El calvario de lograr una cita médica en un hospital

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Jaime Erazo - Columnista. CNP Putumayo
Jaime Erazo – Columnista. CNP Putumayo

Nadie sabe lo que es hacer una cola hasta que tiene hacerla. En nuestro medio, dominado por las leyes del mercado, hacer cola se convirtió en una regla.

Hay que hacer cola para todo, o para casi todo: para pagar los servicios públicos, para consignar o retirar plata de los bancos, para saborear un delicioso plato en los restaurantes, para entrar al cine, para pagar en los supermercados, para comprar la carne, para votar y hasta para confesarse, etc., etc., pero, la cola más cruel e inhumana es la que se tiene que hacer en los hospitales.

A nadie le cabe en la cabeza que el enfermo o paciente (no el usuario como les ha dado por llamarlo pomposamente quienes con criterios netamente empresariales y de rentabilidad económica administran los hospitales), tenga que hacer una larga y tortuosa cola para ser atendido.

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Cómo es posible que los pacientes tengan que apostarse detrás de una desvencijada ventanilla de hospital, desde las 3 o 4 de la mañana, soportando con estoicismo los dolores y las angustias propias de su enfermedad. Para colmo de males, a los directores o gerentes de algunos hospitales, fundamentados en fallas del sistema de seguridad por ellos implementado, se les dio por dejar a los pacientes fuera de las instalaciones bajo las inclemencias del crudo invierno hasta que inicia el horario de atención.

Lo paradójico es que aparecen en los medios de comunicación hablando con cinismo del mejoramiento de la atención.

En la mañana, cuando se abren las puertas de los hospitales, los pacientes entran en estampida empujando unos a otros, discutiendo y gritando por los puestos bajo la mirada indiferente de recepcionistas que más parecen ogros que personas con buenos modales y relaciones humanas.

Conseguir una cita es un verdadero calvario, la segunda estación se inicia cuando la voz del sargento que está detrás de la ventanilla le dice que le falta tal o cual requisito, que saque la fotocopia de la cédula o del carnet de afiliado, que le falta la autorización de la EPS, en fin, la falta de asesoría al paciente y una adecuada y oportuna información produce en los pacientes un maremágnum de sentimientos encontrados: ira, desesperanza, desconcierto, soledad.


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En fin, el trámite que se podía hacer en poco tiempo se vuelve interminable, un calvario lleno de estaciones donde el enfermo o el paciente es el último en tener la razón, donde finalmente, le conceden el turno o en el peor de los casos le dicen con voz de mando…”¡Vuelva mañana! ¡Se acabaron las citas!”.

El paciente es la razón de ser de los hospitales, el personal administrativo y los profesionales de la salud deben estar a su servicio, no al contrario. La atención al enfermo o al paciente es primordial, pues muchas veces su vida y su salud dependen de la atención oportuna, diligente, amable y cordial que se le dé.

Para finalizar: los hospitales no son mataderos, son lugares a los que los seres humanos acuden en busca de salud.
Jaime Armando Erazo Villota,
Miembro del Colegio Nacional de Periodistas,
Seccional Putumayo


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