La evolución del Putumayo como pueblo ha estado dada por el paso de la historia sobre las espaldas de sus habitantes, más que por la historia misma que sus habitantes hayamos construido; y eso lo muestran hechos como las protestas reiteradas que adelantan varias organizaciones sociales y campesinas del departamento, quienes además optan por el bloqueo de vías para presionar la atención del Gobierno Nacional; situación que divide en dos la opinión del pueblo putumayense en general, y que con acontecimientos como la presencia de la ex – senadora Piedad Córdoba en dichas protestas ha generado el repudio de otros tantos, dándole a estas manifestaciones populares un tinte politiquero y de manipulación de nuestro pueblo campesino, quienes son los que acompañan en su gran mayoría esas concentraciones.
Hablemos claro, que eso ayuda a la reflexión y hablar claro es decir que son muchos los males que nos aquejan, y en esa parte las demandas de las organizaciones sociales son justas, necesarias y de gran relevancia para el departamento. Pero esas demandas también son el cúmulo de esa historia putumayense que ha caído sobre nuestras espaldas y que nos aprisiona enormemente. Con el profundo respeto que me inspiran las organizaciones sociales puras y serias que existen en el Putumayo y que hoy hacen parte activa de las protestas que se organizan en nuestro departamento, sería saludable por el bien de nuestro pueblo, que así como exigimos nuestros derechos y demandamos mayor atención del Gobierno Nacional a nuestras necesidades, también nos propusiéramos llamar a la reflexión al mismo pueblo sobre nuestra responsabilidad con los acontecimientos que vivimos, eso nos permitiría ir escribiendo nuestra propia historia y no vivir sometidos a la que nos han impuesto y hemos aceptado sobrellevar a nuestras espaldas.
Porque no podemos desconocer que al Putumayo lo han arropado casos supremamente especiales que con el tiempo se han convertido en la causa de todos nuestros problemas, así otros sigan cerrados a la idea que son la consecuencia del olvido estatal, lo que les permite seguir justificando la irresponsabilidad de lo que hoy somos víctimas. Entre esos casos están desconocer que el manto del narcotráfico cubrió gran parte del Putumayo y que algunos de nuestros campesinos han decidido por décadas abrigarse cómodamente con ese manto, cosas como esas lógicamente deben y tienen que traer sus consecuencias como las que hoy nos agobian; peor aún si actuamos como pastorcillos mentirosos donde a pesar de tantos proyectos de sustitución de cultivos ilícitos que se han aceptado en la región, sigamos en los primeros lugares del país como uno de los departamentos de mayor producción cocalera, es claro que los graves problemas de los que hoy nos quejamos no van a desaparecer y esa es una situación que no se compadece con el futuro que estamos exigiendo en protestas y mas protestas.
Desconocer o pretender desconocer que las minas anti – personas que hoy están matando a nuestros campesinos, más que un instrumento malévolo de grupos en conflicto, son más bien un instrumento de protección de cultivos ilícitos que existen en Putumayo, combustible aliciente de esta guerra, lógico que arrastra consigo consecuencias de aquella cultura de lo ilícito que decidimos vivir.
Hechos como el de permitir la connivencia con la violencia y la delincuencia donde municipios o localidades enteras son sometidos y otras veces por voluntad propia la han aceptado dado que la relación de amistad con esos grupos se convirtió en una forma de vida cotidiana, tampoco dice mucho de la historia que le hayamos aportado a nuestro Putumayo.
Hechos como los de continuar reeligiendo personajes cuyos amigos han tenido la oportunidad desde sus administraciones de cambiar la historia de este pueblo, pero que sin embargo han optado por sus intereses personales, tiene consecuencias que hoy nos agobian. Hechos como la de no haber sido capaces en más de 20 años de consolidar unas oportunidades de frontera con la fortaleza que dan las mismas normas y tratados binacionales, todo porque los que quieren reelección andaban con sus amigos de farra con las arcas del pueblo, lógico que hoy tiene consecuencias que requieren solución.
Hechos como permitir que las empresas multinacionales se paseen rampante y campantemente por el Putumayo, explotando sus recursos sin que el pueblo haya tenido la oportunidad de hacerles juicios de responsabilidad, tanto porque su dirigencia ha sido inferior a la historia misma o por que el mismo pueblo ha estado desorganizado en grupillos politiqueros particulares sin pensar en el territorio mismo, son las consecuencias que hoy padecemos.
Hablar claro es decir que las organizaciones sociales deben depurarse desligándose de ideologías guerreristas de los años comunistas y con una merecida participación en el escenario político puedan ser una alternativa para el pueblo putumayense, dándole a cada espacio el respeto que se merece, considerando que los intereses del departamento deben ser superiores a los intereses politiqueros que han sido la causa de la mayoría de los problemas de nuestro pueblo, caso contrario de nada sirve el mono que aunque se vista de seda mono queda.
Llamar a la reflexión de nuestro pueblo y comenzar a deshacernos de teatros en los cuales hemos decidido vivir, como lo es el narcotráfico, las banderas partidistas de unos pocos, la connivencia con delincuencia, la permisión en nuestros contexto de políticos que acaban empresas putumayenses, la descoordinación y desentendimiento de ese Putumayo urbano con el Putumayo rural de los cuales uno lucha y el otro goza de los logros obtenidos, entre otras situaciones, debe ser una tarea que nos debe llevar a repensar nuestras luchas y el accionar sobre las verdaderas causas de nuestros problemas. Ω