El director de DD.HH. y D.I.H. del Mindefensa, coronel Juan C. Gómez, dice que en el Ejército “no se han quedado quietos” frente a estos señalamientos.
Las denuncias fueron suficientes para que el coronel Juan Carlos Gómez, director de DD.HH. y D.I.H. del Ministerio de Defensa, ofreciera disculpas en nombre del Ejército. “Hace 29 años cuando entré a la institución lo hice con el deseo de servir a este país y cuando escucho que integrantes de la institución violan derechos humanos y cometen actos como los que usted planteó acá, uno siente vergüenza y desea que esas personas sean condenadas de manera ejemplar”, le dijo a la congresista Ángela María Robledo el pasado 4 de diciembre durante el debate en el que la parlamentaria denunció presuntos abusos de la Fuerza Pública en varias regiones del país.
En ese momento, el coronel agregó: “Comparto el objetivo central de este debate. La verdad es que nosotros, al interior de la institución, no nos hemos quedado quietos” e indicó que la política del Ejército de cero tolerancia respecto a abusos de parte de sus miembros ha reducido la cifra de violaciones al D.I.H. y a los DD.HH. Sin embargo, las acciones parecen aún insuficientes. Testimonios obtenidos por la congresista a mediados de año así lo evidencian. Curas, defensores de DD.HH. y campesinos de Putumayo dicen que en esa región el Ejército viene cometiendo distintos abusos.
Estas declaraciones, que hoy publica El Espectador reservando la identidad de los testigos, serán presentadas en los próximos días a la Fiscalía. La justicia tendrá que establecer si se trata de versiones creíbles y contrastables y si existe responsabilidad alguna de miembros de la Fuerza Pública. Por lo pronto, desde las altas esferas militares se reivindica que la política es la de la protección a toda costa de los DD.HH.
Las niñas como ‘damas de compañía’
“[A los niños] sus papas los internan, precisamente, para evitar que sean abusados. [Los militares] abusan de las niñas, las llevan al ‘cambuche’ o al lugar donde ellos están. Vienen 5, 6, 7 u 8 militares, las llevan y están con ellas, luego las regresan a la casa o, a veces, no las llevan directamente a la casa, sino a una intersección para que ellas sigan. Las tienen de damas de compañía. Y luego vienen los grupos armados ilegales y se dan cuenta de que esa niña estuvo con un militar y entonces la torturan porque dicen que está con el enemigo”.
‘La Fuerza Pública debe respetar el sentido ético de su profesión’
“La Fuerza Pública debe respetar el sentido ético de su profesión. Este año, 12 estudiantes menores de edad, del Colegio Industrial, resultaron embarazadas. Todas ellas por soldados. Ellos les conversan mientras van camino a la casa. Les dan bolsas de comida para conquistarlas. Tiempo después, les dicen déjeme tocarle los senos y yo le doy $2 mil. Y las niñas se dejan tocar, que es lo más complicado. Si se dejan tocar la vagina son $5 mil, $10 mil. Son muchas las necesidades de estas peladas, viven en condiciones deplorables: no hay acueducto, no hay alcantarillado, no hay energía. Por tener cualquier peso en la mano acceden a estas cosas”.
‘Me da rabia cuando dicen que son casos aislados’
“Ninguna entidad del Gobierno tiene realmente una panorámica de lo que está pasando en el país, porque uno muchas veces está frente a un televisor y se sorprende de la cantidad de mentiras que dicen. A mí me da rabia cuando un coronel del Ejército dice que esos son casos aislados. Cuando uno está en el medio, uno sabe que eso no son casos aislados, que eso es un común denominador. Yo he tenido contacto con el batallón. Como también me ha tocado estar con la guerrilla y me sorprende como muchas veces hay mejor trato de parte de la guerrilla que del Ejército”.
Si le ocurriera a un civil…
“Cuando se accedió a hablar con el comandante del batallón, ¿cómo lo solucionó él? Lo único que hizo fue cambiar el pelotón y mandó la explotación a otro lado. ¿De qué sirve que haya inversión social si los mismos miembros de la Fuerza Pública que tienen que respetar y evitar la vulneración de los derechos de los niños son los primeros que los están violando? Si eso ocurriera con un civil, seguro que le aplicarían el peso de la ley, pero pasa con un soldado profesional y todo el mundo evade la responsabilidad”.
‘Si hablo, a mi hija la violan’
“Los campesinos cuentan que van a mercar y cuando vuelven el Ejército se les mete a las casas y les quitan la poca comida que tienen, y, ¿quién los defiende? No podemos decir que son casos aislados, pero a la gente le da miedo denunciar porque Putumayo es uno de los departamentos donde más casos de falsos positivos se han presentado. Si hablo, a mi hija la violan. Si hablo, me ponen una mina quiebrapatas. Si hablo, no me siento respaldado”.