John Montilla
Decirles quien fue la niña protagonista de este original y espontáneo episodio, no me es tarea fácil, pues necesitaría de muchas palabras para hacerlo; por tanto simplemente anoto- aún hoy con profundo pesar- que ese ser especial ya no hace parte de este mundo, debido a que un instante absurdo de esos que tiene la existencia apagó el lucero de su vivir, y de las fugaces flores de sus quince primaveras trágicamente marchitas únicamente sobreviven los recuerdos de aquellos que tuvieron la fortuna de conocerla.
Por eso cinco años después de su partida, traigo una anécdota que alguna vez me contó, con toda la nostalgia del recuerdo una muy buena amiga de la inolvidable niña Darcy Gissella Melo Villota:
En una agradable y soleada tarde en la localidad de Puerto Umbría,(Putumayo) Darcy y una de sus más cercanas y buenas amigas, de las muchas que ella tenía, habían ido a nadar al Río Guineo, el río de la localidad, cuando de pronto las jovencitas divisaron en las tranquilas y diáfanas aguas un minúsculo pececito; al cual ellas atraparon de hábil manera con sus manos.
En la inocencia del juego y de las travesuras propias de la edad- rayando entre lo infantil y juvenil- el desafortunado animalito se les murió en las manos después de tanta imprudente manipulación.
Cuando se percataron del desventurado hecho, la amiguita propuso que lo usaran como carnada para pescar, pero no tenían los elementos de pesca junto a ellas; entonces a Darcy se le ocurrió lo siguiente: comérselo crudo. Ante esto su compañerita de juegos se rehusó, pero ella la animó diciéndole que se lo comerían a medias y con esto sellarían un pacto de amistad.
Luego de manera decidida Darcy tomó al pececillo entre sus dientes y de un mordisco lo partió en dos, y le dijo a su amiga mientras le pasaba su parte: “El compartir este pez significa que nuestra amistad no terminará nunca”; acto seguido, ella agarró el trozo correspondiente a la cabeza y empezó a masticarlo y de un bocado se lo tragó, y la amiga pese a que tenía sus reparos no tuvo más remedio que cumplir también con su parte.
Una vez ejecutada esta genuina ceremonia de lealtad y amistad; y después de ambas reírse hasta más no poder, Darcy le sugirió a su amiga ir a buscar frutas para mitigar el acre y mal sabor que les había quedado en la boca para luego seguir disfrutando del placer de nadar en las aguas del maravilloso Río Guineo.
Así era Darcy: Una niña llena de una sana impulsividad y originalidad que la llevaban a crear y hacer cosas, que la hacían ser querida y apreciada por todos aquellos que la conocían. Por eso, los que tuvimos la fortuna de compartir con ella, hacemos nuestras las palabras que tristemente gimió otra de sus amigas por el desconsuelo de su partida: “¡Nadie!, ¡Nadie, Comprende este dolor!”.
Paz en la tumba de Darcy. (1993-2008)
Texto y Fotografías John Montilla. Esp. Procesos lecto-escritores
Adenda:
AMISTAD
Texto inédito escrito por Darcy Melo en su clase de literatura en el año 2006Una amistad sincera se la encuentra con aquella persona
que se puede hablar de los deseos,
de tristezas y también de felicidad.
La amistad permite compartir
los tropiezos de la vida,
pero también
los mejores momentos
Tener un amigo, (es) tener libertad
pues su corazón brinda
el derecho de la amistad.
Tengo un amigo y tengo un cielo
pues me hace volar
y poner los pies en el suelo.
(D.M)