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El voto de opinión ha brillado por su ausencia en el Putumayo, pues ante la falta de líderes con ideologías y programas de gobierno que enamoren a sus electores, la gran mayoría de los elegidos llegan a los cargos públicos por motivos diferentes al deber ser. Con un amigo llegamos a la conclusión de que quienes hacen política deberían cumplir, al menos, con estos tres aspectos fundamentales:
1. Tener su vida económica resuelta: Esto implicaría tener un buen ingreso económico propio y de su pareja. Que tengan un capital que los ayude a seguir viviendo si no ganan las elecciones, aun habiendo invertido una gran suma de dinero en la campaña. Esta es una manera de garantizar que quienes hacen política lo hacen por vocación hacia lo público, y no porque no tienen otra manera de ganarse la vida. Cuando no se cumple con esta premisa el candidato ya no es tan confiable.
2. Que tenga las credenciales para el cargo al que aspira: La preparación académica es clave, más aún en estos tiempos cuando la administración pública cada vez exige un mayor grado de conocimiento. Y ojo, la academia no es un lujo exclusivo de las familias más adineradas, los pobres también tienen acceso a ella. Así lo ha sido siempre, un ejemplo de ello es aquel joven humilde de finales de siglo pasado llamado Marco Fidel Suárez, hijo de una humilde lavandera, quien siempre se destacó por su inteligencia desde niño y eso lo llevó a ser Presidente de la República. Como mínimo su candidato debería tener una especialización y una maestría. Eso le da una visión mucho más amplia del mundo y de lo público.
3. Coherencia en el discurso: Es lo que se define como la sincronía entre el pensar, el decir y el hacer. Quienes son coherentes son personas de fiar pues se sabe que su línea es una sola y que actuarán de acuerdo con ella ante cualquier aspecto que se le presente, sin importar las consecuencias políticas que eso le traiga. Un ejemplo de coherencia es el representante Rivera Flórez: es un liberal y como tal ha defendido causas como la del matrimonio homosexual, sin importar qué tan rentable, electoralmente hablando, sea esta postura. De hecho, hace poco fue criticado por el obispo del Putumayo por su apoyo al matrimonio gay, a quien le respondió: “los habitantes de mi departamento conocen mis posiciones y no es la primera vez que me reprochan, eso me inquieta pero no me desvela, cuando denuncié DMG se me vino el mundo encima en Putumayo, incluso, mi familia tuvo que salir del departamento algunos meses”. Decir que las críticas de la región, donde se supone tiene su caudal político para el Senado, le inquieta pero no le desvela suena desafiante para algunos, pero seductor para quienes premiamos la coherencia en el discurso.
Espero que me aporten otras condiciones que deben tener los candidatos que se postulan a los distintos cargos en las próximas contiendas electorales.
Periodista especializado en Economía y Negocios
Seguir a Ricardo Solarte en Twitter: www.twitter.com/ricardosolarte
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