Por: JORGE E. KUARAN
El suntuoso Club El Nogal de Bogotá D.C., lugar de lanzamiento del movimiento político de ultraderecha que nace en Colombia bajo las órdenes del supremo señor Álvaro Uribe Vélez, deja ver las verdaderas dimensiones e intenciones que corre por las venas de la clase rancia aristocrática Colombiana con delirios de monarquía Uribista; parecido indiscutiblemente al evento de lanzamiento político de la supremacía nazi; del que resultaría risible por no menos chistoso que un político putumayense vendido lo imponga en nuestro Putumayo buscando despistados adeptos.
En contraste con el lanzamiento del movimiento de izquierda marcha patriótica realizada en la plaza de Bolívar de la ciudad de Bogotá D.C. en meses anteriores donde confluyó el pueblo-pueblo llegado de todos los rincones de la patria, y que supone uno, jamás entrará a un Club El Nogal a no ser que los contraten a través de cooperativas de trabajo asociado.
Y es que esta peligrosa organización partidista actual es la que determinará el futuro inmediato de la política nacional y el poder a través del gobierno; peligrosa confrontación que aparenta ser democrática pero no es más que el detonante para una verdadera guerra civil, que aunque en Colombia se vive desde hace 40 años, siempre ha estado limitado el poder de las armas a grupos insurgentes bien definidos y a las fuerzas militares, pero nunca a ciudadanos de a pie, como sucede en los países de la primavera árabe.
La polarización de las clases sociales en Colombia, con grandes brechas de injusticia y desigualdad, ahora claramente agrupados en movimientos políticos; los de la ultraderecha, con sofismas de centro, defendiendo sus estructuras de poder económico a través del dinero, la oligarquía, El Club El Nogal, las multinacionales, la corrupción, la venta a pedazos de nuestra patria colombiana, con su jefe político Álvaro Uribe Vélez; y los de la ultraizquierda disfrazados de revolucionarios políticos atizando el fuego de la inconformidad y la pobreza del pueblo-pueblo colombiano; no se les haga raro que se conviertan en actores del no respeto a cualquier resultado electoral que se presente en Colombia, lo que llevaría inmediatamente a tomar medidas de hecho que nos va a involucrar a todos los colombianos.
Por eso es importante llamar a la cordura a muchos y a la calma a otros; la cordura en tanto que uno no se imagina putumayenses haciéndole juego y campaña a la oligarquía y las multinacionales en cabeza del movimiento de Álvaro Uribe Vélez. Y a la calma ya que los procesos evolutivos de la democracia se van dando conforme va madurando en su propio pensamiento la sociedad, de allí que no nos imaginamos una Piedad Córdoba asesorada por Hugo Chávez, generando la anarquía total.
Por ello cobra importancia la política de centro, donde juntas clases sociales puedan construir una Colombia incluyente, que disminuya los índices de pobreza y la brecha de desigualdad, reconociendo los derechos de los pobres con la redistribución de la riqueza, pero que respete el derecho a la propiedad privada de muchos empresarios honestos que han dedicado su vida a construir país. Ω