Por Silvio López Fajardo
El ciclista MIGUEL ANGEL ORTEGA CASTRO, de 56 años de edad, (en 2011) nació en Mocoa, Putumayo el 31 de mayo de 1955, él conoció el día durante el canto del gallo desplumado. Estudió Kinder con la Profesora Helda Beatríz Gómez Bravo, mujer de Adalberto Apraez, el Chichico; continuó su primaria en la escuela de varones PIO XII, dirigida por José Gómez, quien luego se desempeñó como Notario de Mocoa. Otros de sus profesores fueron: Pedrito León Caicedo, José Antonio Lucero Alava (Q. E.P.D.), Marcos Solarte, Carlos Viveros, Canchala de San Francisco, entre otros. Dentro de sus recuerdos le encantaba el futbol, aún no soñaba con el ciclismo, le gustaba trepar la vara de premios que se realizaba en el Parque de la libertad del centro de Mocoa, también nadaba mucho en los ríos Mocoa y Caliyaco, y trotaba locamente por las calles del San Agustín y el Patolandia.
Como todo niño hizo travesuras: Arrancarle los aguacates a la vecina, bajarle sus uvas, y chuparle caña en las moliendas ajenas. Mientras el tiempo crecía junto con sus pantalones cortos, en quinto de primaria le pidió a su papá que le regale una bicicleta, le dijo que bueno si se colocaba las pilas y ganaba el año escolar, ¡estaba como difícil! Manifestó, Flecha Veloz. Miguel se motivó tanto que logró cumplir con esa meta y bajo palabra sagrada su padre Juan Bautista Ortega Chamorro (q. e.p d.) le cumplió y lo llevó a Pasto a comprar la bicicleta en los almacenes El Rin, la elegida fue una bicicleta Monark Novato, color rojo. Quedó muy contento con el regalo. Pasaron dos días más en la ciudad Pasto en la posada del amigo de su padre, Octaviano Córdoba, en donde Flecha Veloz recortó su pantalón y al otro día a las 6 am convidó al hijo de sr. Octaviano para que lo acompañara al km 15 que era muy nombrado.
Así sus deseos se cumplieron y su amigo mechudo lo llevó hasta el estadio Libertad, allí Miguel Ángel observó a unos ciclistas que entrenaban, y montado en su nueva bicicleta corrió detrás de ellos, expresa:“Recuerdo tanto el paso que ellos llevaban era duro, pero busque la forma y se me les escapé en la montaña, perdí de vista al grupo, seguí subiendo sólo y los dejé, corría como anima como lleva al diablo, era una flecha Veloz.Yo mismo me sorprendí más, al ver que alcancé a tres ciclistas que iban más adelante, además cuando llegué atrás de ellos me decían – ¿dónde dejaste la ruana y las quimbas?- y se reían porque yo tenía zapatos grulla y mi bello pantalón recortado. No les contesté nada y continué junto al grupo. Cuando se dieron cuenta que no me podían adelantar, entre ellos cuchicheaban –¡a este indio lo vamos a dejar! – , cuando escuché esto sentí rabia y pensé: a ver si son capaces de dejarme votado. Así continúe cuesta arriba, ya iba a terminar lo cierto es que no pudieron dejar y coroné con ellos el km 15. Los ciclistas me llamaron, preguntaron mi edad y que de donde era y le manifesté con orgullo que era de Mocoa, Putumayo y así baje despacio, contento con mi hermosa bicicleta roja. Ya sentado en el estadio Libertad no pude ubicar la casa donde había llegado en Pasto, me había perdido y estaba asustadísimo, espere un largo rato y por fin me recogió aquel amigo. Mi padre estaba preocupado y enojado, pensando que me habían robado la bicicleta.
Recuerdo que mi papá, para que no saliera más, me le quito los gusanillos del neumático. Así al día siguiente su padre lo llevó a Guaitarilla a visitar las tías Hael y Nemecia( Q. E. P.D) cuando llegamos, las tías no estaban y se encontraban en cosecha de papa donde otra familiar
Así nació el Flecha Veloz, al que el Angelito, sargento Torres, en la radio Voz del Putumayo, narraba “Angelitos ahí viene, ahí viene, trepado en su en su caballito de acero, ahí lo trae relinchando, es el indio, es flecha veloz y pasa la meta de montaña, dejando en alto el nombre del Putumayo, es mi angelito del alma”. Entonces eso fue de la manera como él se enamoró del ciclismo y llego hasta la vuelta Colombia, y dice que gracias a Dios fue amigo del Sangre Negra, que en paz descanse, a quien todos lo recordamos.
Debemos hacer memoria paisanos, que el Flecha Veloz dejó en aquella época el nombre del Putumayo en la cima y tal vez muchos jóvenes continuaron ese camino del ciclismo y siguieron su ejemplo, era un deportista amado por los putumayenses, quienes disfrutábamos escuchar la radio en la calle o en la casa hasta 10 personas o más.
Ahora la oscuridad de otro camino abraza su espíritu y su cuerpo, camino en el cual se encuentra perdido en la drogas, ya tal vez lo hemos dejado sólo, muchos en el Putumayo ya no lo conocen o simplemente no recuerdan sus batallas que tuvo quedar con su caballito de acero. Para finalizar dice “sólo espero una oportunidad que mi Dios me ponga en el camino correcto para vivir dignamente”.
En conclusión, manifiesto que me siento orgulloso y agradecido de Miguel Ortega, nuestro querido Flecha Veloz. De esta manera sería bueno que las autoridades competentes y la comunidad de Mocoa, reconozcamos y recordemos en vida y lucha deportiva por el Putumayo. Sería mucho pedir que alguna mano amiga pueda guiarlo nuevamente al camino verdadero “Al Deporte” y sea un testimonio de vida de luchas contra las drogas, flagelo en el cual no dude que silenciosamente ya puede estar en nuestro hogar, no importa la edad, no importa si es mujer u hombre, solo sé que la droga está muy cerca de nuestras vidas, como el virus de Chiquinguña.
Entrevista 26 de septiembre 2011 – Publicación 2014