El día miércoles 19 de Junio podría yo terminar recluido en una cárcel, sin que nunca se me haya pasado por la cabeza infringir la ley o cometer algún delito y sin jamás haberlo hecho, precisamente por haber sido víctima de un delito y haberlo denunciado. Así es, desgraciadamente, aunque pueda parecer imposible y difícil de creer, al menos para mí.
Lo que estoy diciendo puede sonar a cuento o novela, pero no lo es, desafortunadamente. Ojalá lo fuera. Es la cruda realidad de lo que me está sucediendo. Luego de ser víctima de frecuentes y permanentes amenazas, como Presidente de la Asociación de Educadores del Putumayo – ASEP, en contra de mi vida y la de mi familia y después de que, por recomendación de los mismos organismos de seguridad del estado hiciera la denuncia de algunas de dichas amenazas ante ellos mismos, hoy se me acusa de falsa denuncia y fraude procesal, como consecuencia de unas supuestas investigaciones que lo que debían determinar es quiénes son los que nos amenazan a los sindicalistas en el Putumayo, resultados que nunca hemos visto en muchos años, pero en cambio si encuentran la forma rápida y ágil de acusarme a mí.
Voy a ser judicializado por los supuestos delitos mencionados anteriormente, porque supuestamente y según estas acusaciones las amenazas fueron hechas por mí mismo, en supuesta complicidad con mi esposa y mis hijos y algunos miembros de la Junta Directiva de la ASEP. Con base en esto, un juez de la república, ante quien un fiscal me acusará, va a definir si mientras se me hace el juicio debo ser recluido en una cárcel, porque así funciona el sistema penal acusatorio y para eso dan los supuestos delitos que se me endilgan. Al final del juicio se decidirá si se me condena a pasar algunos años en la cárcel y a pagar una multa que supera todo mi escaso patrimonio familiar.
Qué realidad tan triste, dolorosa, amarga e imposible de entender y que pone a tambalear y quizá derrumbe para siempre mi vida, mi futuro, junto con la vida y el futuro de mi familia, pero que también atenta contra el buen nombre, la trayectoria, la trascendencia y la historia de una organización sindical como la ASEP, hacia la cual parece estar dirigido todo esto, pero a la cual no podrán derrumbar, porque independientemente de lo que suceda conmigo, la ASEP prevalecerá y la lucha sindical no va a ser encarcelada ni amordazada.
Conociendo, como me conozco a mí mismo y como conozco a mi familia y a mis compañeros de la Junta Directiva de la ASEP y sabiendo que decimos la verdad, tenemos que llamar a las cosas por su nombre, aunque pueda ser contraproducente: esto es una infamia, en mi contra y en contra de la organización sindical que Presido y que se ha caracterizado por denunciar las irregularidades que se han venido cometiendo en el Putumayo y desde la cual hemos luchado y adelantado acciones de protesta, denuncias y demandas que no les han gustado a muchos.
Para quienes hemos crecido y nos hemos formado en comunidades y familias llenas de valores y principios morales, religiosos y éticos, nos parece ilógico e irracional todo esto. Pero si alguien creía que la cárcel es solo para quienes han cometido algún delito, se equivocó. Si alguien pensó que para no ir a la cárcel es suficiente con ser una persona de bien, también se equivocó. Si algunos pensamos que era bueno denunciar lo que nos pasa y buscar protección, hoy vemos que eso se ha vuelto en contra nuestra y que lo mejor hubiera sido no haberlo denunciado nunca y dejar que nos pase cualquier cosa, porque incluso la muerte es preferible a la degradación del buen nombre, la honra y la moral de una persona.
Respetuosamente y aunque la justicia pueda ser inducida al error sobre mí e independientemente de lo que pueda suceder conmigo, porque no sé que me pueda suceder, quisiera que la comunidad y el magisterio sepan y entiendan que por mi mente nunca pasó hacer algo así y nunca lo hice ni lo hizo algún miembro de mi familia, que entre otras cosas no me serviría absolutamente para nada. Yo no estoy buscando algún traslado o beneficio por el estilo, soy del Alto Putumayo, mi plaza docente está en la Institución Educativa Almirante Padilla de mi pueblo San Francisco y allá quiero y voy a volver, si Dios lo permite, al terminar mi ejercicio como Presidente de la gloriosa Asociación de Educadores del Putumayo.
Acudo a la credibilidad y las oraciones de todas y todos. Esto que me pasa a mí le puede suceder a cualquier, como efectivamente le viene sucediendo a varios dirigentes de organizaciones sociales, sindicales y campesinas. Vamos a acudir también a todas las organizaciones sindicales y defensoras de derechos humanos en Colombia y el exterior, para que durante el tiempo que dure el juicio contemos con el acompañamiento y la capacidad técnica y tecnológica para demostrar la verdad.
Qué paradoja tan terrible. Cuando el año pasado acudí a denunciar las amenazas, algo que no quería hacer por cuanto teníamos y tenemos serias sospechas acerca de dónde provienen las mismas, lo hice sobre todo para solicitar que se les brinde protección a mi esposa y mis hijos, a quienes mencionaban, merodeaban e incluso abordaron los criminales que nos amenazaron. Hoy mi familia puede quedar desamparada a causa de las denuncias que hice para buscar que la protejan.
Ojalá que cuando termine todo esto, sin saber en qué va a terminar, no tenga que decir algo que no pienso ni siento, pero que leí en un grafiti en una pared de Bogotá: “PAIS DE MIERDA”, porque en eso lo quieren convertir algunos. Discúlpenme por favor la expresión, no es mía. Muchas gracias.
AGUSTIN ORDOÑEZ GONZALEZ
Presidente de la ASEP