El Lápiz y el Fusil – Minicuento

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Por Silvio López Fajardo. 31- 01 -2015

Había una vez un Lápiz que vivía en el rancho de doña Julia y Don Paco, el señor amaba profundamente su lápiz, el cual había traído del pueblo, que se localiza al otro lado del río Mocoa, por fortuna se lo había encontrado en la plaza de mercado de la Independencia, junto a él había un borrador de rayas azules y blancas, a pocas cuartas un bonito sacapuntas verde. Entonces, Paco muy feliz compro una libreta en la tienda de la señora Concha y dijo ¡con esto tengo para dibujar y escribir más de un tabaco”. Llegada la noche de aquel domingo de pipiripingo, Paco se sentó en la cocina, escuchaba la radio y saco su lápiz y su libreta, mientras la señora Julia le servía el agua de Caléndula para el dolor de espalda. Paco sintiendo que su perro Sultán latía y latía con ferocidad, salió con el mechón a ver qué pasaba, pero nada podía observar, la noche era muy oscura. Finalmente se sentó a pensar que dibujaría en su libreta, pero antes la marco con su nombre, lugar y fecha y como el gustaba mucho escribir esto puso al inicio de su libreta de apuntes: «Nadie puede llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona, aunque piense y diga diferente» esta fue una frase que escucho de un amigo suyo Jaime Garzón, a quien mataron por decir la mera verdad, quien le había revelado que se la aprendido de la comunidad Wayyu, que se encuentran en la Guajira.

Entonces casi todos los días en su libretilla escribía historias que el juiciosamente imaginaba, así mismo tenía unos dibujos únicos. Una vez escribió sobre el asesinato de sus vecinos que dejaron huérfano un niño de cuatro añitos, quien vive con la señora Julia y Paco, el niño se veía flaco de la tristeza, tan flaco como Don Quijote, siempre se la pasaba llorando y casi en el día lo consumía un silencio vagamundo, que embargaba de melancolía del día y la noche.


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Un día inesperado llego a la casa el compadre Pedro y le leyó lo escrito, este saco una copia y lo dio a un amigo que sabía de leyes y este entrego a otro amigo y este entrego aun periódico local y la historia se publicó, con esto sin pena ni gloria habían declarado la pena de muerte de Don Paco, el amante de los dibujos y los cuentos, que era lo único que le gustaba al niño Felinto. Así de esta manera se enteraron los malandrines quien había avisado a las autoridades sobre los hechos macabros de la noche de luna media llena. Entonces empezó la persecución a Don Paco y su señora, le mandaban cartas, marconis y telegramas amenazadores, les decían que tenían 2 días para marcharse, más delante les colgaron un pollo negro blanco en la puerta de su casa y así pronto el miedo los consumía y una tarde de valor escribió una declaración con su lápiz que tanto amaba, toda la noche se sentó en su silla de palo de Balso, escribía y escribía, contando verdades que magullaban a corazones oscuros.

Entonces a la madrugada tipo 3 de la mañana llegaron tres tipos, dos estaban delante de su cocina y otro por atrás, quienes tenían en sus cabezas capuchas blancasy fusiles, entraron tirando la puerta de Nacedero y encontraron a Paco escribiendo su puñado de letras pálidas. Su última declaración de muerte, la que había firmado con su hermoso lápiz de la Independencia. Fue así que fulminantemente él y su lápiz perecieron en la inmisericordia de las balas de un fusil tartamudo, silencio de la magia de las palabras y los dibujos lisonjeros que se plasmaban en la libreta de apuntes de Don Paco. El mal poder y la mala política han sido cómplices de la memoria de los pueblos olvidados y de muchos hechos que violentamente por una firma obligada de un lápiz con un poder excluyente, hace que la verdad y la justicia se estreche en el silencio de la letras apagadas, que en su memoria son sólo mensajes en un papel ligeramente olvidado, aun por el aparato de la justicia justa.

En ese sentido el lápiz vagamundo que acompañó a Don Paco, también fue acribilladopor el fúsil de manos asesinas, finalmente tirado al fuegoa la esencia de un carbón, donde en la hoguera ya se cocinaban las papas y la café de la merienda del peón, mensajero de la muerte ajena, quien manoseaba las letras y el lápiz de Don Paco, que por sus escritos sentía que le apretaban las bolas de la inocencia de sus crímenes y de los que detrás de sus espaldas tenía el poder de los fusiles fríos que siempre acariciaban las flores de la casa de la señora Julia, que en paz descase. De esta manera un lápiz con sus remolinos de letras y frasesen manos frescas y buenas, están llenos de poder, aun para tranquilizar el tartamudeo de sus fusiles frios y del odio de las diferencias e indiferencias de las inocentes balas, que buscan sepultar la violencia en un sólo grito de paz.   “Je suis Charlie”

Soy Capaz de aportar mi granito de trigo a la paz de Colombia. J


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