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Gloria Stella Nupán dirige la biblioteca de uno de los pueblos más violentos de Putumayo. El viernes, la Biblioteca Nacional le entregó el Premio Nacional de Bibliotecas Públicas por promover la cultura en medio del conflicto armado. SEMANA habló con ella.
SEMANA: ¿Cuánto tiempo le tomó llegar a Bogotá?
GLORIA STELLA NUPÁN: Cuatro horas y media, tres de las cuales dura el viaje en camioneta a Puerto Asís. Es demorado porque la carretera está destapada. Y a veces dura más, pues la guerrilla explota tuberías y tumba torres de energía. De Puerto Asís uno llega por avión a Bogotá en una hora larga.
SEMANA: Ante tantas dificultades, ¿cómo hicieron para llevar hasta allá los 5.600 libros que tienen?
G. S. N.: La biblioteca existe desde 1973. Decíamos que era ‘pirata’ porque casi no tenía libros. En 1997 llegamos a los 300 tomos. Los pusimos en siete estantes chiquitos y recibíamos a siete niños cada día. En 2004 decidimos dejar de trabajar como simples pasalibros a ser gestores culturales. Fuimos a los colegios y nos dedicamos a nivelar a los estudiantes que perdían el año. Así le mostramos a la gente que una biblioteca sirve para aprender.Llegamos a recibir 200 niños al día. En 2007 nos unimos a la Red de Bibliotecas Públicas y nos mandaron más material bibliográfico. Fue así que llegaron miles de libros.
SEMANA: ¿Todavía van 200 niños al día?
G. S. N.: Internet ha reducido la cifra, pero siguen yendo 70. En La Hormiga los libros siempre serán importantes, pues solo hay internet si hay energía y allá la luz se va muy seguido. Justo ahora llevamos 15 días sin electricidad.
SEMANA: Les dieron el premio, en parte, por llenar morrales de libros para llevarlos a las veredas…
G. S. N.: En 2012 nos dimos cuenta que, a diferencia de la gente del pueblo, la del campo no conoce la biblioteca. Entonces decidimos viajar con 30 o 40 libros a cuestas para llevárselos a las comunidades. Por ejemplo, la vereda El Rosal queda a solo 25 minutos del pueblo, entonces se puede llegar en camioneta. Mientras que para ir a Guadualito el carro nos deja hasta un punto y de ahí caminamos cinco horas. Hubo un día que nos cogieron las ocho de la noche en la selva. ¡Casi no llegamos!
SEMANA: ¿Y quién recibe los libros en las veredas?
G. S. N.: Nos recibe la comunidad. Nosotros les leemos en voz alta y les explicamos por qué nuestra biblioteca viajera es útil. Luego escogemos un líder que administre y lleve un registro, para que después nos hable sobre las expectativas que tenía la gente. La idea es que encuentren una opción para aprender, y ha funcionado. En la Herradura, otra vereda, hubo una niña que escondía los libros para leérselos y quedarse con ellos. Al final del año nos tocó regalarle uno para que devolviera los del morral.
SEMANA: ¿Y la guerrilla, que domina la zona, nunca les puso obstáculos?
G. S. N.: A los que trabajamos en la biblioteca nunca nos han puesto inconvenientes.
SEMANA: Ustedes quieren combatir la violencia desde los libros. ¿Eso cómo funciona?
G. S. N: Sí, esa es una estrategia que tenemos. Siempre nos hemos preguntado por qué La Hormiga solo aparece en los medios cuando hay una situación de violencia. Entonces decidimos unirnos paramostrar que Putumayo no es solo conflicto, sino también cosas bonitas. Lo hacemos mediante la revista Katharsis. La idea que es ahí escriban quienes no se atreven a hablar para que se desahoguen, se alivien y puedan perdonar. Nosotros creemos que a través de la lectura se pueden lograr muchas cosas, como la paz. Un libro permite interactuar con los demás y, a la vez, contigo mismo. Sucedió que un chico de una vereda jamás había ido a un casco urbano, y conoció la Hormiga. Nosotros le enseñamos que podía seguir conociendo otros mundos por medio de los libros. Y lo aprendió.
SEMANA: ¿Y usted publica todos esos documentos?
G. S. N.: No, hay un proceso de selección. Nos unimos con estudiantes de literatura de la Universidad Nacional, y ellos nos ayudan a elegir los mejores textos y editarlos.Los que no se publican quedan igual en nuestro archivo.
SEMANA: ¿Ustedes le enseñan a escribir a la gente?
G. S. N.: Estamos en ese proceso. Por ahora lo que hacemos es leer mucho e intentar imitar a los buenos escritores. La idea es que algún día en Putumayo también haya un Gabriel García Márquez o un Germán Castro Caycedo.
SEMANA: ¿Qué le gusta leer a la gente de La Hormiga?
G. S. N.: A los niños, los cuentos infantiles de Keiko Kasza. A los jóvenes, Gabo. Y a los adultos, Germán Castro Caycedo. También les interesa Eduardo Galeano y su libro Las venas abiertas de América Latina.
SEMANA: ¿Por qué justamente esos libros? ¿No aumentan el dolor?
G. S. N.: No, nos vuelven más sensibles. Son libros fuertes, pero nos ayudan a ser más críticos, a entender que esto no sólo nos sucede a nosotros.
SEMANA: ¿Es posible entender a una sociedad a través de los libros que lee?
G. S. N.: En nuestro caso, sí. Lo que leemos muestra que somos inteligentes y que sabemos resistir.
SEMANA: ¿Cuál es la identidad de La Hormiga más allá de la guerra?
G. S. N.: Somos gente luchadora, emprendedora, pacífica. Personas con mucha resistencia, que no nos rendimos ante una amenaza. Creemos que, a pesar de las dificultades, esta es nuestra tierra y en la ciudad solo seremos anónimos, entonces hay que luchar.
SEMANA: Lo que usted hace es justamente lo que necesitará este país si llega al posconflicto: construir memoria y superar el pasado. ¿Qué les diría a los colombianos para convencerlos de que esto es necesario para la paz?
G. S. N.: Les diría que necesitamos querer nuestra tierra. Si abandonamos a nuestro pueblo por lo que en él ocurre, estamos dándole aún más cabida al conflicto. Tenemos que resistir y unirnos los buenos. Entender que el diálogo es la solución, y no la guerra.
Por Por María Fernanda Lizcano, de SEMANA.
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