La crísis del Yagé bajo la sombra de la interculturalidad global

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140505 yage slfPor: Jaime Silvio López Fajardo

Óleo sobre lienzo: Yagé Sagrado. Por SLF – 2014

Mis queridos y queridas lectoras, hace más de una década he venido tomado Yagé (Banisteriopsis caapi), y siempre lo hago con mucho respeto y con la compañía suprema de Dios. He tenido la fortuna de conocer en el Putumayo (Colombia) muchos taitas, chamanes o médicos tradicionales, aprendices indígenas y colonos que brindan el brebaje del Yagé. Antes de tomar por primera vez, investigué por más de dos años sobre esta planta y su ritual, también leí a varios autores en la materia. Hasta que un día tome fuerzas y sentí el llamado del rey de las plantas, este espíritu se apoderó de mi vida y debo confesar que me ha dado mucha sabiduría y alegría. Desde luego continuaré investigando sobre los misterios ocultos y sagrados del Yagesito, quien me ha dado permiso para continuar en esta labor.

Por el Yagé he conocido extranjeros que vienen al Putumayo a tomar su pócima. Estos turistas e investigadores viajan en avión muchas horas, luego por carretera y caminos de herradura que puede tornarse en varios días para estar en la Amazonía Colombiana, es de suponer que el costo de una poción puede tener un valor económico extremadamente sustancial para el bolsillo de los visitantes.


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Para tener acceso al Yagé es muy sencillo, especialmente cuando el extranjero visita la región. La población local le brinda su hospitalidad desinteresadamente y así puede llegar a cualquier municipio del Putumayo y preguntar quién da yagé? Sin miramientos le brindan la información del Taita o de la persona que está relacionada con el tema. Esta dinámica es muy conocida por las mismas autoridades municipales, hay incluso gobernantes de la zona han tomado Yagé o se hacen una limpieza espiritual con su Chaman de confianza.

En este sentido existe una paradoja: mientras que extranjeros y oriundos de otras regiones del país vienen a tomar yagé al Putumayo, los lugareños en su mayoría no lo hacen por varios motivos. Existe un miedo cultural por tres razones que merecen su balance personal, los blancos o los colonos manifiestan que el Yagé es un alucinógeno que puede crear dependencia y han escuchado que muchos han quedado locos para toda la vida o que han muerto en su primer intento. De estos casos personalmente hasta la actualidad no conozco ninguno que tenga como fiel prueba que el Yagé haya sido el elemento principal de los hechos recientes acaecidos en Mocoa.

En el año 2013 escuche en la radio que un joven murió en el Municipio de Puerto Caicedo (Putumayo), caso que sería muy importante escudriñar, teniendo en cuenta que fue su madre quien lo animó a realizar la toma. Investigando encontramos el caso de muerte de dos personas al consumirlo en una ceremonia en Piedecuesta, Santander. Un segundo caso fue en el festival multicultural que realizó la Gobernación de Nariño e incluyó rituales de yagé como parte de su oferta de diversidad cultural” . Al parecer, las muertes en Piedecuesta se debieron a que el preparado estaba siendo administrado por “taitas piratas”, advierte Oriana Navarrete .

Hace unos días en el Putumayo se dio el caso desafortunado de la muerte de un joven británico que había ingerido Yagé, quien aparentemente era una persona sin vicios y había tomado el mismo brebaje con el mismo Taita en una ceremonia anterior y no obtuvo ninguna reacción, y el día de la toma final también consumieron otros extranjeros pero a estos no les paso absolutamente nada. Algunos escritos publicados sobre el caso Miller, periodistas fallaron en contra del Yagé, quienes no poseen el conocimiento previo sobre la materia y de manera irresponsable manifestaron que la muerte de Miller fue por Yagé.


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Con criterio puedo afirmar que muchos turistas muchileros llegan a nuestro Putumayo y toman yagé bajo otros efectos alucinógenos como la cocaína, bazuco, marihuana y hongos voladores. Conozco el caso de dos hermosas extranjeras quienes me manifestaron que los hongos de ganado cebú eran los mejores. Una de ellas consumió Yagé con mamaconcha. Considero que este coctel de drogas revuelta con la planta sagrada del Yagé manda al otro mundo a cualquiera especialmente cuando no existe el verdadero respeto espiritual por la sabiduría de los antepasados. Esto genera una mala imagen a nuestra hermosa región. No muestran respeto por nuestras costumbres y comunidades indígenas. Se aprovechan de la necesidad económica, de su pobreza y ofrecen dólares o euros a cambio de Yagé o de su conocimiento ancestral. Estas personas, aun colombianos, que atentan contra las costumbres deben pagar con sanciones judiciales administrativas y penales, especialmente por la biopiratería, porque se está poniendo en riesgo el capital económico de las futuras generaciones. Cabe anotar que sobre estos hechos las autoridades colombianas y el Congreso no hacen absolutamente nada.

En el Caso Miller es complejo determinar la culpabilidad. Uno, se dice que había más etnoturistas en la ceremonia a los cuales no les paso nada, significa que no es un caso de intoxicación por Yagé. Dos, cuando una persona tiene un comportamiento grave ante la sociedad (matar, violar, robar o se portarse mal con sus familiares) el Yagé lo reprende y hasta le hace ver su propia agonía, generando una prueba espiritual muy fuerte. Si la persona no está preparada no puede soportar tal situación. Es posible que Miller haya visto sus propios demonios. Tres, es necesario que medicina legal determine que había consumido Miller antes de la ceremonia y la fiscalía defina una investigación justa para el Yagé.

Pasando de coles a nabos, del Yagé hay dos cosas que sinceramente no me gustan. Para mí no es ningún placer consumirlo. Primero, su sabor es tan amargo y desagradable que casi no lo puedo tomar, finalmente lo bebo haciendo caras y musarañas. Aunque hay personas que lo ingieren sin ningún problema, incluso a algunos les gusta su sabor, les sabe a café, vino seco o cacao de montaña.

Recuerdo la última pócima que tomé en este año fue acompañado del Profesor German Farieta Sarriá,con Doctorado en Antropología y sociología de la Universidad de Paris, a quien le agradó su sabor y no tuvo ningún inconveniente. Para mi esa toma fue terrible casi no me entra, fue la peor toma ¡Huy que amargo! Segundo, luego aproximadamente en una media hora o a veces más, el efecto es vomitar ¡huy para mi es sumamente duro! Me salen rugidos de león una y otra vez, mi cuero y cuerpo se constriñen queriendo sacar como el último aliento de vida y en segundos tengo que salir de donde estoy hasta tres o cuatro veces. Desde luego también tiene efecto de purga ocasionando diarreas que no son tan traumáticas. Luego de esto se convierte en un momento de descanso y relajación.

Mi experiencia en las tomas de Yagé, se enmarca en algo sencillo y sin mayores complicaciones. Los Taitas con quienes tomo Yagé, normalmente visten ropas occidentales y al inicio del ritual se colocan toda su indumentaria la corona de plumas de aves exóticas, collar de dientes de tigre, jabalí o de caimán y su camisa de colores vivos. En su altar o en la mesa podemos encontrar varios santicos, al divino niño, cristo crucificado y una Virgen María. Aquí uno se podría preguntar: en que momento estas comunidades incluyeron en el Yagé al dios católico y a todos sus santos? Si en realidad la iglesia católica no comulga o comparte con el Yagé. Para la ceremonia se enciende unas velas, una fogata si la toma es en el campo y desde luego se acompañan de varios instrumentos musicales pero el más común es la Armónica que tuvo su origen en la China en el año 300 a.c.

En el año de 1996, cuando estudiaba la Tecnología Forestal, en el Instituto Tecnológico del Putumayo, tuvimos una práctica de campo con el Hombre Amazónico, el profesor “Heraldo Vallejo”, con él nos trasladamos a la Bota Caucana, frente al Jauno, Municipio de Puerto Guzmán, realizamos la práctica y en la noche con mi compañera Claudia, decidimos realizar la toma de Yagé, caminamos como un kilómetro por un sendero boscoso y llegamos a una casa indígena, ya era un poco tarde, creo que en ese sitio encontramos un forastero quien convivía con el Taita, era de Puerto Rico.

Bueno de ese escenario y encuentro ocasional no recuerdo mucho, pero después de la toma de la pócima aún en mi mente existen varios episodios interesantes. Claudia mi compañera sentimental en ese entonces me manifestó; “Que me había visto al lado de una virgen blanca y que estaba cultivando un jardín”. Este Hecho de mi vida lo viví cuando estudiaba en el seminario menor de Sibundoy, efectivamente bajo mi iniciativa realicé y cultivé un jardín junto a una imagen de bulto de una virgen de Fátima. El jardín quedaba junto a nuestro dormitorio.

Me impresionó que Claudia me hubiera comentado un episodio de mi vida anterior que nunca había mencionado. En mi caso lo que recuerdo después de 18 años de esta toma, es que por mi cuerpo nadaban las serpientes de muchos colores y tamaños empezaron a deslizarse, las sentía como si de verdad estuvieran ahí, consideraba que por la bota del pantalón se metían y cada vez el miedo era más vivo y de repente se me abalanzaban a mi cara y estas sólo movían su lengua y sus cabezas. En la realidad la noche era oscura llena de nubes, de repente la noche oscura desapareció y apareció una noche clara con su hermosa luna, y asimismo salió el sol. Para protegerme de las serpientes le pedí al poderoso Yagé, que me enviara un águila y le manifesté que si las serpientes atacaban, entonces el águila debía coger las culebras y matarlas. Así fue como una serpiente grande abrió la boca para clavarme sus colmillos y se abalanzó sobre mi rostro, cuando de repente el águila que se encontraba en un árbol alto, atenta a lo que pudiera suceder, se lanzó de picada sobre la serpiente, la levantó y le despedazó la cabeza, al instante las demás serpientes desaparecieron de mi cuerpo y desde esta vez aprendí que cada cosa que veamos en el Yagé por muy dura que sea es una prueba a la cual debemos de enfrentarnos y dominarla para que él nos muestre las bellezas de los misterios de la vida y la naturaleza cósmica.

Para concluir puedo manifestar que el Yagé es una planta súper poderosa, que merece mucho respeto y para tomarla las personas se deben preparar rigurosamente. Es sabido que a nadie se le obliga su consumo, es totalmente voluntario y es justo que en nuestra región al Taita se le reconozca una paga como mínimo de 30 dólares, porque su preparación es de aproximadamente 8 días cocinándolo.

De esta manera observamos que el YAGE se encuentra en una crisis, bajo la sombra de la interculturalidad global y bajo la irresponsabilidad de quienes consumen este brebaje sagrado, sin tener la suficiente preparación o sólo por satisfacer su curiosidad. También puede haber sospecha de que algunos falsos taitas cometan graves abusos sexuales. Entonces partamos que el Yagé es sagrado como los verdaderos Taitas y que esto se haya vuelto un mercado persa y hayan prostituido al Yagé es gracias a la globalización de la interculturalidad de los dólares y los euros que ya corren por la Amazonia sin ningún control, especialmente en busca de drogas y de llevarse una historia o el conocimiento para sus tierras. Pero hay que recordar que detrás del Yagé también existen multinacionales que han deseado patentarlo, caso que ocurrió en Estados Unidos de América. Por lo tanto hago un llamado al Congreso de Colombia y a las autoridades competentes para defender al Yagé y a sus comunidades indígenas porque detrás de esta planta existen intereses capitalistas incalculables. Para terminar siempre consumiré y haré una defensa responsable del Yagé.

Asimismo quiero agregar a este escrito como referencia una experiencia con una planta amazónica que ha marcado mi vida teniendo en cuenta que estuve al filo de la muerte. Hace aproximadamente unos 20 años, tenía un dolor en el lado izquierdo de mi cuerpo. En ese entonces me causaba mucha fatiga así que acudí en el Valle de Sibundoy (Putumayo) y un Taita (Q.E.D) de quien no recuerdo el nombre, ni el de la planta salvaje, en su casita había varios pacientes, en su altar había santos católicos y muchas rocas de cuarzo de gran tamaño, que las soplaba y resoplaba una y otra vez. Las veía, y me decía “te han hecho una cochinada”, mientras me daba un brebaje, que no era Yagé, eran otras plantas. En un instante mi cuerpo se contorsionaba, se paralizó, mis brazos se torcían como melcocha y no volvían a su estado normal, de la misma manera mi cara se arqueaba con una parálisis que generaba terror. Ese síntoma me duro hasta el amanecer. Volví poco a poco a mi estado normal y con un amigo que me acompañó salimos de aquella casona indígena llena de flores.

Este compañero de estudio de colegio casi me arrastraba y me cargaba porque aún no podía dar pasos, mi cuerpo aún estaba paralizado. Esa mañana lloviznaba y a medida que el agua caía resbalaba por mi piel se sentía que pasaba corriente eléctrica por mis brazos, afortunadamente no tuve consecuencias, ni secuelas de esta experiencia de vida. Quiero manifestar que desde luego nunca más bebí este remedio, ni volví a visitar aquel taita.
Pero antes de despedir este escrito quiero manifestar en nombre de las comunidades indígenas quienes están en riesgo de desaparecer, de los putumayenses, los colombianos, colombianas y el mío propio, nuestro más profundo sentido de solidaridad y condolencias a la familia, amigos y amigas del joven Británico “Henry Miller”. Paz y gloria en las alturas y que con su manto de sabiduría ayude a la paz del mundo, a quien le dedicamos con amor el siguiente escrito del libro Tibetano de la vida y la muerte:

Sobre la Bodichiata
23 de abril
El corazón compasivo de la mente iluminada
Es el elixer supremo
Que vence a la soberanía de la muerte
Es el tesoro inagotable
Que elimina la miseria del mundo.
Es la medicina suprema
Es el árbol que da refugio a todos los seres que vagan
Que remedia la enfermedad del mundo
Fatigados por la existencia de la senda condicionada.
Es el Puente universal que libera
De los estados de nacimiento desdichados.
Es la naciente luna de la mente que disipa
El tormento de los conceptos perturbadores.
Es el gran sol que elimina por fin
La brumosa ignorancia del mundo.

Shantideva

Por: Jaime Silvio López Fajardo
Email ; silviolopezfajardo@gmail.com
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