La opinión creciente de varios comerciantes de Mocoa, igualmente de una gran mayoría de profesionales independientes, así como de una apreciable cantidad de ciudadanía de la capital del departamento, no puede estar tan errada cuando aseguran que nuestra ciudad está pasando por una preocupante falta de efectivo circulante o dinero en efectivo en circulación, que ha puesto en apuros de liquidez la economía del municipio. Lógicamente eso trae innumerables inconvenientes que no solo afecta el intercambio comercial fluido, sino también la economía familiar de los putumayenses, así como su estabilidad psicosocial; de allí no es raro ver en las calles de la ciudad a muchas personas con cara de preocupación, porque a pesar de tener respaldo económico representado en sus bienes básicos como la propiedad, planta y equipo e incluso bienes suntuosos para el cumplimiento de sus deberes y obligaciones financieras, no ven la fluidez del efectivo que les permita la tranquilidad en su flujo de caja, tanto en las empresas como en los hogares.
Creemos que a nivel del Bajo Putumayo esta misma situación se ve aminorada por efecto de la actividad comercial que generan las empresas contratistas de explotación petrolera, ayudados en parte por los ingresos golondrina de bonanzas ilícitas, que han hecho que la economía de esta región sea un tanto independiente, aunque claramente inestable. Por su parte el Alto Putumayo tiene la tranquilidad que depende de su propia economía agropecuaria que sostiene un estándar básico de sostenibilidad financiera en dicha región.
En Mocoa podemos afirmar que lo que no ha permitido que llegue a la hecatombe económica, es su creciente oferta comercial que ha venido ganando espacios de mercado y clientes de otros municipios, que han visto en la capital del departamento un variado surtido de bienes y servicios que suple las necesidades que antes eran exclusivas de la ciudad de Pasto o de otros municipios del Putumayo que se conocían como los de mayor comercio.
Lo anterior quiere decir que es necesario invitar respetuosamente al gobierno departamental y los gobiernos locales a conectar el poder con la realidad, entender que la pérdida del dinamismo económico es producto del debilitamiento del sector público o su débil manejo de los aspectos que lo conforman. Entender claramente que el ejercicio de gobierno no solo es la burocracia, los acuerdos políticos y la cositería administrativa del día a día; el ejercicio de gobierno también implica la responsabilidad de la lectura y el entendimiento de los aspectos socioeconómicos sobre los cuales hay que garantizar las mínimas condiciones de vida estable y tranquila de las familias putumayenses en lo económico y social.
De allí que es altamente preocupante que la Gobernación de Putumayo a diez (10) meses de gobierno no haya puesto a circular en el departamento los $ 143.313.367.839 millones de pesos correspondientes a recursos de inversión para la vigencia 2012, entre otros. Lo anterior deja varios interrogantes y no quisiéramos pensar que la lentitud de procesos administrativos y de adaptación a esa nueva experiencia de gobierno regional por parte del equipo de gobierno departamental, se haya convertido en un obstáculo atravesado para dinamizar el flujo de efectivo y afianzar la economía del departamento, que por ahora está ahogando a putumayenses de todas las banderas por igual. Ω
Por: J. Kuarán – Colegio Nacional de Periodistas