La nueva imagen del Putumayo y su gobierno

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Agustín Ordoñez G.
Agustín Ordoñez G.

Por : Agustín Ordóñez

Aunque se presagiaba quien ganaría las elecciones del 2011, en lo referente a Gobernación, la elevada cifra de votos y la diferencia tan amplia entre quien ganó y los demás candidatos sorprendió a muchos. No se esperaba que el ganador obtuviera casi 55 mil votos y ni el más experto ni el más optimista o pesimista se hubieran atrevido a vaticinar que la diferencia con el segundo sería de más de 20 mil.

Un resultado como este no podía simplemente causar alborozo y festejarse. Al ser un fenómeno político producto de la coyuntura que vivía el departamento en ese momento, debía analizarse detenidamente por parte de quienes ganaron las elecciones y hoy gobiernan. Creemos que así se hizo y se habrán definido sus implicaciones y repercusiones políticas.


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Las cifras, además de reflejar la aceptación de una propuesta política, también expresaban el sentimiento que la gente manifestó en las urnas y que indicaban la firme decisión de los putumayenses de sacudirse de lo que venía sucediendo y su deseo de cambio, que depositaron en quien lo propuso y lo ofreció y marcar la diferencia. Esa amplia expresión de rechazo y esperanza del pueblo con votos es sagrada y no defraudarla es la mayor responsabilidad que recae sobre el actual Gobernador y cada uno de sus colaboradores, sin importar cargo o rango.

Desde dicho análisis y desde este precepto del pueblo, el cambio ya no es solo un propósito, es además una imperiosa obligación, por la cual cada persona que, directa o indirectamente, haya sido llamada a ser parte de la actual administración, estará consciente de que Marcar La Diferencia significa que todo deberá ser diferente o no habrá diferencia. Esto equivale a la obligación de erradicar de la mente, del corazón y de la administración todo aquello de lo cual la gente del Putumayo estaba hastiada y decidió castigar y acabar en las elecciones de Octubre de 2011.

Pero aunque suene a retórica, es necesario partir de las condiciones en que el nuevo gobierno recibió el departamento, el panorama sombrío que encontró y los retos que debían asumir: El departamento en ley 550, quebrado, la educación intervenida y sin recursos, los hospitales “en estado de coma”, las empresas de energía fundidas, SELVASALUD en liquidación, años perdidos sin obras de envergadura e impacto, etc., y encima ya sin las regalías.

Este departamento iba con rumbo al abismo y primero debía detenerse su caída para comenzar a subir y volver a suelo firme. Había que demostrar, con trabajo, gestión y obras, que es posible mejorar y avanzar. Recuperar la gobernabilidad y gobernar con transparencia. Cada uno de estos aspectos es complejo y difícil e involucra otros que también lo son, sin embargo son urgentes y como tal deben afrontarse. Además, por todos los escándalos ocurridos en administraciones anteriores, a los que se han referido en su momento prácticamente todos los medios de comunicación y opinión más importantes de Colombia, el Putumayo venía cargando a nivel nacional con una imagen de región incapaz de gobernar y de tener uno de los más altos índices de corrupción del país.


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La situación parece estar cambiando poco a poco, a pesar de las dificultades, desde el inicio del mandato del actual Gobernador. Esta percepción no es solo particular, entre otras cosas proviene de lo que expresa la gente del común y de los resultados de la encuesta mensual del Centro Nacional de Consultoría, para el Noticiero CM&, en la que se ha mantenido entre los cinco mejores gobernadores del país desde el inicio de su periodo. La ubicación de cada Gobernador en esta encuesta la definen los habitantes de cada departamento e indicaría que los putumayenses, al igual que creyeron en las propuestas de campaña, también creen en su trabajo y gestión.

El Centro Nacional de Consultoría y el Noticiero CM& son entidades reconocidas en el país, su encuesta es objetiva y aleatoria y no puede compararse con algunas que se hacen en la región, en las que solo opinan los aduladores, para decir que todo está bien, o los enemigos, para decir que todo está mal.

El subsidio al consumo de combustibles es algo que llega al corazón y al bolsillo de la gente. El gas domiciliario mejorará la calidad de vida. Salvar a SELVASALUD, saqueada por tantos años, sería admirable. Una mejor atención a la educación, que se ha visto, ayuda al futuro de los niños. Salvar las empresas de energía genera confianza. Electrificar amplias zonas rurales ayuda al sector campesino. La fibra óptica nos conectará al mundo de forma más ágil. Recuperar la gobernabilidad y la credibilidad, si se hace bien, es una obra inmensa, porque devuelve la esperanza y reafirma la identidad y la pertenencia. Estas y otras obras son reconocidas por la gente, que las valora como muy significativas.

Hay que ser objetivos y realistas a la hora de analizar el gobierno y así como somos capaces de denunciar lo malo hay que tener la valentía de reconocer lo bueno, criticar es muy fácil. Pretender desde afuera, como ya se escucha a algunos, que en un año ya se debía haber logrado todo, reparar el daño que causaron y dejaron otros y al mismo tiempo hacer lo que otros no pudieron o no quisieron en tantos años, es desubicado, desproporcionado y malintencionado. De la noche a la mañana no es fácil salir del desastre causado por años de desgreño y desgobierno.

Lo que se ha hecho hasta ahora, si bien es muy importante, no es suficiente. El gobierno y el Putumayo lo saben y entienden. Hacen falta muchas obras, pero no solo las que se ven, las de cemento y hierro, sino también las que se sienten, como las que mencionamos. Las obras de concreto son importantes, indudablemente, pero deben ser bien proyectadas y planificadas, no como los elefantes blancos que hay por todo el departamento, monumentos a la corrupción que costaron millonadas pero no sirven para nada, porque se hicieron pensando en satisfacer intereses y ambiciones particulares no en el beneficio de las comunidades.

Se han anunciado obras de gran impacto para necesidades muy sentidas, como los acueductos regionales para el Alto y Bajo Putumayo, que corregiría la injusticia histórica de no tener agua a pesar de los ríos de regalías que corrieron por los municipios del Bajo, el Hospital de II y III Nivel, para que la gente no siga muriéndose en los pasillos de los hospitales y en el trayecto hacia otras ciudades. Estos anuncios han generado expectativa y tendrán que ser realidades para que la gente crea.

Eliminar viejas costumbres tampoco es fácil, porque “en todas partes se cuecen habas”. Lo ocurrido aquí en años anteriores y que fue muy grave, no significa que en un partido están los malos y en los otros los inmaculados. Es responsabilidad política fundamental lograr cambiar algunas costumbres en la administración y en la contratación, que han sido características generales, en el departamento y en los municipios, en las que han sucumbido y por las que se han caído otros gobiernos.

La base fundamental para todo propósito es un buen equipo de trabajo, comprometido con el departamento. Personas que tengan trayectoria y experiencia en la administración y que gocen del aprecio y confianza de la gente. Funcionarios capaces de combinar trabajo y gestión arduos con atención fácil, oportuna, amable y sencilla para con la gente.

Una buena imagen del departamento, del Gobernador y de su administración nos reivindica a los putumayenses a nivel nacional. Ojalá mantenga esa tendencia y esa imagen hasta el final y que sea producto del buen gobierno y resultados. Lo decimos con respeto, en el buen sentido de la expresión y con el firme deseo de que así sea para bien del Putumayo.


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