11 horas para una ecografía – 14 horas para un ginecólogo

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Jorge E. Kuaran – Columnista

Por: J. Kuarán

Todo ese tiempo para que al final los médicos del hospital de mi ciudad dictaminaran que el bebé de 3 meses en gestación había muerto en el vientre de su madre, y todo ese tiempo para que entendiéramos que ésta había sido la última odisea que nuestro bebé, mi esposa y yo teníamos que pasar, después de cuatro trasnochadas visitas a la sala de urgencias del hospital de Mocoa, en diferentes ocasiones durante 3 meses, todas con el mismo síntoma, un dolor permanente en el vientre que los médicos con su “ciencia” no supieron descifrar.

Foto : Internet

Y es que queda uno perplejo al escuchar las explicaciones de los galenos de la sala de urgencias del hospital donde manifiestan que las muertes de los bebes en gestación son normales; piensa uno, esta particular y tan normal odisea de la muerte será que solo pasa en Putumayo o igual sucederá en cualquier lugar del mundo, y en ese momento salen a flote innumerables preguntas en nuestro interior: será que nacer se convierte en una aventura que solo se gana por la gracia de Dios, ya que la medicina que se practica hoy no es capaz de garantizarlo en el vientre de la madre..?; qué pasa con la ciencia moderna que no es capaz de formar profesionales que la estudien, comprendan y practiquen para salvar la vida de un bebé en gestación..?; por qué la medicina de hoy no sobrepasa las fronteras del Ibuprofeno y la Dioxina, como fue la constante y permanente receta médica en las fórmulas entregadas a mi esposa por los médicos del hospital..?, en fin, son tantas y tantas preguntas, que la última que nos queda con cierta amargura es: resultan tan pocas las cuatro visitas a la sala de urgencias del hospital de Mocoa, todas con el mismo síntoma, para que la medicina que nos ofrecen en Putumayo no sea capaz de diagnosticar y curar como debe ser su objeto práctico…?

11 horas para una ecografía y 14 horas para un ginecólogo fue la última odisea; en la cuarta y última visita del bebé en gestación a la sala de urgencias del hospital de Mocoa, después que mi esposa a eso de las 10:00 p.m. de la noche anterior con su dolor permanente ya no soportara mas y me suplicara que por favor la lleve por urgencias al hospital, donde llegamos e inmediatamente le comenzó una hemorragia, sangre que asusta, sangre que preocupa, y que para la gente de la sala de urgencias del hospital es tan normal; revisa el médico a la madre y con su acostumbrada receta ordena que sea canalizada, hidratada y se le aplique la misma dioxina de siempre, la misma de tres visitas atrás; solo que esta vez con el sangrado ya presente, con una pasmosa calma se ordena que pase a la sala de observación, esa eterna observación donde sientes que te inyectan agua, calmante en liquido y pareciera que te olvidan o simplemente te condenan; si, te condenan a la espera eterna de un especialista, del cual preocupado pregunto en la estancia de enfermería y la respuesta es que todos los ginecólogos han renunciado y que el único que queda, es porque es oriundo de Mocoa y por amor a su pueblo no nos abandona, pero por la cantidad de trabajo que tiene llega 14 horas después al hospital, ya que solo hay un ginecólogo para toda una ciudad de 40.000 habitantes donde el 60% son mujeres; te condenan a la espera de exámenes de laboratorio que no se pueden hacer porque el reactivo se acabó y la señora que los entrega en almacén no llega hasta el día siguiente a las 08:00 a.m.; te condenan por las ayudas diagnosticas que no aparecen por que se traspapelan y nadie es responsable de esos errores que pueden cobrar vidas; te condenan a lidiar con funcionarios que pasan buen tiempo en cafetería, quienes diaria y sagradamente migran en manadas a su acostumbrada vida social en horas laborales, como nos sucedió en las visitas que hicimos a la sala de urgencias; te condenan a esperar la muerte con asombro y desespero como le sucedió a nuestro bebé en gestación, después de cuatro visitas a la sala de urgencias del hospital producto de ese dolor permanente en el vientre de la madre, que según los médicos y especialistas del hospital, con toda su ciencia y años de estudio dijeran que era normal durante los 3 primeros meses, que pasados esos 3 meses ya no habría más dolor; y si tenían razón, para nuestro bebé ya no hubo más dolor, a los 3 meses moría en el vientre de su madre y en manos del servicio de urgencias del hospital de Mocoa.


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Después de 11 horas para una ecografía y 14 horas para un ginecólogo, te llega la razón médica del diagnóstico del especialista, con una naturalidad y una serenidad que asombra nos dicen: señor kuarán, señora Ana Lucía, hay que hacer un legrado porque su bebé está muerto.

Pienso y callo para no preocupar más en ese momento a mi esposa, 14 horas la madre sangrando en observación hubo en algún momento la intención de salvarlo..?, me imagino que ella también piensa lo mismo pero no dice nada para calmar la situación que de por cierto ya es dolorosa; en fin, se queda uno con un sinnúmero de emociones y preguntas.

Pero ahora también está la vida e integridad de la madre, claro parece que ninguna mujer ha muerto con un bebé fallecido dentro de su vientre, o por lo menos con mi esposa no sabemos cuántas horas llevaba en su vientre a nuestro bebé muerto en la sala de observación mientras esperaba atención especializada. Y empieza el trámite para el legrado, el mismo que esperan otras 3 madres esa mañana en la sala de observación, quiere decir que también llevan en el vientre a sus bebés muertos, bebés que los médicos rurales del hospital de Mocoa con la ciencia y tecnología moderna no pudieron salvar.

Entonces al ver tantas mujeres gestantes esperando se les practique legrado ves alrededor y te preguntas, acaso ésta es la sala de observación de bebés muertos en el vientre de sus madres del hospital de mi ciudad..?; igual todas esperan el turno para legrado, todas con dos o tres meses de embarazo, una me cuentan, el mismo personal de la sala de urgencias, que en días anteriores perdió a su bebé a las 32 semanas de embarazo y que eso es más duro, que yo no me preocupe que al fin y al cabo nuestro bebé solo estaba en los tres meses de gestación. Esa pareciera ser la respuesta científica a todo, esa pareciera ser la justificación de tantas madres con su bebe muerto en su vientre. Mientras tanto mi esposa y Yo sentados en la sala de espera, aquella en que fue confinada 14 horas para esperar la muerte de nuestro bebe, recordamos que estábamos decididos a animarlo para que sea médico (a) y que ojala trabajara en el hospital de Mocoa, el mismo donde paradójicamente murió en manos de médicos rurales y sus tratamientos de ibuprofeno y dioxina las cuatro veces que ingreso por urgencias. Ω


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