La ciudad sin dolientes – segunda entrega

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“Si la gobernabilidad involucra un conjunto de mecanismos que aseguran un desempeño superior de la dirección y la autodirección de la sociedad, es decir, un gobierno que no sólo ofrece orden y estabilidad, sino también calidad de servicio y bienestar social general”, los hechos que a continuación se presentan ¿serán consecuentes con ésta definición?

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Las calles de la ciudad de Mocoa


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Los hechos relacionados con las calles de Mocoa se tratarán, primero, desde la infraestructura en sí y, segundo, desde las actividades que se realizan en ellas.

Jaime Erazo – Columnista. CNP Putumayo

En cuanto a la infraestructura

El 80% de las calles “pavimentadas” de Mocoa están seriamente deterioradas, han perdido la parte allanada de las placas dejando al descubierto material de arenisca dispuesta de manera irregular de tal manera que intervienen tanto en el desgaste de las llantas y el desajuste vehicular como en la incomodidad de conductores y pasajeros por la intensa vibración que se produce al cruzarlas. A lo anterior, se le suman peligrosos huecos y profundas fisuras o resquebrajamiento de las losas de concreto. Para rematar, se abren zanjas para acometidas de agua o para extender redes del acueducto, el alcantarillado o el gas domiciliario que se dejan al descubierto y convertidas en trampas mortales. El sistema de desagüe de la ciudad no funciona, esta colmatado o por falta de aseo obstruido por material, palos y basura que arrastran las aguas lluvias.

Las calles destapadas de Mocoa son un desastre: huecos por aquí y por allá, sus bancas están cuarteadas por efectos de la escorrentía que cruza de un lado a otro por falta de cunetas o de limpieza de las mismas. Si no es lo anterior, el recebo que se utiliza para su mejoramiento contiene gran cantidad de barro que cuando llueve las convierten en barriales intransitables, deben pasar varios meses para que la escorrentía lave el barro y deje el material que efectivamente sirve para el mejoramiento y mantenimiento de las calles. Lo anterior viene acompañado del abandono de las cunetas en las que crece una hierba tupida y agresiva propia de del medio tropical húmedo o en su defecto, están convertidas en depósitos de basura a cielo abierto. Las calles destapadas de Mocoa se parecen mucho a lechos de ríos y quebradas en cuyas orillas se construyeron las viviendas.


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En cuanto a las actividades que se realizan sobre la infraestructura de las calles

Lo que sucede sobre las calles de Mocoa es anárquico, prácticamente, se hace lo que a sus habitantes se les viene en gana bajo la mirada indiferente de las autoridades municipales. Veamos:

El parqueo de vehículos (motos y carros) se hace en lugares inapropiados y lo peor de todo es que invaden el espacio público sin considerar la movilidad de peatones y vehículos. Los propietarios o conductores de vehículos llegan al colmo de tomarse las aceras o peatonales obligando a los transeúntes a salirse a la calle y poner en serio riesgo su vida puesto que pueden ser fácilmente atropellado por un carro o moto que circula por ahí. La zona céntrica de la ciudad capital se ha convertido en un gran parqueadero. La libre movilidad casi que es una un imposible.

Las zonas de cargue y descargue de los supermercados, almacenes y tiendas, especialmente del centro de la ciudad, son una grosería porque no respetan  el derecho a la movilidad que tiene el ciudadano. El estacionamiento de los camiones se hace a cualquier hora del día. Lo peor es que ante esta situación los ciudadanos no protestan (pues tal parece que se acostumbraron a vivir en medio del desorden, el ruido, la basura, los escombros, la violación a sus derechos, etc., etc.), ni la policía de tránsito municipal ni la policía nacional interviene para garantizar la movilidad, solo se acuerdan de ella cuando los campesinos, los sindicatos o las comunidades organizadas cierran las vías para protestar y reclamar sus derechos.

De la noche a la mañana aparecen puestos de ventas que de manera irregular se apropian del espacio público, sin hablar del tugurio en que convierten al parque general Santander durante las fiestas decembrinas.

Los semáforos, están dañados o no se respetan sus señales pues un gran número de conductores se los pasan en rojo poniendo  en riesgo su vida y la de otros. Son personas que no merecen el calificativo de ciudadanos sino de primitivos, causan una pésima impresión a quienes visitan la ciudad y se constituyen en ejemplo del mal ejemplo para las actuales y futuras generaciones.

En algunos sectores de la ciudad las roturas de la tubería del acueducto (perdón…de los acueductos) o de las acometidas domiciliarias, durante días, semanas y hasta meses, convierten la superficie de las calles en quebradas y caudalosos ríos.

Después de un fuerte aguacero las partes bajas de las calles se convierten en depósitos de arena, cascajo y basura que permanecen hasta que San Juan agache el dedo.

Los escombros pululan por las calles de todos los barrios en los que se construyen viviendas que terminan tomándose abusivamente el espacio público y quedan expuestos durante el tiempo que dura la construcción obstaculizando la movilidad.

Los separadores de las avenidas de San Francisco y de Colombia se convirtieron en sitios donde irresponsables dueños de perros los llevan a hacer sus necesidades. Pasar de un lado a otro sin pisar el pegajoso y oloroso excremento de perro casi que es un imposible. También los dueños de restaurantes, tiendas y casas vecinas están cogiendo la reprochable costumbre de depositar las bolsas de basura que son rotas y desparramado su contenido por hambrientos perros callejeros y semovientes que tranquilamente pastan en el lugar.

La ornamentación de la ciudad pasó a ser cosa del pasado, cuando las fachadas de las casas se pintaban una vez al año por orden del alcalde municipal y los frentes de las mismas se mantenían limpios, presentables. Ahora, por descuido de sus dueños, las fachadas de las casas parecen una colcha de retazos enmohecidas por la humedad y desteñidas por los efectos del sol.

A los parques se les presta poca atención y de áreas para el descanso y el sano esparcimiento se han convertido en cantinas al aire libre y en consumideros de sustancias psicoactivas de jóvenes de ambos sexos que parece que carecen de padres que los eduquen, enseñe, oriente, discipline y los corrija.

Algunos montallantas y algunas ventas de comidas rápidas tradicionales (arepas, empanadas, chuzos, chorizos, chunchulla, morcillas, mazorcas y picadillo) están mal ubicados o permiten que sus clientes invadan con sus vehículos los andenes o espacios destinados a los peatones.

El cierre de calles principales de Mocoa se volvió una mala costumbre, muchas veces se exceden o abusan de la autoridad de la que fueron investidos. Como quien dice: “¡el que manda manda, aunque mande mal!”.

Pero si esto sucede con las calles, con los servicios públicos de educación, salud, acueducto, alcantarillado y aseo la situación no es menos preocupante.

En próximas entregas hare referencia a cada uno de ellos y finalmente se presentarán alternativas de solución.

Como están las cosas…Mocoa no tiene rumbo y por lo tanto su futuro es incierto.

Jaime Armando Erazo Villota
Miembro del Colegio Nacional de Periodistas,
Seccional Putumayo
 


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