La dura realidad del bajo Putumayo

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TESTIMONIO DE UN INVESTIGADOR  DEL CNMH QUE RETRATA LOS DÍAS DIFÍCILES POR LOS QUE ATRAVIESA ESTA ZONA AL SUR DEL PAÍS.

Foto y texto por Carlos Alberto Mejía Walker

La del sábado no fue una noche tranquila en El Placer, ni la del domingo una madrugada de paz en El Tigre. En una y otra Inspección, en el Bajo Putumayo, hombres armados hostigaron los puestos de la Policía Nacional, causando la muerte de Alberto Valeta, un joven agente de 22 años oriundo de Córdoba.


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En medio de las balas, los habitantes de El Placer, como en otras noches de sueño interrumpidas, desearon que el amanecer llegara prontamente: ¡Como si el miedo y los fantasmas se desvanecieran con el primer rayo de luz!

Los de El Tigre comenzaron su domingo, también, en medio de las balas. “Antes de las 6:00 hubo un despertar feísimo, eso sonaba tatatatá”, expresó una habitante de esta población al referirse a lo ocurrido. “Hacia las 5:50 […] se escucharon ráfagas y disparos. De inmediato supuse que estaba sucediendo algo grave en la estación, que se la estaban tomando, tuve que refugiarme debajo de la cama porque se escuchaban demasiado cerca”, relató el sacerdote Nelson Cruz.

Los domingos en El Tigre son los días de mercado. Aunque se viva con el temor propio, pero a la vez ajeno, de una zona de guerra, la gente sigue con su vida: ¡igual no hay más opción! Los del campo salen al pueblo, la música de las cantinas ambienta el paso de los transeúntes mientras acompaña en sus tragos a quienes están bebiendo. A los jóvenes y a los más chiquitos se les ve caminar o montar en bicicleta de arriba a abajo. En el terreno que será el “Parque de la Memoria”, y que colinda con la galería, algunas casas y una trinchera de la Policía, se juegan partidos de cualquier cosa que sea en equipo y requiera de un balón.

Pero “hoy es triste mirar a la gente asustada, con miedo, la gente en sus casitas. Da tristeza […] no esperábamos que esto sucediera”, afirma una habitante, mientras otro reconoce, con bastante resignación, que “no queda sino guardar la calma, porque son cosas que ya han sucedido en otro momento”. Y es que tanto en El Tigre como en El Placer ni la guerra ni la victimización son un asunto del pasado, por más que la memoria y la reparación intenten ser parte del presente. No es menor el hecho de que en ambos lugares sobresalgan las trincheras de la fuerza pública al lado de viviendas y espacios de encuentro comunitario como la escuela, la caseta comunal o la inspección.


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El Tigre ha sido protagonista de todas las violencias posibles de este país. Como me lo relataran alguna vez, “la cosa por acá no ha sido fácil […] Aquí hemos tenido todas las guerras: las de las guerrillas del Epl y el M-19 por allá en los ochenta, la del narcotráfico con Gacha y sus matones, la de las Farc, el Ejército, los paracos y la de las fumigaciones […] Mejor dicho, en El Tigre ha habido muchas fieras, aunque nunca hemos perdido la esperanza de que esto se componga”.

Para referirse a lo que ha dejado la guerra, jóvenes y adultos conjugan el pasado y el presente en sus relatos, porque la han tenido y la siguen teniendo ¡ahí no más! El futuro lo describen en paz; paz que las nuevas generaciones no han conocido pero que anhelan y reclaman en ejercicio de su derecho a soñar.

Sin contar los hechos del último fin de semana, los recurrentes hostigamientos a que están sometidos sus pobladores, los reiterados atentados al oleoducto que circunda a El Tigre y que se extiende sobre la carretera que lo atraviesa, la amenaza latente de trochas y caminos minados y las marcas en el campo por la aspersión aérea con glifosato, en lo corrido del último año se ha registrado lo siguiente:

  • Enero 19 de 2013, Inspección de El Placer. En medio de un ataque de la guerrilla contra la estación de Policía, un cilindro bomba cayó sobre la Escuela, ubicada justo en frente y al lado de dos puestos de control. Los medios destacaron que “por fortuna, el año académico no ha comenzado y no hubo heridos. Sin embargo, los padres de familia han expresado su temor a enviar a sus hijos a la escuela este año. Niños y niñas de El Placer son el principal blanco de ataques, combates y hostigamientos de grupos armados contra la Policía”.
  • Febrero 3 de 2013, Inspección de El Tigre. Un artefacto explosivo destruyó la estación de Policía y afectó algunas viviendas alrededor.Además de dos agentes heridos, “la onda explosiva dejó aturdidas a varias personas, vecinos del sector […] Al centro asistencial de Valle del Guamuéz fueron trasladados […] una niña que sufrió daños en su oído izquierdo, un padre de familia quien recibió esquirlas en su cuerpo y afectación por la onda explosiva, sus hijos y su esposa”.
  • Marzo de 2013, Departamento de Putumayo. La Defensoría Regional del Pueblo alertó por la presencia de campos minados en el departamento y por los riesgos para la población civil. Se destacó que en el último año “han dejado 21 muertos entre ellos dos menores de edad y heridas a 17 personas entre ellas 8 civiles, 4 menores de edad y cinco miembros de la fuerza pública”. El defensor regional indicó que “se deben adoptar medidas urgentes para contrarrestar la presencia de los artefactos explosivos sobre todo en cercanía de las instituciones educativas, casos como Piñuña Negro, El Placer, entre otras regiones”.
  • Mayo de 2013, Inspección de El Placer. Por lo menos unas 100 personas arribaron de la vereda Cabaña del Guamuéz (jurisdicción de Orito) a las instalaciones de la escuela de El Placer, huyendo de fuertes combates armados entre el Ejército y guerrilleros de las Farc.
  • Agosto de 2013, Inspección de El Placer. Tras una incursión armada de la guerrilla y hostigamientos contra la estación de Policía, un agente resultó muerto y un niño de 14 años gravemente herido. Tras permanecer más de un día en condición de muerte cerebral, el niño falleció.
  • Febrero 8 de 2014, Inspección de El Tigre. Un atentado de las Farc contra el oleoducto Trasandino causó el derrame de crudo en los ríos Sucio y Guamuéz, dejando extensas manchas sobre sus orillas y vegetación.

Adicional a ello, y según cifras de la Red Nacional de Información de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, durante 2013 se reportaron en el Valle del Guamuez (Municipio del que hacen parte las dos inspecciones) 397 víctimas de actos terroristas, atentados, combates y hostigamientos; 5.375 víctimas de desplazamiento forzado; 183 de homicidio; 1.150 de amenaza; 3 de minas antipersonal, munición sin explotar y artefacto explosivo y 7 de delitos contra la libertad y la integridad sexual. En lo corrido de 2014, se cuentan 39 víctimas de desplazamiento y 6 de amenaza.

Aunque la lista de hechos violentos podría ser más extensa, el hecho de que violencia y victimización sigan tan presentes en el Bajo Putumayo supone un reto mayúsculo a la hora de construir memoria e implementar medidas de reparación para las víctimas.

Por ahora, y aunque se esté lejos de una verdadera transición, memoria y reparación se van haciendo al andar, pues para estas comunidades, como recalca uno de sus habitantes, lo importante es que la memoria no deje que se pierda la esperanza y ayude a pensar un mejor futuro.

http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/index.php/noticias/noticias-cmh/3162-la-dura-


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