Gobernantes ciegos, sordos y cínicos
¿Hasta cuándo los ciudadanos de a pie seguirán clamándole a los gobernantes que no responden ante las quejas y reclamos que diariamente se les hace? Esta situación hace pensar que para ser gobernante se requiere ser ciego, sordo y cínico a la vez, pero eso sí, con sobrado discurso engatusador y justificatorio. Son excelentes para torear ciudadanos y hasta se precian de ello diciendo que “entre más bravo sea el toro mejor para ellos es la corrida”.
El poder les produce una extraña metamorfosis, se esponjan como rin rin renacuajo, cambian de voz, de caminado, se vuelven intratables y terminan enclaustrados entre las cuatro paredes de sus despachos rodeados de aduladores, guardaespaldas, secretarias y contratistas.
Si durante sus campañas pregonaron conocer los problemas y las necesidades de su pueblo, cuando son elegidos los aqueja la amnesia porque se olvidan de todo.
Finalmente, de salvadores pasan a ser víctimas de sus enemigos o contradictores y no es raro verlos cabizbajos acompañados de doña soledad entrando y saliendo angustiados de la contraloría, la fiscalía y la procuraduría.
Como dice el adagio popular, suben como palmeras y caen tan rápido como el coco cuyo golpe les hace despertar en la realidad: acueductos y alcantarillados deficientes, agua impotable, pésimos servicios de salud, baja cobertura y calidad de la educación, inseguridad, caos vehicular, especulación, calles intransitables, contaminación ambiental, tramitología, colas, etc., etc.
Ya es tiempo de cambiar, pensemos con responsabilidad en quienes serán nuestros futuros gobernantes, no olvidando que un pueblo tiene el tipo de gobernantes que se merece.
Jaime Armando Erazo Villota