Autobiografía de un maestro – La Infancia

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Gerardo Franco Sánchez Narváez
Gerardo Franco Sánchez Narváez

Remitiéndonos ad-calendas nací un 16 de Septiembre de 1941 en Puerres al sur del país colombiano, un pueblito enclavado en la cordillera de los Andes cuyos habitantes fueron los indios Canchala y el lugar donde se terminó posteriormente la guerra de los mil días con la muerte del General Avelino Rosas.

Allí fuí creciendo entre el afecto y las caricias de mis padres y del cuidado de una tía que al finalizar el día ya en la cama, me enseñaba a rezar el Padre nuestro, el Ave maría y el Angel de mi guarda, me daba un beso en la mejilla y me cubría con la cobijas de lana de oveja.

Llegó el tiempo de ir a la escuela. Aparecí con zapatos de cuero, pantalón azul que llegaba únicamente hasta la rodilla, tirantes que pasaban por encima de los hombros y camisa blanca. En un talego confeccionado toscamente por una vecina que poco sabía de costura se colocaba el cuaderno y el lápiz, una pizarra con un punzón de piedra a la que no le podía faltar el borrador de trapo y el libro Alegría de leer.

Ya sabiendo leer y escribir en el acto de clausura del año escolar, siendo hijo del señor Alcalde debía participar recitando La Gitana, una poesía del vate Jorge A. Riascos.


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Al correrse el telón del escenario y aparecer por primera vez en público me sentí un tanto confundido y me temblaban las manos, característica que ha permanecido en mi juventud y más pronunciada en la edad madura, sin que ello quiera decir que no puedo escribir con buena letra legible, tener aceptable puntería al disparar y jugar en el billar carambolas de tres bandas.

Respiré profundo, tomé aire y empecé la recitación. Cuando terminaba la primera estrofa escuché las voces del consueta que me insinuaba hablar más fuerte; ésto hizo que me regresara a repetir la estrofa hasta que con gran sacrificio terminé la poesía.

La letra dice:

Era una gitana de formas extrañas
De cabellos rubios y ojos de carbón,
Que templó su carpa con pared de cañas
en los extramuros de la población.


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Era de quince años y andaba ofreciendo
Suerte para todos, buena profesión,
Se la daba al pobre, al que está sufriendo,
Y agrupaba al pueblo con este pregón.

¿ Quién quiere la suerte ?. Yo les adivino,
De males futuros los puedo librar,
Tengo los secretos que encierra el destino,
¿ Quién quiere la suerte. Quién quiere comprar ?

¿ Quieres tú la suerte ? con poco dinero
Te daré el secreto de tu porvenir.
Dame diez centavos, dame caballero
Y extendió la mano para recibir.

Le dí diez centavos. Con voz rumorosa
Me dijo: buen joven tuya es la ocasión,
Tendrás una novia joven, muy hermosa
De cabellos rubios y ojos de carbón.

Oportunamente seguirás tras ella
Lleno de esperanza, lleno de ilusión.
Se fué la gitana y al mirar su huella
Ví que se alejaba con mi corazón.


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