Reconciliación: antídoto para la violencia

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En Medellín se realizó el primero de cuatro encuentros regionales que buscan la reconciliación nacional como aporte a la búsqueda de la paz. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
En Medellín se realizó el primero de cuatro encuentros regionales que buscan la reconciliación nacional como aporte a la búsqueda de la paz. FOTO MANUEL SALDARRIAGA

El proyecto Reconciliación Colombia comenzó en Medellín y promueve las alianzas claves para superar el conflicto y ayudar a la paz.

ElColombiano

En medio del conflicto y la violencia, la reconciliación se abre paso. Lo sabe el empresario caqueteño que tras sufrir un secuestro y quedar arruinado le tendió la mano a un exguerrillero. O la empresa multinacional que respondió a la destrucción de una planta de producción con centros que promueven convivencia y desarrollo regional.

Por eso la convocatoria para visibilizar experiencias de reconciliación, que hagan contrapeso a la destrucción y reconstruyan las vidas de las víctimas y sus comunidades, encontró respuesta en el Primer encuentro regional de Reconciliación Colombia.


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Esta iniciativa de la sociedad civil para unir esfuerzos que permiten la reconciliación nacional reunió ayer en Medellín a líderes sociales, representantes de víctimas, sacerdotes, empresarios y otros actores sociales de Antioquia, Chocó, Tolima, Huila, Caquetá y Putumayo.

Lo que parece imposible en un país desangrado por un conflicto de cinco décadas, que acaba de superar la cifra de seis millones de víctimas que reclaman reparación, ya está pasando en todas las regiones.

Esa es la lección de vida que comparte Cesar Augusto Montealegre, un próspero finquero que en 1999 fue secuestrado por el tercer frente de las Farc. En cautiverio los guerrilleros lo maltrataron y hasta lo obligaron a cavar una fosa que «sería mi tumba si no les daba 7 mil millones de pesos… me acusaban de ser aliado de los paramilitares». A pesar de la crueldad, César cuenta que los guerrilleros no eran indolentes, «pero decían que tenían que obedecer órdenes».

El secuestro duró ocho meses y lo perdió todo, pero empezó de nuevo y en 2005 ya tenía una finca donde criaba cerdos. Hasta allí llegó un exguerrillero que escondió su procedencia. Uno año después confesó que era cabecilla del frente que secuestró a César.


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«Me asusté mucho… pensé en echarlo de la finca, pero había trabajado tanto y demostrado que podía darle esa oportunidad que lo dejé y ahora es el administrador y un socio con el que he progresado», recuerda el finquero.

Al pedir que no se estigmatice a los desmovilizados que buscan reintegrarse César insiste en que «nuestra sociedad necesita reconciliarse, que todos aportemos porque la paz que queremos comienza por nuestra casa».

Su historia, como la de la compañía Nestlé o la de antiguos cocaleros de Putumayo que decidieron cambiar a sembrados de caucho y pimienta para que sus hijos no heredaran el estigma de ilegales, evidencian que el proyecto de Reconciliación Colombia no comienza de cero (ver experiencias).

Tras el primero de cuatro encuentros regionales previstos, el consenso es que mediante alianzas entre la empresa privada, las organizaciones sociales y el Estado, el país puede mitigar los impactos del conflicto y ayudar al desarrollo de regiones condenadas a la pobreza, el atraso y la marginación.

El alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, desde su experiencia como víctima del conflicto y ahora como gobernante manifestó que tiene convicción de que el proceso de reconciliación que impulsa este proyecto «no debe depender de los resultados de la negociación entre las Farc y el Gobierno en La Habana» y que tiene que «trascender a todos los sectores sociales».

El aporte empresarial
Uno de los debates principales fue el papel de la empresa privada en ese reto de la búsqueda de la pacificación en el país.

La conclusión de dirigentes empresariales como David Bojanini, presidente del Grupo Sura, es que la empresa privada debe comprometerse más allá de su simple responsabilidad social.

En su convicción de que «la paz no se firma, sino que se construye», Bojanini defiende la idea de que la generación de riqueza debe ir de la mano de promover el desarrollo social».

Con él coincidieron asistentes al encuentro como Manuel Palacios, representante de víctimas del conflicto, quien advirtió que «las empresas no pueden continuar acumulando riquezas como ha pasado en Colombia, mientras abundan las necesidades y la pobreza a su alrededor y a pocas cuadras de sus plantas».

Para Luis Fernando Rico, presidente de Isagen, las empresas también pueden ayudar a facilitar la construcción de la infraestructura (vías, escuelas, hospitales) que requieren muchas regiones, en especial las más apartadas y conflictivas.

Por su parte, Manuel Andrés, presidente de la compañía multinacional Nestlé, destacó el aporte de la empresa privada que «facilita espacios y conocimiento para capacitar a las personas y promover la convivencia en esa regiones que han sido afectadas por el conflicto y la violencia».

Como ejemplo, recordó que en 2007 una planta procesadora de leche en El Doncello (Caquetá) fue destruida en un atentado de la guerrilla en retaliación por el no pago de extorsiones.

«La gente en esa zona vive de la leche y entonces vimos la necesidad de acercarnos a la comunidad y ayudar a evitar más violencia y por eso se crearon los Centros de Reconciliación y Paz en Caquetá y en Bugalagrande, que han beneficiados a 7 mil personas», explicó Andrés.

Al hablar de regiones como Caquetá, el presidente de Nestlé reconoce que la desigualdad es uno de los factores que debe resolver el país para superar condiciones que facilitan los conflictos sociales.

Regiones empoderadas
Líderes sociales y defensores de derechos humanos hicieron un llamado al sector empresarial para que no marginen de su actividad económica a las comunidades donde se asientan.

«Han llegado al Chocó y no contratan a las personas de la zona, y eso genera violencia e inequidad», dice Yolanda Perea, directora de la Fundación el Puerto de mi Tierra, que trabaja en Riosucio, Chocó.

Otra de las conclusiones fue la necesidad de que las regiones tengan voz y voto en las decisiones que comprometen su futuro y la solución de sus necesidades y conflictos, incluyendo el armado.

Así lo planeó Aristarco Mosquera, representante de consejos comunitarios de Chocó (Asocasam). «Nosotros no entendemos la reconciliación sólo desde el conflicto armado. Es un proceso que viene desde hace más de 160 años, cuando a los afrodescendientes nos dijeron que éramos libres», dijo. «Sin embargo, aún seguimos marginados y en la miseria».

Según otros líderes regionales y representantes de la iglesia, como Luis Carlos Hinojosa, de la Diócesis de Quibdó, también es necesario que el Estado se reconcilie con las comunidades por el abandono para que las poblaciones recuperen la confianza en el Estado y no sean presas fáciles de los grupos armados ilegales.

¿QUÉ SIGUE?

PEDAGOGÍA Y ENCUENTROS REGIONALES

Además de los cuatro encuentros regionales en distintas zonas del país, habrá cinco publicaciones impresas y la activación de una plataforma web (www.reconciliacioncolombia.com). De esta iniciativa hacen parte como organizadores, Usaid, Ecopetrol, Semana, El Colombiano, OIM, PNUD, Embajada de Suecia, Mapp-OEA, Unión Europea, Proantioquia, Unidad de Acción Vallecaucana, Empresarios del Caribe por la Paz, Vanguardia Liberal, El País, El Heraldo, El Tiempo, El Espectador, Portafolio, La República, Caracol, RCN, Canal Capital, CM&, La W, Blu Radio, La FM, ACR, Unidad de Víctimas, Centro Nacional de Memoria Histórica, ProdePaz, FIP, BSD y Colombia Líder.

EXPERIENCIA DE CENTROS DE RECONCILIACIÓN Y PAZ DE NESTLÉ

Las actividades de la compañía multinacional Nestlé en Colombia no han sido ajenas al contexto de violencia, así lo reconoce el presidente, Manuel Andrés.

En 2007 la planta que la compañía iba a inaugurar en El Doncello (Caquetá» fue objeto de ataques con artefactos explosivos por parte de la guerrilla, al igual que la planta de Florencia, Caquetá, presente desde 1974.

Nestlé realizó un diagnóstico de la comunidad para buscar formas de prevenir futuros ataques, dentro del cual surgió la necesidad de fortalecer a las comunidades en temas de paz y reconciliación.

Con cooperación de la Fundación para la Reconciliación se crearon los centros en San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá, El Doncello (Caquetá) y Bugalagrande (Valle del Cauca).

«Los centros de reconciliación involucran a todos los actores sociales, los docentes, los jóvenes, las autoridades locales, y promueven la cultura de la reconciliación, la solución pacífica de los conflictos y espacios de convivencia y el empoderamiento desde las regiones.

El presidente de esta compañía agrega que muchas de las personas se convierten en multiplicadores de esos conocimientos que luego replican el proceso en sus familias y comunidades.

Este proyecto ganó el Premio Nacional de Paz de la Fundación Ideas para la Paz (2011).

CAMPESINOS DE PUTUMAYO CAMBIARON LA COCA POR LA PIMIENTA

En Putumayo el cultivo de caucho y pimienta les cambió la vida a campesinos de Villagarzón, Mocoa, Puerto Garzón, Puerto Asís y La Hormiga, que la empezaron a sembrarlos, dejando atrás los cultivos de coca.

Hasta hace una década, estos agricultores huían de las autoridades y las fumigaciones de cultivos ilícitos y estaban a merced de las guerrillas y paramilitares, que compraban la coca.

Desde 1998, luego de un proceso que no ha estado exento de dificultades, la pepa verde se convirtió en la oportunidad que esperaban para vivir tranquilos.

«Queríamos cambiar para que nuestros hijos no crecieran en una zona estigmatizada por la violencia y cargaran con ese estigma de la ilegalidad. Además, veíamos que esos cultivos ilegales traían alcoholismo y adicción a las drogan a nuestras gentes», cuenta Rodrigo Trujillo, uno de los líderes campesinos

El resultado es la empresa Condimentos Putumayo, que comercializa la pimienta. Después, cerca de 60 familias campesinas formaron una asociación llamada Empresarios Agrícolas por la Paz, que cuentan con una extensión de terreno de más de 100 hectáreas de plantación de picantes con una producción aproximada de 2 toneladas mensuales y un millón de pesos libres en ganancias por familia trabajadora. Según los campesinos, ahora superan los ingresos que tenían por el negocio de la coca.

CORPORACIÓN POR LA DEFENSA DE LOS D.H. CAGÚAN VIVE

Durante el año 2007 organizaciones sociales campesinas de San Vicente del Caguán empiezan a construir una iniciativa que abra espacios para la promoción y defensa de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, así como de apoyo a personas y comunidades que hayan sido vulneradas en tales derechos, donde partiendo de procesos de formación, se llevan a cabo acciones para promover la cultura de la paz, en búsqueda de una salida negociada al conflicto político, social y armado que vive el país.

La Corporación que trabaja en varias regiones como Tolima y Meta ha venido desarrollando acciones efectivas enmarcadas en procesos de acompañamiento a las víctimas, denuncias públicas de las violaciones a los derechos humanos realizadas especialmente por agentes del Estado, la recolección de información de las comunidades afectadas por la confrontación armada y la creación de proyectos que promuevan el mejoramiento de la calidad de vida de la población, especialmente las víctimas.

La Corporación por la Defensa de los Derechos Humanos Caguán Vive tiene como objetivos la capacitación de la comunidad en general afectadas de una forma directa o indirecta por cualquier actuación que vulnere sus derechos humanos, para que sea capaz de reconocer dicha conducta, al sujeto vulnerador y la actuación para reclamar su reparación.

POR JUAN CARLOS MONROY G
ElColombiano
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/R/reconciliacion_antidoto_para_la_violencia/reconciliacion_antidoto_para_la_violencia.asp


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