Por: Ricardo Solarte- Publicado en APE.COM.CO
El 26 de octubre del año 2012 fue la última vez que Jeffrey Alexander Ramos caminó. Lo hizo para dirigirse por su cuenta al hospital Jose María Hernández de Mocoa Putumayo. Ese día se alistaba para hacer su rutina de ejercicios, pues era un consagrado atleta. “Estaba haciendo estiramiento y sentí una molestia en la espalda. Era un dolor que se iba incrementando y se hacía insoportable. Me fui para el médico por urgencias”, dice.
Hasta ese día, Jeffrey, de 29 años, era un joven más de esos millones a los que le toca «lucharla» todos los días para llevar algo de comida a su casa. Luego de prestar el servicio militar en la Policía, Jeffrey estudió un técnico laboral en una escuela de formación para el trabajo llamada Ecapetrol. Tenía la ilusión de hacerse a «un pedacito» de la riqueza de los hidrocarburos que se explota a diario en el suelo colombiano. Aún la tiene, sólo que ahora su mayor esperanza, y en lo que está concentrado es en recuperar su salud.
Ese día cuando llegó al hospital le aplicaron Tramal, Dipirona y Dexametasona. Dice que los sentía como cubos de hielo que recorrían su torrente sanguíneo. Unos 45 minutos después comenzó un adormecimiento de sus piernas que aún padece y que lo tiene postrado en una cama. Lo que inicialmente era un dolor de espalda intenso, con el paso de las horas se había convertido en un enigma médico difícil de resolver para un hospital de segundo nivel como el Jose María Hernández de Mocoa.
No había nada más que esperar. El cuadro clínico era bastante complicado, así que la decisión de los médicos que lo recibieron por urgencias fue remitir a Jeffrey al Hospital Departamental de Pasto. En la madrugada del sábado 27 de octubre de 2012 lo embarcaron en una ambulancia con rumbo a la capital nariñense, y ahí comienza una carrera de obstáculos para acceder a los servicios de salud. Algo tan difícil en Colombia y los países latinoamericanos que el cantautor Juan Luis Guerra lo compara con la odisea de atravesar el Niágara en bicicleta:
Capítulo 1:
“Mi querido en este hospital no hay luz para un electrocardiograma”: Muchos colombianos no conocen las vicisitudes del sistema de salud hasta que tienen un dolor súbito, o como dice Juan Luis «una sirimba un domingo en la mañana cuando menos lo pensaba». Jeffrey llegó al Hospital Universitario de Pasto el sábado 27 de octubre a las 10 de la mañana. Durante ese fin de semana el aparato con el que se hacen las resonancias estaba en mantenimiento, así que le tocó esperar hasta el lunes para que pudieran hacerle el examen y saber qué estaba pasando en su columna.
Ahora, un año después, y luego de todas las complicaciones con su salud, lo que le dicen algunos expertos es que pasó mucho tiempo entre los primeros síntomas de la dolencia y el momento de hacer la resonancia.
Capítulo 2:
“Tranquilo Bobby, tranquilo”: Finalmente le hicieron el examen el lunes 29 de octubre y el primer diagnóstico que recibió de los galenos fue el de una malformación periférica venosa que se solucionaría con una intervención quirúrgica que se programó para el siguiente día: el martes 30 de octubre. Todo perfecto hasta ahí, si no fuera porque el resultado esperado no se dio. Jeffrey aún no sentía sus piernas y el médico lo despachó para su casa un mes después con estas palabras: “hice todo lo que pude con su malformación periférica, hay que esperar a la voluntad de mi Dios para que usted vuelva a caminar”.
Capítulo 3:
“Alguien se apiade de mí, grité perdiendo el sentido”: Esperando esa voluntad divina, Jeffrey estuvo en su natal Mocoa hasta el 17 de febrero de este año, día en que su EPS Caprecom resolvió trasladarlo a Bogotá. El 18 de febrero estuvo en consulta en la Clínica Rosvelt donde le ordenaron, nuevamente, una resonancia para conocer el estado de su columna. Aunque la orden aclaraba que se trataba de un procedimiento prioritario, la EPS sólo la autorizó el 9 de abril, 50 días después, obligada a dar respuesta a esta solicitud bajo la figura de un derecho de petición.
Capítulo 4:
“Y me entró la calentura y me fui poniendo blanco como bola e´ naftalina”: En Bogotá ha sido visto por médicos del Hospital Simón Bolivar, la cínica Rosvelt y hasta el San Ignacio. Lleva ocho meses hospedado en el Albergue La Primavera al sur de Bogotá. Su diagnóstico actual es: paraplejia espástica producida por un “quemón”, líquido o una masa que se le formó en la médula espinal entre T5 y T6. Es decir, un pequeño cuerpo que se puede ver en la resonancia, y que le impide la comunicación entre cerebro y sus miembros inferiores. El dolor es intenso y no soporta estar sentado mucho tiempo en una silla de ruedas común, por eso sus días transcurren en una cama acostado de medio lado. Actualmente está en tratamiento con Baclofeno de 50 Mg cada ocho horas.
Capítulo 5:
“Bajé los ojos a media asta y me agarré la cabeza… porque es muy duro pasar el Niágara en bicicleta”: Entre todas esas visitas a distintos médicos, uno de ellos le dijo que el único profesional que lo podía curar en Colombia se llama Juan Carlos Acevedo y que está en la clínica San Ignacio. Con la esperanza de tener buenas noticias pagó una consulta independiente con este médico quien le dijo que sí volvería a caminar. Un diagnóstico bien distinto al que le habían manifestado en la Clínica Rosvelt, donde le dan menos del 1% de probabilidades. La lucha ahora es con su EPS Caprecom, para que acceda a trasladar su caso al Hospital San Ignacio, donde le dan mejores pronósticos.
Puso una tutela que fue fallada a su favor, pero Caprecom la impugnó argumentando que nunca le han negado la atención al paciente. Cosa que es cierta. Sin embargo, Jeffrey quiere ser atendido donde le dan mejores pronósticos de recuperar su movilidad.
Capítulo 6:
“Lo siento atleta”: Esa sería la frase con la que los senadores y representantes que aprobaron la reforma a la salud se referían a Jeffrey. Como lo dijo el experto Mario Hernández Álvarez, profesor de la Universidad Nacional, en entrevista al diario El Espectador: “Mientras el tema económico no se modifique, esta reforma no va a beneficiar a la gente. Ellos (las EPS), como gestores, van a tratar todo el tiempo de controlar el gasto, desatendiendo muchas solicitudes de alto costo”. Para bien de Jeffrey y sus familiares esperemos que no sea el capítulo final de su historia, y que tenga la oportunidad de recordar esta enfermedad como una prueba superada.
Texto y Foto: Ricardo Solarte
Por: Ricardo Solarte- Publicado en APE.COM.CO
http://ape.com.co/especiales/item/250-%E2%80%9Ces-muy-duro-pasar-el-ni%C3%A1gara-en-bicicleta