Los retos humanitarios del suroriente colombiano: entrevista con Daniel Muñoz, jefe de la subdelegación del CICR en Florencia

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Foto CICR
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Durante más de 15 años el CICR ha protegido y asistido a  las víctimas del conflicto armado en el suroriente del país, priorizando Caquetá y Putumayo. Hoy la región vive una situación humanitaria difícil, a pesar del optimismo por las conversaciones de paz en La Habana.

Daniel Muñoz, jefe de la Subdelegación del CICR en Florencia, terminó su misión de tres años en Colombia y comparte su visión de la situación humanitaria en la región y los retos para el CICR.

¿Cómo describiría la actual situación humanitaria de los departamentos de Caquetá, Putumayo y Huila?


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A pesar de las negociaciones de paz entre el Gobierno y las FARC-EP, la situación humanitaria en la región sigue siendo difícil. El conflicto se ha agudizado en la frontera con Ecuador y en el departamento del Putumayo, donde los combates resultan en confinamientos y desplazamientos masivos de la población.En Caquetá, las partes en conflicto han aumentado la intensidad de los enfrentamientos y en Huila aunque el conflicto no ha alcanzado una intensidad tan alta, la contaminación por armas sigue afectando a la población por la presencia de minas antipersonal, restos explosivos de guerra y artefactos explosivos improvisados. El departamento recibe mucha población desplazada de sus vecinos Caquetá, Putumayo, Cauca, Meta y Tolima.

¿Cuáles son los principales retos humanitarios a los que se enfrenta una institución como el CICR en esta región?

El principal reto es seguir protegiendo, asistiendo y apoyando a las víctimas en lugares cada vez más apartados. Las fronteras agrícola, ganadera y minero energética se expanden con rapidez, en medio de la violencia y la guerra.Por esta razón debemos seguir presentes en estos lugares apartados y marginales, brindando asistencia de calidad,respondiendo a las nuevas y continuas necesidades de las víctimas.

En estos tres años, ¿cuáles han sido las dinámicas más importantes del conflicto en la región? ¿Ha mejorado la situación para la población?


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En la zona de frontera con Ecuador, el aumento de los cultivos de coca, la falta de control del Estado y la operación de diferentes organizaciones dedicadas al contrabando han contribuido a agravar la situación. La población no tiene alternativas económicas para su sustento, la producción de cultivos tradicionales no tiene salida ni comercio posible y los cultivos ilícitos son frecuentemente la única alternativa de los campesinos.Además, se mantienen las fumigaciones y erradicaciones, no siempre acompañadas de programas de desarrollo de cultivos alternativos.

Como es sabido, en las selvas del Caquetá, el Putumayo y el Huila se da una lucha sin cuartel por controlar y explotar la inmensa riqueza de los subsuelos. Por lo tanto, el producto de esta explotación no se ve reflejado en desarrollo, infraestructura, calidad de la educación o acceso a la salud. Lo único que queda son las consecuencias humanitarias y ecológicas de la explotación descontrolada de los recursos naturales, como contaminación del agua, enfermedades, amenazas, asesinatos y desplazamientos.

¿Por qué continúa siendo pertinente la presencia del CICR en esta región?

Por todo lo que he dicho anteriormente. En esta región la debilidad de las instituciones se evidencia,sumada a una población de colonos e indígenas que han vivido durante mucho tiempo en condiciones paupérrimas y sin perspectivas de desarrollo en el corto plazo,en medio de un conflicto de más de 50 años. Esto hace relevante la labor del CICR,continuar protegiendo y asistiendo a las víctimas de la violencia y el conflicto armado. Además, el CICR está preocupado por el aumento en la región de nuevos grupos armados, especialmente en el Putumayo, cuyas acciones  provocan  consecuencias humanitarias en la población civil.

¿Cuáles fueron los logros más significativos para las condiciones de vida en la región  en estos últimos tres años?

Yo diría que los logros más significativos son los cotidianos e invisibles, que no salen en la prensa. Son los frutos del trabajo diario de todas las personas que hacen parte de esta oficina del CICR. El reencuentro de una familia que ha sido separada como consecuencia del conflicto, la rehabilitación de un campesino que ha perdido una pierna y puede volver a caminar, el regreso a la libertad de una persona en poder de un grupo armado,llevar esperanza a una familia que tiene a un familiar herido, o los apoyos a la población desplazada para que encuentren un trabajo digno y la posibilidad de integración en la ciudad. Todos esos son logros inmensos que merecen ser destacados.

Evidentemente, algunos logros se ven en los medios. La Subdelegación del CICR en Florencia ha participado en procesos de liberación de personas que han estado retenidas por la guerrilla de las FARC como el periodista francés Romeo Langlois o los cuatro ciudadanos chinos adscritos a una empresa petrolera.

Para la población de esta región, ¿hay algún impacto en materia humanitaria derivado de las conversaciones de paz que se desarrollan en La Habana?

El impacto, hasta el día de hoy, no se ve directamente. La guerra sigue en estas regiones marginales del país, a veces incluso con consecuencias humanitarias mayores o más evidentes. El impacto se refleja más bien en la esperanza que ha generado en toda la población de que algún día se pueda firmar esta paz y Colombia pueda  pensar en justicia y reconciliación. Sin embargo, los desafíos son y seguirán siendo inmensos, pues muchas veces la violencia antes de terminar, se transforma, tomando otras caras.

Cualquiera que sea el resultado el CICR continuará trabajando en aras de aliviar el sufrimiento causado por el conflicto armado, esperando que las causas que lo provocan, puedan resolverse en un futuro cercano.


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