Utopía es un proyecto especial de la Universidad al que no cualquiera puede aspirar. Las inscripciones se hacen en los pueblos, hasta donde llegan directivas del claustro para seleccionar entre los aspirantes.

“El rector define unos municipios del país, de acuerdo con la situación de vulnerabilidad de los jóvenes de la región, y se abre una convocatoria en la zona. Los muchachos presentan un examen, son entrevistados y se hace la selección”, contó el hermano Achury.

A través de las alcaldías y las emisoras locales se les avisa a los jóvenes sobre la fecha y el lugar en el que se realizará el proceso de admisión.

Los que son admitidos reciben una comunicación del claustro. Algunas se hacen telefónicamente, otras por correo electrónico y otras incluso mediante razones.

La carrera está dividida en 12 cuatrimestres, es decir cuatro años. El valor real del cuatrimestre es de unos $ 4’750.000, pero de este valor los jóvenes solo deben pagar $ 178.000. El resto corresponde a un crédito del Icetex, que la universidad les ayuda a tramitar.

“A los estudiantes que terminen la carrera el Icetex les condona el crédito”, contó Achury.

Claro que deben mantener un promedio por encima de 3,5 para poderse graduar. Es decir, deben ser aplicados.

El proyecto también cuenta con el apoyo de varias entidades privadas que les financian becas, como el Banco de Bogotá y el Banco Pichincha.

“La carga académica es pesada. Tres días a la semana comenzamos las clases a las 5:30 de la mañana, desayunamos y seguimos hasta las 12:30. Por la tarde tenemos más clases y nos acostamos sobre 11 de la noche porque hay que mantener el promedio y no podemos perder ninguna materia”, contó Galo Ituyán, de Valle del Guamuez (Putumayo).

Pero no se trata solo de aprobar las materias. Los muchachos deben comprometerse a que una vez se gradúen volverán al pueblo del que salieron para trabajar con las comunidades y a compartir sus conocimientos en el campo.

Además, los jóvenes, como lo han hecho los 70 que ya se graduaron en las dos primeras promociones, deben ejecutar un proyecto en su municipio el último año de estudios.

“Deben presentar el estudio completo, desde la viabilidad del cultivo que quieren montar, los costos, los tiempos y la comercialización. Apenas esté aprobado, la Universidad les da entre 8 y 10 millones para que lo hagan y una vez cosechen devuelven esa plata”, contó Gonzalo Achury.

Obviamente, este proyecto cuenta con la asesoría y la asistencia técnica en el sitio por parte de la universidad.

Actualmente hay 40 estudiantes que no están en Yopal sino que están en la zona rural de la que salieron, realizando el proyecto productivo que les servirá de sustento para el grado.

El fenómeno del Niño tiene a algunos con su iniciativa suspendida.

“Lo que se busca es que llevemos desarrollo a las regiones. De nada serviría que la universidad nos capacitara y nosotros nos fuéramos para una ciudad”, dijo Jáiver Montenegro, estudiante de Uribe (Meta).

Los estudiantes

David Bolívar, de Monterrey (Casanare), a quien le secuestraron a su papá, asegura que hoy es “el orgullo” de su familia, pues es el único que ha podido llegar a estudiar a una universidad.

“Aquí estamos logrando algo que para nosotros hace unos años no pasaba de un sueño”, dijo el joven. Mientras tanto Cindy Pajoy, de Morales (Cauca), quien ya cursa el quinto cuatrimestre, contó que para llegar la primera vez a Yopal, tuvo que hacer una colecta familiar para conseguir lo de los pasajes.

“Esta es una gran oportunidad que tenemos para alejarnos de la violencia, aunque no es fácil dejarla atrás”, dijo la joven, de 20 años.

Al lado de ella está Judy, quien vive en La Julia, en Uribe (Meta), que es recordado porque durante muchos años fue la zona clave para la retaguardia del bloque Oriental de las Farc. Su familia fue desplazada.

“Esta es una gran oportunidad de alejarnos de la guerra y para prepararnos para cuando salgamos servirles a las personas de nuestra región”, dijo la joven, a quien lo que más la ilusiona es que puede tomar clases de inglés y francés.

Para Jáiver Montenegro, quien durante la llamada zona de distensión (del 7 de noviembre del 98 hasta el 20 de febrero del 2002) estuvo desplazado junto con su familia en Manizales, lo más satisfactorio de este programa es que puede estudiar una carrera universitaria prácticamente gratis.

Galo Ituyán, quien debe hacer un recorrido de 30 horas en bus para ir hasta su casa, asegura que cuando terminó el grado 11 creyó que su vida seguiría como jornalero en el campo.

“Estamos trabajando para el posconflicto, es un aporte que les estamos haciendo a Colombia y a los jóvenes del campo”, dijo Achury.

Utopía comenzó en el 2010 y el rector de La Salle decidió darle este nombre bajo la visión de Tomás Moro, en el sentido de que cada vez que se acerca a la meta que se ha propuesto hay que buscar una más alta.

‘Es nuestra oportunidad’

Mayerly Zambrano, de La Hormiga (Caquetá), se enteró del proyecto a través de una vecina.

Presentó el examen, que como primer requisito era entregar un ensayo. Ella lo hizo sobre cómo será de clave el desarrollo rural en el posconflicto. “Escribí sobre las pocas oportunidades que los del campo tenemos para estudiar”, contó.

Mayerly es la menor de cinco hermanos y por eso cuando salió seleccionada, su papá se sintió angustiado de que su niña se fuera sola para una tierra lejana, a pesar de que ya tenía 18 años.

“Cuando nos despedimos, fue la primera vez que vi llorar a mi papá”, contó.

Ahora ya lleva dos años estudiando y cuando va en diciembre a su pueblo, su padre la presenta como la ingeniera. Es el orgullo de la familia.

Contó que incluso su familia ya dispuso de 3.000 metros cuadrados de la finca para la siembra de un cultivo de ají, que es el proyecto de grado que ella está preparando.

“Poder estudiar aquí es para todos nosotros la oportunidad de nuestras vidas, algo que no esperábamos”, dijo Mayerly.

‘Es un proyecto de construcción de paz’: rector

Hermano Carlos Gabriel Gómez, rector de La Salle. Archivo particular

La idea de poner en marcha el proyecto Utopía surgió del hermano Carlos Gabriel Gómez Restrepo, rector de la Universidad de La Salle. Él la ‘craneó’ y la puso en marcha. La iniciativa está pensada para el posconflicto, pero comenzó mucho antes que las negociaciones de La Habana.

¿Cómo surgió esta idea?

Surge de la ruralidad durante los años en que algunos de nosotros y yo particularmente estuvimos trabajando en la educación rural. Ahí es cuando uno se da cuenta de que hay que crear algunos espacios si queremos que los chicos de las zonas rurales puedan tener oportunidades a través de la educación superior. Trasegando por buena parte de esa Colombia profunda es donde van apareciendo estas ideas de hacer cosas en las que los chicos campesinos no sientan destruido su tejido social, donde los podamos apoyar, donde podamos crear las condiciones para que tengan éxito y creo que de ahí es donde nació Utopía.

¿Y fue difícil que lo apoyaran?

Creo que cuando uno le pone pasión al asunto y cuando la gente encuentra un proyecto que aunque pueda ser costoso pero tiene otros valores que son mucho más importantes que el primero, las personas lo aceptan. En el caso de La Salle, esa es nuestra misión, el trabajo educativo en beneficio de los pobres, y por eso Utopía no fue un tema complejo, pues es un asunto en el que hemos trabajado durante los 300 años de existencia.

¿Cuál es el costo del proyecto?

La universidad ha hecho un case muy alto. En el tema de infraestructura que ha estado a cargo de la universidad esa inversión supera los $ 40.000 millones.

¿Qué se busca con Utopía?

Utopía nació como un proyecto de paz antes de las negociaciones de paz, pero desde sus orígenes fue clarísimo que se centraría en los estudiantes de las zonas rurales que han sufrido los rigores de la guerra y la violencia. Fue pensado desde el principio como un proyecto de construcción de paz.

¿Sienten que se anticiparon a un eventual posconflicto?

Sin duda, porque este es un proyecto fundamental para la construcción del país. Hemos querido ampliar nuestro proyecto a unos 400 estudiantes, pero en este momento no tenemos las condiciones ni económicas ni de infraestructura. Sin embargo, ha surgido un proyecto que está en manos del Gobierno para crear cuatro ‘utopías’ en otros lugares del país conservando el modelo pedagógico y la vocación de que sean proyectos para chicos de las zonas más difíciles del país.

¿Quién les está ayudando con la financiación?

Hemos buscado apoyo con la empresa privada, con personas naturales en el sector financiero que han considerado que este es un proyecto muy importante. Algunas fundaciones y organizaciones nos han ayudado para financiar el estudio y la estadía de los muchachos. Precisamente esta semana se abre una oportunidad muy importante que esperamos que se concrete en las próximas semanas, y es conseguir algunos recursos del Ministerio de Agricultura que tiene para estudiantes rurales a través de Icetex.

JORGE ENRIQUE MELÉNDEZ P.
Enviado Especial de EL TIEMPO
Yopal

Fuente : http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/proyecto-de-la-u-de-la-salle-yopal-para-ayudar-a-jovenes-de-zonas-de-violencia/16419284


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