Nuestro senador putumayense : emancipación política y oportunidad histórica – II

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Agustín Ordoñez G.
Agustín Ordoñez G.

Por : Agustín Ordóñez

La versión I de este artículo, publicada en este medio en Noviembre de 2013, hacía referencia al anhelo y la necesidad de los putumayenses de tener Nuestro Senador, propio, de esta región, y a la oportunidad histórica de lograrlo si dejamos de elegir los senadores de otros departamentos que naturalmente trabajan para su región y sus propios intereses y que además han perjudicado al Putumayo, porque con el apoyo de senadores foráneos nos han quitado territorio, regalías y otras cosas. Sobre dicho artículo algunos consideraron que era obvio que nos referíamos a Guillermo Rivera, otros lo preguntaron, al igual que el por qué.

Evidentemente la oportunidad histórica de contar con un Senador propio está representada en el brillante trabajo y desempeño del congresista Guillermo Rivera, en su trascendencia política a nivel nacional y en su decisión de aspirar al Senado de la República.

Aquí algunas razones que sustentan esta afirmación, las cuales, como siempre, exponemos de manera seria y objetiva, leyendo la realidad nacional y departamental, no nacen ni del interés particular ni del resentimiento, nuestro estilo no es lambiscar ni insultar, pero si nos mueve un interés regional, nuestra virtud o defecto, según se mire, es el regionalismo, entendido como el amor a esta tierra y el deseo ferviente por su progreso y bienestar.


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Para quienes creen que la opinión política solo nace del interés o la gratitud particular, les aclaro que he seguido su trayectoria en el Congreso desde hace un buen tiempo, no de ahora, y la he seguido no porque quiera hacerlo sino porque todos los medios de comunicación del país destacan su actuación y se refieren a él como uno de los mejores congresistas de la actualidad. En el mes de Noviembre de 2011, hace más de dos años, en este mismo medio escribí un artículo titulado: “Guillermo Rivera Flórez, aquí y allá”, con mi opinión sobre su buen desempeño en el Congreso, su papel protagónico en el ámbito político nacional, su gran capacidad, conocimiento e inteligencia y su talante de Senador, como también hacía algunas críticas a la dirección de su partido en el departamento. Apenas si lo conozco personalmente, tan solo en una ocasión, hace como un año, hablamos durante unos diez minutos. Nunca he pertenecido ni pertenezco al Partido Liberal, lo digo con respeto, y no había votado por él.

Lo primero que resalto es que es hijo del Putumayo, nacido, crecido y forjado en esta tierra, por tanto la conoce y nos conoce bien y conoce su historia y sus problemas, porque los ha vivido y sentido. Pero es el putumayense del que hablan todos los medios de comunicación más importantes en Colombia, de radio, televisión y prensa escrita, no solo las emisoras locales; hablan de su trabajo, de sus logros y buscan su opinión sobre los temas más sensibles e importantes de este país. Su protagonismo a nivel nacional es algo que como putumayenses nos satisface, porque enaltece el nombre del departamento en el ámbito político nacional, aunque algunos no lo vean o no lo valoren por diferencias, envidias, resentimientos o partidismos.

Hay un aspecto de su actuación en el Congreso que particularmente admiro y me hizo interesar en su trabajo y que quiero mencionarlo, tal como lo hice en el artículo del 2011. Me refiero a la posición valiente y contundente que asumió durante el gobierno del tristemente célebre Uribe Vélez, gobierno que como todos sabemos duró ocho años y para quien todo el que se le opone es un terrorista. Que un congresista sea capaz de oponerse a un gobierno tirano y defender sus ideales y principios y reciba “garrote” durante ocho años por tratar de proteger los derechos e intereses de la gente, es algo digno de resaltarse. Fue de los pocos congresistas que no se arrodilló a los caprichos y dádivas del uribismo y se negó a aprobar sus nefastas reformas, como la disminución de los recursos para salud, educación y agua potable, el TLC y otras. Hoy, aunque su partido pertenece a la Unidad Nacional, ha asumido también una posición autónoma y objetiva y ha sido capaz de no apoyar y criticar iniciativas del gobierno de Santos, como la reforma a la justicia, la reforma a la salud, etc. y ha confrontado al gobierno por sus actuaciones en temas como el de las fumigaciones con glifosato y otras.

Quienes luchamos por defender la democracia y por la justicia social en este país, valoramos que un congresista sea autónomo en sus apreciaciones y decisiones, que sea capaz de colocar el bien común por encima de los intereses particulares y que tenga claro que la educación, la salud, el agua potable, la protección del campo y la justicia, son lo más importante para los colombianos y los putumayenses, que los defienda y no los venda por un plato de lentejas, aprobando cuanto propone el gobierno de turno, como ha sucedido con la mayoría de congresistas, senadores y representantes, principalmente los que que han tenido o tienen que ver con el Putumayo.


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Sus iniciativas y sus debates de los últimos años, que hemos podido apreciar a través de la televisión y otros medios, uno de los últimos las denuncias en contra del gobierno nacional por las fumigaciones con glifosato que afectan a cientos de familias putumayenses, han tenido la altura que corresponde a un gran estadista y a un escenario como el Congreso y la opinión nacional.

Pero sin duda su contribución más importante para la nación ha sido en el tema de la paz, porque de nada nos sirve un país y un departamento con grandes obras de infraestructura pero bañadas en sangre. El dialogo y la reconciliación son el único camino que le queda a este país para salir de un conflicto que lleva más de 50 años y que en los últimos 12, tres periodos de gobierno, se ha gastado la mayor parte del presupuesto nacional en hacer la guerra y tratar de acabar a la guerrilla por las armas, violando de paso los Derechos Humanos de muchos colombianos inocentes, y que no lo ha logrado y que está demostrado que así no lo logrará.

Pero la paz no se consigue solo con los diálogos de La Habana. El camino de la paz, tan trascendental para todos los colombianos, debía construirse sobre bases sólidas de verdad, justicia, reparación a las Víctimas del conflicto y Restitución de Tierras a quienes les han sido despojadas como consecuencia del conflicto. Este marco propicio para el perdón y los diálogos de paz del gobierno de Colombia y la guerrilla, fue construido por la iniciativa de este putumayense, autor de una de las leyes más trascendentales de los últimos tiempos en Colombia y que ha sido ejemplo para el mundo, la Ley de Justicia y Restitución de Tierras.

Hay varias cosas más para decir, pero no queremos sobrepasar la línea de la objetividad. Insisto en que lo mencionado aquí no son simples apreciaciones particulares ni lisonjeras, es simplemente una mirada a la actualidad política y a la realidad del departamento, el país y el Congreso, realidad que todo el país conoce y que los medios de comunicación registran diariamente, por lo que está documentada.

No ser capaces de valorar esta realidad y aprovecharla para bien del Putumayo es ser mezquinos con nuestro propio departamento y con nosotros mismos, porque, no nos digamos mentiras, quienes apoyan aspiraciones al Senado de otros departamentos, tienen intereses puramente particulares, de dinero o de burocracia, o las dos cosas.

Ojalá no dejemos pasar esta oportunidad de tener Nuestro Senador y menos por razones e intereses que están por debajo de los intereses de todo un departamento.


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