En selva amazónica hallan rastros de vida de 11.000 años

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Varias excavaciones como esta fueron realizadas por los investigadores en un área determinada cada 10 o 20 metros, en Peña Roja. - Foto: cortesía Gaspar Morcote Ríos.
Varias excavaciones como esta fueron realizadas por los investigadores en un área determinada cada 10 o 20 metros, en Peña Roja. – Foto: cortesía Gaspar Morcote Ríos.

Los estudios en semillas arqueológicas y almidones extraídos de instrumento líticos evidencian explotación y consumo.

Bogotá D. C., ago. 13 de 2014 – Agencia de Noticias UN – Vestigios de semillas, almidones de tubérculos e instrumentos de piedra que datan del 10.100 y el 8.000 antes de nuestra era evidencian la presencia de poblaciones en la selva húmeda tropical del Caquetá.

En la Amazonia colombiana también se encontraron piedras labradas.
En la Amazonia colombiana también se encontraron piedras labradas.

A 40 km aguas abajo por el río Caquetá (cuatro horas en lancha desde Araracuara) se encuentra Peña Roja, un asentamiento en el que habitaron desde el siglo XVIII los carijonas y andoques, y en el que actualmente mora un pequeño grupo nonuya, que llegó a la zona huyendo de los abusos provocados por la explotación del caucho en Putumayo.

Según datos bibliográficos, hasta los años noventa se asumía que las selvas húmedas tropicales del mundo y la cuenca amazónica eran los últimos ecosistemas que los humanos habían colonizado por lo menos 5.000 o 4.000 años atrás.


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Gaspar Morcote Ríos, profesor del Instituto de Ciencias Naturales de la U.N.
Gaspar Morcote Ríos, profesor del Instituto de Ciencias Naturales de la U.N.

Sin embargo, estas nuevas investigaciones, llevadas a cabo en medio del río Caquetá, demuestran que algunas comunidades colonizaron muy temprano este ecosistema, sin necesidad de conocer o implementar la agricultura, debido a que eran nómadas que manejaban los recursos silvestres y que, según las evidencias, disponían de la domesticación incipiente de algunos tubérculos.

Es así, como la alta presencia de restos botánicos indica que estos grupos enfatizaron mucho en el mundo vegetal, especialmente en las palmas. Así lo explica el profesor del Instituto de Ciencias Naturales de la U.N. (ICN) Gaspar Morcote Ríos, quien agrega que dichos pobladores también consumían frutales silvestres y raíces.

Según el docente, todo ello se conoce por las evidencias paleobotánicas recuperadas en el yacimiento arqueológico: semillas, almidones y fitolitos (estructuras microscópicas de sílice que se encuentran en las plantas y que pueden perdurar miles de años en el suelo).

Los vestigios botánicos fueron descritos y determinados mediante colecciones científicas contemporáneas del ICN. Para conocer la antigüedad de los humanos en la región, se seleccionaron algunas semillas arqueológicas de palmas, las cuales fueron enviadas a un laboratorio estadounidense para su datación.


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Los estudios en semillas arqueológicas y almidones extraídos de instrumento líticos evidencian explotación, procesamiento y consumo de tubérculos, frutos de palmas y frutales silvestres. Así se desvirtúa la hipótesis de que estos ecosistemas tropicales no fueron ocupados tempranamente por cazadores-recolectores.

“Tratamos de conocer la composición de la selva en ese tiempo y cómo manejaron el bioma los grupos humanos”, explica el profesor, quien argumenta que en la zona de Peña Roja, algunos recolectores establecieron reiteradamente sus campamentos durante 2.000 años, entre el 10.100 y el 8.100 antes de nuestra era.

El investigador, con ayuda de Tomas León, experto en suelos del Instituto de Estudios Ambientales de la U.N., y Francisco Aceituno, arqueólogo de la Universidad de Antioquia y experto en almidones, vislumbró que las comunidades recolectoras también seleccionaron y comenzaron a manipular tubérculos fundamentales en la dieta.

Así, los datos de fructificación de palmas y frutales silvestres indicaron que en la temporada de aguas bajas y escasa pluviosidad (noviembre, diciembre y enero) pudo prevalecer un estrés alimenticio que afectó a los recolectores.

Una de las hipótesis de los investigadores sugiere que la alternativa podría ser el recurso pesquero, pues en el período de aguas bajas (noviembre – febrero) los peces quedan atrapados en espejos de agua que se desconectan de los principales cursos hídricos, facilitando la captura por parte de sus predadores. Esto complementado con el consumo de tubérculos y raíces ricos en almidones.

Por otro lado, se buscó conocer más información sobre la tecnología agrícola conocida como terra preta do indio (tierra negra del indio) o suelos antrópicos, que en Colombia empezó a estudiarse en los años 80 del siglo pasado, pero que en Brasil se remonta a finales del siglo XIX.

Gracias a excavaciones arqueológicas, se encontró una de las presencias más antiguas de humanos que ocuparon la cuenca amazónica.
Gracias a excavaciones arqueológicas, se encontró una de las presencias más antiguas de humanos que ocuparon la cuenca amazónica.

Actualmente, muchos investigadores tienen el consenso de que los suelos negros son sistemas agrícolas precolombinos hechos por comunidades con el fin de llevar a cabo una agricultura por largos períodos y sostener demografías relativamente altas. Entonces, los asuntos de investigación se enfocaron en cómo funcionan, desde cuándo lo hacen y qué cultura está asociada.

En suma, el hallazgo evidencia que los antiguos humanos de la Amazonia jugaron un papel importante en la propagación de múltiples especies en diferentes zonas del continente, como Mesoamérica o los Andes.

(Por: Fin/HES/GAC/dmh/AC)

http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/article/en-selva-amazonica-hallan-rastros-de-vida-de-11000-anos.html


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